Vacío de conocimiento

¿Qué genes se activan y se desactivan a lo largo del ciclo vital de una determinada variedad de planta, cómo y porqué lo hacen? ¿Cómo influye el nuevo gen introducido en el funcionamiento del resto del genoma de la planta? ¿Cómo altera el entorno el encendido o el apagado de los genes de la planta cultivada?

Actualmente, todas estas preguntas se encuentran, en gran medida, sin respuesta. La introducción de genes nuevos en el genoma de la planta o del animal manipulado provoca alteraciones impredecibles de su funcionamiento genético y de su metabolismo celular, y esto puede acarrear: i) la producción de proteínas extrañas causantes de procesos alérgicos en los consumidores, (estudios sobre la soja transgénica de Pioneer demostraron que provocaba reacciones alérgicas, no encontradas en la soja no manipulada); ii) la producción de sustancias tóxicas que no están presentes en el alimento no manipulado, (en EE.UU., la ingestión del aminoácido triptófano, producido por una bacteria modificada genéticamente, dio como resultado 27 personas muertas y más de 1500 afectados); y iii) alteraciones de las propiedades nutritivas, (proporción de azúcares, grasas, proteínas, vitaminas…).

Hay suficientes peligros reales como para afirmar que estos alimentos no son seguros.

Hoy por hoy, la comercialización de alimentos transgénicos es un acto irresponsable que nos convierte a los consumidores en cobayas humanos. Las multinacionales agroquímicas, (que desean que para el 2010 haya componentes transgénicos en un 60-70% de los productos comercializados), se prometen grandes beneficios económicos, pero el riesgo lo ponemos nosotros y el medio ambiente. Las tristes experiencias pasadas con biocidas como el DDT -que se difundieron masivamente en su día, promocionándolos con promesas parecidas a las que ahora se emplean en relación con las biotecnologías, y hoy están prohibidos debido a los gravísimos problemas ambientales y sanitarios causados- aconsejan una prudencia extrema, aplicando la sabiduría contenida en el dicho «más vale prevenir que curar».

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