Tiroides y fatiga

TERESA ROMANILLOS – Muchas personas padecen trastornos de tiroides sin saberlo, ya que, a menudo, los síntomas son poco claros o pasan desapercibidos. Hay que estar alerta ante la fatiga excesiva o el desánimo, porque pueden ser la señal de un trastorno que, además, se puede corregir de manera fácil. En este artículo se describen los diversos síntomas de hipertiroidismo e hipotiroidismo y cuál es la mejor forma de asegurar el aporte correcto de yodo al organismo, el mineral que mantiene al tiroides en forma.

Tendencia a engordar, cansancio y cierta tristeza. Son síntomas que muchas mujeres atribuyen al exceso de trabajo o a la menopausia, pero que pueden indicar que la glándula tiroides empieza a claudicar. El hipotiroidismo subclínico afecta con más frecuencia al sexo femenino: lo padecen cerca del 8% de las mujeres entre 40 y 50 años y el 20% en las de más de 60 años. En el hipotiroidismo subclínico, la disfunción de la glándula es tan incipiente que puede pasar casi inadvertida, aunque también puede generar algunos síntomas. Una de las causas que lo provoca es la tiroiditis autoinmune crónica, en la que se detectan anticuerpos que atacan a la tiroides y alteran su función.

Además del cansancio, tristeza y tendencia a ganar kilos de peso, puede provocar dolores musculares, somnolencia, caída del cabello, pérdida de memoria, sordera, estreñimiento e intolerancia al frío. También, según señalan diversos estudios, parece evidente que contribuye a la ateroesclerosis y a las enfermedades cardiovasculares, ya que aumenta los niveles de colesterol.

¿Por qué afectan tanto los trastornos de la tiroides?

El hipotiroidismo aumenta los niveles de colesterol y, por ello, el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares

La glándula tiene un papel clave en el metabolismo, ya que regula la intensidad de muchas funciones del organismo. El tiroides está situado en la parte inferior del cuello y segrega las hormonas tiroxina (T4) y triyodotironina (T3). Estas hormonas intervienen prácticamente en la totalidad de las funciones orgánicas activándolas y manteniendo el ritmo vital. Así, los cambios en el funcionamiento de la glándula tiroides repercuten de forma importante en todo el organismo.

Cuando aumenta su actividad -hipertiroidismo-, los afectados se sienten inquietos y acalorados, tienen mucho apetito, comen más pero, en contra de lo esperado, pierden peso, ya que su metabolismo está acelerado. Hace un tiempo, algunos tratamientos «milagro» para adelgazar incorporaban hormonas tiroideas, que a la fuerza resultaban efectivos pero comprometían el equilibrio de todo el organismo.

Por el contrario, cuando disminuye la actividad del tiroides se sufre de hipotiroidismo. Los afectados se sienten en exceso fatigados y engordan sin motivo.

Cuando la disfunción de la glándula es importante, el diagnóstico suele ser relativamente fácil porque se acompaña de unos síntomas claros. Pero, por desgracia, esto no es siempre así y, a menudo, las alteraciones son poco importantes y pasan casi desapercibidas. Por este motivo, ante un cansancio excesivo o síntomas poco claros, es importante someterse a un estudio del tiroides. Para el diagnóstico basta una analítica rutinaria en la que se incluya el perfil tiroideo.
El tratamiento también es simple. Consiste en administrar un pequeño suplemento hormonal para mejorar los niveles en sangre. No obstante, es fundamental hacerlo solo cuando es necesario, ya que un exceso llevaría a la situación contraria de hipertiroidismo.

Tiroides en forma con aporte de yodo

Para mantener al tiroides en forma es importante seguir una dieta que contenga un aporte de yodo suficiente. Este elemento es indispensable para la glándula, pilar fundamental para la fabricación de hormonas. De ahí que una deficiencia de este oligoelemento pueda ocasionar desde trastornos poco graves, como un ligero crecimiento (el conocido bocio), hasta trastornos de carácter severo tales como un retraso en el crecimiento y déficit mental (cretinismo). Aunque el número de casos de cretinismo es muy reducido, en la actualidad todavía hay zonas donde el consumo de este mineral es insuficiente.

Pero, ¿cómo saber si se ingiriere la cantidad diaria necesaria de yodo? La respuesta no es sencilla. A diferencia de otros oligoelementos, la cantidad de yodo no solo depende del tipo de alimento, sino también, en el caso de los vegetales, del lugar donde se han cultivado. Al ser un mineral que se encuentra, sobre todo, en la tierra, la cantidad que contenga un vegetal viene dado por la riqueza del sustrato donde se cultive. Lo mismo pasa los animales que comen vegetales: el aporte de su carne y leche estará relacionado con los vegetales de los que se alimenten.

Así, las zonas costeras son más ricas en yodo, pero en algunas zonas montañosas y del interior la cantidad es baja, por lo que en estas condiciones puede haber problemas para la síntesis de las hormonas tiroideas. Por otro lado, tiende a acumularse en el mar; por este motivo, los alimentos de origen marino, sean algas, pescado o marisco, son especialmente ricos en este oligoelemento.

Compuestos biógenos y tiroides

Un aspecto que hay que en cuenta en la alimentación son los denominados compuestos bociógenos, sustancias químicas presentes en algunos vegetales que pueden interferir en la captación y utilización del yodo en el organismo. Hortalizas como la col, coliflor, los nabos o los rábanos, los contienen. La mayoría de bociógenos, no obstante, son poco estables y se destruyen al cocer o fermentar los vegetales.

Para curarse en salud, lo más asequible, sencillo y recomendado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) es el consumo frecuente de sal yodada, una fuente muy rica en este oligoelemento y de fácil acceso.

Fuente: http://www.consumer.es/web/es/salud/problemas_de_salud/2012/11/23/214238.php