Un venezolano distinto

Uslar Pietri, refiriéndose a otro gran connacional, Alberto Adriani, escribió con su natural y sencilla manera de expresar, lo esencial: “Comprendió con la primera ojeada, que los males de Venezuela arrancaban de los más hondo….(…) no se podría hacer una Venezuela distinto, sino con un venezolano distinto”. Ese, y no otro, ha sido nuestro drama como nación que no termina de alcanzar un sendero claro al progreso en todos los órdenes.

En los actuales momentos, en los que se enseñorea el desorden, el caos y la más patética manera de lo absurdo e involucionante; cuando todo parece desmoronarse a nuestro alrededor, es todavía más importante plantearse nuevamente este tema clave, para que entre todos podamos encontrar la senda y la salida.

¿Necesitamos un nuevo venezolano para que exista una nueva Venezuela? ¿Cómo coadyuvar a su formación, en tiempo perentorio, de forma que pueda abrir esos espacios respirables y tan necesarios para el país? A través de estas páginas hemos planteado que el tema de una real y profunda transformación educativa, a todos los niveles (comenzando sobre todo con el pre escolar), es crucial, pero ¿Qué hacer con los otros sectores de la población en el mientras tanto?

Llegados a este punto puede resultar pedagógico, si es que se encuentran precandidatos presidenciales que busquen evitar la tentación de seguir guiones políticos tradicionalmente preestablecidos, el tono y densidad de los mensajes que envíen éstos al colectivo. Nuestra situación, aunque no en el orden bélico, si se hace abstracción de la mortandad a manos del hampa, se asemeja a la de la Inglaterra asediada por las fuerzas nazis. Se requiere de una toma de conciencia, de líderes que presenten el panorama, cuan descarnado es, e inviten al sacrificio, al esfuerzo y al decidido compromiso con esta tierra de nuestros mayores. Es evidente que en nuestro país se han dado hombres grandes y de progreso, pero no lo es menos que nos ha faltado ese esfuerzo masivo, para que no permanezcan aislados los engranajes de esa maquinaria de avance.

Pongamos un ejemplo de actitudes a modificar en nosotros: el brillante Psicoanalista, Dr. Adrián Liberman, comentaba en estas páginas (“La insignificancia”, Correo del Caroní, Viernes 12-08-11): “las personas sienten que sus proyectos de vida, sus esfuerzos, las motivaciones que tienen, mutan de sentido, para peor. Estas destituciones objetivas, producen rabia y luego se convierten en resentimiento o melancolía…(…) Lo peor de todo, es que la desesperanza va adueñándose de quienes experimentan estos acontecimientos y la insignificancia, la extinción de la noción de la propia importancia, se vuelve el sentimiento principal”.

Sólo con una nueva forma de encarar las ingentes dificultades, con una nueva manera de relacionarnos con esa idea territorial que cristaliza en la palabra Patria, tendremos un país distinto.

¿Vendrá ese mensaje y esa anhelada transformación del país, de parte de los que hoy se postulan como deseosos de salvar este país? No se trata de “lo que queremos oír”, sino de lo que “necesitamos oír”, para crecer y hacernos constructores de nuestros destinos.

Si los problemas -como apuntaba Uslar Pietri y como podemos atisbar todos nosotros-, vienen de lo más hondo, de allí, de esas profundidades, deben también provenir sus soluciones.

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