Vuelven los Capitales Foráneos

Un reciente estudio del Instituto Internacional de Finanzas -organismo que agrupa fundamentalmente a los grandes bancos del mundo- postula que durante el año 2010, América Latina recibirá un flujo de capital extranjero del orden de los 190.400 millones de dólares.

Esa cantidad es un 21% mayor que la recibida durante el año 2009, lo cual implica que los grandes activos financieros del mundo vuelven nuevamente a circular por el mundo -movidos por el deseo de ganancias y por la aceptación de riesgos- lo cual les hace recuperar plenamente su condición de capital. En su proceso de circulación y de reproducción, esos capitales generan procesos productivos de bienes y servicios, introducen innovaciones tecnológicas y, finalmente, venden lo producido en los mercados más grandes y más dinámicos del mundo contemporáneo, como única forma de lograr las ansiadas ganancias.

De esos 19.400 millones de dólares, se calcula que la mitad, aproximadamente 96 mil millones de dólares, se canalizarán hacia Brasil –que hace lo posible por jugar en las grandes ligas de la economía mundial- y 37.200 millones de dólares se canalizarán hacia México. Otros países que recibirán flujos importantes de capital extranjero son Perú, Chile, Argentina y Colombia. Hacia Venezuela no se visualizan que estén por fluir montos significativos de capital extranjero, excepto en el campo de la extracción petrolera.

El capital extranjero, sobre todo el capital que llega bajo la forma de inversión extranjera directa; es decir, directamente ligado a la producción de bienes y servicios, representa una ayuda y una oportunidad para los países receptores. La mayoría de los países del mundo, sobre todo del mundo en desarrollo, se esfuerzan por convocar hacia sus propias economías, una parte importante de esa gran masa de recursos financieros, que buscan oportunidades de inversión rentable. Son muy pocos hoy en día los países, que hacen todo lo posible por alejar de sus fronteras a dichos capitales y, desgraciadamente, esos países no se caracterizan precisamente por presentar las mejores condiciones de crecimiento y de competitividad.

LOS ESTADOS NACIONALES

Antaño, con gobiernos y estados nacionales débiles y corruptos, y con tecnologías y canales comerciales muy poco transparentes, el rol y el peso de las empresas extranjeras en los países en desarrollo era demasiado alto, convirtiéndose la mayoría de las veces, en verdaderos estados dentro de los estados. Se trataba de un caldo de cultivo propicio para el florecimiento de las concepciones antiimperialistas y anti capital extranjero, las cuales se fundían fácilmente con las ideas en pro de una mayor soberanía e independencia nacional. Hoy en día, sin embargo, la capacidad de los estados nacionales de imponer a las empresas extranjeras las condiciones tributarias, cambiarias, laborales y comerciales que se consideren mas convenientes con los intereses nacionales, es muy alta. Por lo menos, es tan alta como lo es el imponer esas condiciones a las propias empresas nacionales.

El capital extranjero que llega a los países en desarrollo, no viene en plan de ayuda ni de solidaridad. Viene a conseguir ganancias más altas, que las que podrían conseguir en sus países de origen. Nadie, en su sano juicio, puede pretender que las empresas extranjeras actúen con un criterio distinto, y no se les puede condenar por ello. Lo importante es aprovechar sus ventajas, para poner en explotación recursos y factores productivos que, de otra forma, descansarían inactivos hasta el final de los siglos, para desarrollar nuevas tecnologías, para aumentar las exportaciones, para reducir la cesantía, para aumentar la competitividad en el ámbito internacional, etc.

REGLAS CLARAS

Una de las cosas que más necesitan los capitales extranjeros, cuando se radican en otros países, es que existan reglas del juego claras y conocidas, que estas tengan un alto grado de estabilidad, y que cuando se modifiquen unilateralmente, exista alguna instancia internacional frente a la cual poder reclamar y eventualmente dónde exigir respeto por los derechos vulnerados.

En el caso particular de Venezuela, las normas existentes sobre inversión extranjera, en particular el Decreto con Fuerza de Ley 356, plantea claramente que las controversias entre un inversionista extranjero y el estado venezolano, serán sometidas a arbitraje internacional. Este decreto, que data de 1989, lleva la firma del Presidente de Venezuela, Hugo Chavez Frias, y de todos sus ministros. Desgraciadamente, ese marco de protección al capital extranjero, se ha visto altamente relativizado, por el peso que van adquiriendo en el equipo gobernante las viejas banderas antiimperialistas. Mientras tanto, Brasil y otros países latinoamericanos, a los cuales difícilmente se les puede calificar como agentes del imperialismo, convocan a la mayor cantidad posible de capitales extranjeros y aprovechan las ventajas que ellos generan.

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