UNELLEZ, Sociedad Civil y Estado

Este título tiene una sola intención y es, que se reflexione con transparencia acerca del vínculo que debe existir entre la educación que se brinda en el nivel de educación superior y el aporte de los miembros de la sociedad en la que se insertan estas Casas de Estudios Superiores, con un sólo propósito obligar a la comunidad de esta región llanera a pensar en qué es lo que ocurre en la UNELLEZ desde hace seis años y nueve meses que ha deteriorado su imagen hasta el punto de que se piense en destruirla para levantar sobre sus cenizas otras instituciones. Para empezar se hace necesario acentuar el análisis y discusión en dos ideas: una, la necesidad de reexaminar las relaciones entre nuestra Casa de Educación Superior y la sociedad civil, en razón de que parecen muy distantes y, dos: la urgencia de que existan relaciones constructivas –léase bien, constructivas- entre el Estado y la Universidad, requisito básico que debe estar fundamentado en el respeto a la libertad académica y a la autonomía institucional.

Reexaminar las relaciones entre nuestra Casa de Educación Superior y la sociedad civil pasa por el hecho de que todos nos detengamos a hacer memoria y a escuchar el mensaje que profesores, estudiantes, empleados y obreros han venido expresando como resultado del análisis de una serie de avances y retrocesos que pulsan la intrahistoria de la universidad desde el año 2000. Entre informaciones de prensa, declaraciones por los medios de comunicación, conversaciones entre colegas, entre alumnos, entre miembros de la comunidad, artículos insertos en periódicos, boletines, trípticos, volantes y todo tipo de papel, jornadas, eventos describiendo los hechos, se puede obtener una visión o diagnóstico primario del estado del arte. Desde el 2000 hasta la fecha han asumido las riendas del poder en la UNELLEZ seis rectores, cada uno bien diferente del otro, y cada gestión mejor o peor, pero ninguna lo suficientemente buena como para resolver la crisis que consume a nuestra Casa que vence las sombras. La sociedad civil tiene una imagen de lo que ocurre, se preocupa, pregunta, indaga, pero no pasa de ahí. Las familias de los estudiantes en sus charlas cotidianas observan y cuestionan el facilismo, el caos, la incertidumbre o aplauden la apertura, la inclusión y los beneficios con los que se van formando su descendencia. Los futuros profesionales, unos más preocupados que otros, complementan y perfeccionan su aprendizaje; se esfuerzan y buscan asesorías a la par que reciben formación. Pero, otros no, otros atraviesan el sistema de formación sin asumir su nuevo rol, el de prepararse para asumir las riendas de este país en un futuro no muy lejano. El divorcio existente entre Universidad y sociedad civil es lo que ha permitido que esta Universidad se derrumbe poco a poco.
La urgencia de que existan relaciones constructivas entre el Estado y la Universidad es la otra cara del problema. El Estado ha vulnerado la autonomía de nuestra Universidad apoyada, en un principio, en errores cometidos por autoridades de la “cuarta república”, pero pareciera que eso sólo fue la excusa, porque a partir del 2001 los errores cometidos por autoridades “de la quinta república” se han multiplicado, diversificado y fortalecido como una enfermedad, que carcome la lógica y hunde en el vacío cualquier razonamiento, permitiendo que la resistencia y el escepticismo por un lado, y la intransigencia y el exceso de confianza por el otro no abran espacios de conciliación y de encuentros sensatos. La intervención comenzó con tintes políticos, pensaron en quitar la UNELLEZ de manos de un partido político que se creyó por siempre su dueño, pero el remedio fue y es peor que la misma enfermedad, ahora es otra postura política la que no quiere soltar su presa y en esos ir y venir de un equipo rectoral y otro, la academia se abandonó, la calidad de servicios disminuyó, la cantidad apabulló a la calidad, el orden y las secuencias lógicas desparecieron, dando paso a la incertidumbre, a la desorganización, al tumulto. El Estado debería restaurar la autonomía universitaria mediante la democratización, lo que pudiera reestablecer la academia en nuevos escenarios, donde la inclusión de todos, no sólo la de los estudiantes se constituya en un valor y no en una papa caliente que va de equipo en equipo, deshilándose, desmoronándose, destruyéndose.

Para que la sociedad vuelva sus ojos sobre la UNELLEZ se requiere que los gremios empresariales (por ejm.: Cámara de Comercio, Cámara de mecánicos, etc), los gremios laborales (por ejm.: Confederación General de Trabajadores, Federación Venezolana de Maestros, Federación de Trabajadores del Poder Judicial, Federación de Construcción Civil, Federación Nacional de Ganaderos), los gremios profesionales (por ejm.: Colegio de Abogados, Colegio de Psicólogos, Colegio de Médicos, Colegio de Ingenieros, Colegio de Profesores, Colegio de Periodistas, Asociación de Educadores, Colegio de Entrenadores Deportivos) y los gremios por sector de producción (por ejm.: Federación de ganaderos, de productores agrícolas) emitan opinión, visiten la UNELLEZ para que conversen con sus autoridades y con los gremios, con los sindicatos propios del recinto universitario, de manera que se preocupen y se ocupen en resguardarnos unos con otros, en brindar el apoyo mutuo que toda sociedad necesita, en ofrecer alternativas que nos ayuden a salir del caos.

Para que el Estado vuelva sus ojos sobre la UNELLEZ se requiere que haga un alto en su intervención o ataque y permita la democratización del acontecer unellista, proponiendo algunas reglas mínimas de parte y parte, que consientan en la idea de consenso, de equidad y de justicia entre el Estado y la Universidad, en aras de la auténtica búsqueda de la verdad y del conocimiento, en procura de la tranquilidad espiritual y estabilidad laboral de profesores, estudiantes, empleados y obreros.
Unellez, sociedad civil y Estado es un trinomio que en los actuales momentos juega el papel más significativo y decisivo en cuanto al desarrollo de la región llanera en el marco del Plan de Desarrollo Económico y Social de la Nación. El aporte de estos tres colosos pasa por la necesaria superación positiva de la miseria y pobreza espiritual de unos y otros de manera que se pueda garantizar el desarrollo y crecimiento de nuestra Universidad, gestora del saber humano, y no el de su anulación. Además, se hace necesario deponer egoísmos y saberes parcelados, apelando a los sentimientos de solidaridad, de saber colectivo, de desprendimiento personal por la construcción colectiva del resurgir de nuestro patrimonio universitario: la UNELLEZ, garantizándonos a todos, el acceso al conocimiento para universalizar la educación superior con pertinencia, que es lo que se necesita en este país.