Un mundo sin mercadeo…

A veces me pongo a pensar qué seria del mundo sin el mercadeo, sin esa persona que te venda algo o se venda a si mismo, utilizando su carisma para persuadir y llevarte a anhelar y desear algo, al punto que podrías dedicar toda una vida a buscar lo requerido, hasta obtenerlo o adquirirlo.

Me pongo a pensar qué haríamos nosotros sin esas marcas fonéticas o visuales que tanto nos llaman la atención, las cuales somos capaces de reconocer a distancia, más aún, si somos clientes fieles a las mismas.

Qué seria de nosotros si no tuviésemos algo que nos motivase a trabajar, a producir dinero o bienes que, de una u otra manera, sirven para intercambiarse entre si, sea cual sea la combinación que tomemos. (Dinero por bien, dinero por dinero, bien por bien.)

Qué seria de nosotros si dejásemos de ser creativos, innovadores e insatisfechos, razones que cada día hacen que busquemos más y mejores cosas para hacer de lo rutinario un nuevo reto de aprendizaje y de satisfacción temporal.

Qué seria de la vida y de sus seres sin esta simple palabra…

Definitivamente, no lo sé, pero esto me lleva a pensar que de seguro poseeríamos otros conceptos o, quizás, tendríamos otros significados a las palabras usadas. Viviríamos en otro mundo y lo que hoy conocemos como maravillas, tecnología, entre otros tantos términos, no existirían; mucho menos estarían los productos que estos han generado o traído consigo. Nuestra conducta no seria igual, tampoco tendríamos los mismos valores y ética; al mismo tiempo, un cambio radical de nuestras leyes y procedimientos se haría presente. Sé que parece ilógico, pero, créanme, que no lo es, ya que si profundizamos el concepto de mercadeo y viésemos todo lo que abarca el mismo, nos daríamos cuenta que mercadeo es todo lo que conocemos:

Es un lugar, cuando compramos un pasaje a otro país, con el fin de conocer la geografía, la hidrografía, el relieve, la cultura, entre otras fortalezas que posee ese lugar a visitar, las cuales se encuentran concentradas en un solo sitio que identificamos con un nombre, que pudiese ser China, Japón, Italia, etc. También es un lugar cuando decimos con orgullo, lo bella que es nuestra ciudad natal, lo bien o mal que se vive en ella, y todo lo que se contempla en estar en la misma. La forma cómo la vendemos y la forma cómo se vende un punto “X” en este planeta, definitivamente es mercadeo.

Es una persona, cuando vemos las grandes campañas electorales de los partidos de izquierda y derecha, vendiendo las ideas de un político en particular a través de un plan de gobierno. También es una persona, cuando se nos acerca una dama o un caballero, que siente atracción especial por nosotros y comienza a decir disparates a ver en cuál tema es uno afín con el mismo, para de allí agarrarse y establecer una conversación amena que, a corto, mediano o largo plazo, nos lleve a establecer una amistad, un compañerismo, un noviazgo, un matrimonio o sencillamente, los lleve a nada. Esa estrategia utilizada para venderse una persona, de seguro que es mercadeo.

Es servicio, cuando nos efectuamos preguntas como: ¿Quién no le ha llevado un vaso de agua a un padre?, ¿Quién no le ha servido un plato de comida a un amigo, vecino o familiar?, ¿Quién no le ha hecho un favor a alguien? O mejor aún, ¿Quién no ha dicho, al menos, una vez en su vida y en su idioma, la palabra “GRACIAS”, sonriendo? Dudo mucho que exista alguien que no haya hecho alguna de las anteriores. Eso es servicio y se mercadea, al punto, que existen empresas que han obtenido fama, liderazgo e, incluso, han alcanzado fortunas, por establecer y mejorar cada día la atención al cliente, con cosas tan simples como sonreír, los buenos modales y una disposición perenne al alcance de usted, con el objetivo de facilitarle una actividad en particular.

Y para concluir, es un producto, cuando compramos u obtenemos algo tangible que cubre o no, nuestras necesidades; bien sea una comida como tal, una bebida en particular, la ropa que vimos en la tienda de la esquina, los electrodomésticos que tenemos o nos gustaría tener, etc.

Como ven, en todo hay mercadeo; por ello, todo lo que hacemos, tenemos, compramos, vendemos o cualquier otros verbo que deseen aplicar, conlleva de una forma explicita o implícita, la aplicación de una de las cuatro clasificaciones antes descritas; queda, de su parte, el análisis de todas las situaciones posibles y de cómo puede cada día usted mejorar como persona, los servicios que brinda, los productos que vende o los lugares en donde está y los que visita.