Vocación democrática

En efecto, el hombre se organiza en sociedad y pasa del concepto de Estado Nación, a partir de los siglos XV y XVI, donde el Estado todopoderoso, representado en el Señor Feudal o en el Rey, quienes ejercían la soberanía a su antojo como recibida de Dios, entonces el poder soberano era sobre los súbditos. Concepto que involucraba el poder de hacer leyes, reglamentos, tratados, guerras, imponer, cobrar impuestos etc. Era una soberanía total y absoluta, ejercida por el representante.

El desarrollo del Estado Moderno, lleva consigo la revisión de estos conceptos. En ese sentido, se crean contrapesos que limitan el poder del mandatario. Sin esos equilibrios en la organización y ejecución de la acción pública, no podemos hablar de un Estado Democrático y, menos aún, moderno.

En el caso de Venezuela, que cuenta con cinco poderes, como es del conocimiento de todo el mundo, éstos poderes no son autónomos, sino, que responden al designio del poder ejecutivo y así hemos logrado una gran mezcolanza entre “instituciones” y “partidos”; entre funcionarios públicos y activistas políticos, que permite al gobierno mantener un desequilibrio en el ejercicio del poder, con tendencia al abuso y a los excesos. Este mal se agudizó con la reciente elección del Poder Moral, que pasó hacer la ratificación de las personas propuestas desde Miraflores, sin cumplir con los extremos constitucionales para una elección de tanta importancia, porque ahora resulta que no tendremos un Poder Moral, sino, unos activistas en defensa del gobierno. De tal suerte, que cuando a un ciudadano común, el gobierno le viole sus derechos, no tendremos al contrapeso, es decir, al garante de la legalidad, sino, al protector del gobierno, (su alcahuete).

La situación es muy delicada, ya que en la medida en que el ciudadano común no se vea representado, ni defendido por las instituciones, en esa misma medida pierde respeto por ellas y comienza hacerse justicia por su propia mano, pensando y haciendo lo que le viene en gana, ya que todo el mundo lo hace ¿Por qué yo no?. El ciudadano pierde respeto por él mismo y por los demás, entrando en el campo de la anarquía.

Este es un punto de reflexión, en cuanto a que cualquier propuesta política debe pasar por la recuperación de la institucionalidad en nuestro país, para lo cual se requiere líderes con verdadera vocación democrática, es decir, con respeto por la disidencia y por los derechos de los demás.
La sociedad busca su reacomodo en función de sus necesidades, comete errores y los enmienda en forma natural; así pasamos del rechazo total y categórico de los partidos políticos, pasando a la búsqueda de personalidades o individualidades, para que nos representaran, lo cual fue un error, así caímos en manos de Hugo Chávez; ahora, no es un liderazgo personalista el que nos sacará adelante, sino, el formado dentro de una estructura donde haya tenido que competir, de abajo hacia arriba, que tenga seguidores, que esté cercano a los problemas de la comunidad y tenga el suficiente conocimiento para resolverlos.

De esta última contienda electoral se deben sacar varias reflexiones, entre otras, que los partidos de oposición deben salir unidos para vencer al Chavismo, pero que esa unidad no sea una distribución de cargos, por sectores, sino que los apoyos respondan realmente a liderazgos locales y regionales, respetados por la ciudadanía; esta oposición, debe sin mezquindades, abrir sus espacios a personas que contando con trayectoria y formación política, no formen parte de la cúpula o mejor dicho de los cogollos.

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