Wilfredo Briceño: ¿Se irá la inflación?

2.6 % es el aumento en los precios reportado por el Banco Central para el reciente mes de febrero del presente año respecto a enero.

Muy bajo en comparación con la tendencia alcista observada desde 2017, reafirmando, además, una nítida línea tendencial negativa, pues, desde septiembre del 2021 -7 meses- el Índice Nacional de Precios al Consumidor -INPC-, osciló entre 2 y 8 % mensual, lejos de niveles superiores a 50 % mensual, cómo los sufridos desde noviembre del 2017.

 Cómo bien puede observarse en el cuadro siguiente, el comportamiento de los precios en el último semestre presenta una sensible estabilidad con clara tendencia a la baja.

Cuadro # 1 (2022)

Mes     INPC.

Sep.     7.1 %

Oct.     6.8 %

Nov.    8.4 %

Dic.     7.6 %

Ene.    6.7 %

Feb.     2.6 %

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Fuente: BCV.

Si comparamos el índice de inflación acumulado ( enero-febrero) para los últimos 4 años el descenso visto en el año en curso en esa variable es, por demás, visible:

Cuadro # 2

INPC acumulado (enero-febrero)

2019   535.9 %

2020     97.1 %

2021     96.5 %

2022         9.9 %

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Fuente: BCV, cálculos propios para 2022.

El primer bimestre del año corriente acumula una inflación, 90 % menos que la acumulada para el mismo lapso los años 2021 y 2020 y, 98 % menos que el año 2019. El descenso es notorio.

Preguntas obligadas son: ¿se estabilizarán los precios en el País?, ¿es sostenible ese «bajón» en la inflación?, ¿estamos cómo sociedad diciéndole adiós a la inflación? ¿tendremos niveles de inflación -que debe ser el objetivo- similar a nuestros pares en la región?

*La macroeconomía de la inflación*

(Aspecto técnico básico para entender el tema)

Pocos fenómenos económicos han ocupado la atención de economistas como las alzas de precios. Y salvo, «izquierdistas trasnochados», hay relativo consenso en cuanto a su origen, como a la forma de derrotarla.

Un proceso alcista de precios se manifiesta costando más en dinero los bienes y servicios respecto a un tiempo precedente, luego, es primeramente y, esencialmente, un problema monetario, en consecuencia, su génesis, encuéntrase en el mercado de dinero, esto es, en el ámbito de la Oferta de Dinero (OD) y de la Demanda de Dinero (DD)

El mercado de dinero está en equilibrio, obvio, cuando la oferta de dinero -todo el dinero líquido que circula en una economía, no solo físico, más el que está en los bancos, que puede ser usado sin restricciones- es igual a la demanda de dinero, demanda que hacen los diferentes actores económicos -consumidores, inversionistas, entes públicos-.

La afirmación anterior se reduce a la formulación matemática siguiente:

OD = DD

OD= oferta de dinero.

DD= demanda de dinero.

El mercado de dinero en un País, está en equilibrio -situación económica óptima- cuando su oferta es igual a su demanda.

Pero en economía interesa son los valores reales sobre los nominales.

Un valor real, es uno, que no tiene en cuenta incrementos artificiales, ficticios, por efecto de sólo aumentos de precios, e.g. sí un vehículo cuesta mil USD -notación del $-  en 2020 y, en el 2021 su precio se elevó a USD 1.200, pero la inflación fue de 20% en el 2021 respecto a  2020, pues, el precio de ese vehículo en el 2021, refleja el precio base, precio en el 2020 más el incremento por concepto de inflación; en valores reales -descontado el efecto inflación- esto es, a precios de 2020, el precio del vehículo en el 2021, sigue siendo USD 1.000.

Para efectos de análisis económicos interesa su valor en términos reales no nominales.

Luego, la oferta real de dinero -reitero, el valor de la cantidad de dinero excluido el efecto de la inflación- es igual a la oferta nominal -billetes, tarjetas de crédito, líneas de crédito, criptomonedas, divisas en posesión de privados y, depósitos bancarios-, divido por la inflación, es decir, por el INPC.

En consecuencia, la formula anterior se nos transforma en:

OND

‐—– = DD

INPC

Siendo, OND, la oferta nominal de dinero, es decir, el valor equivalente a la suma de todo el dinero líquido de una economía.

De allí derivamos que:

INPC= OND/DD

La inflación es igual a la oferta nominal de dinero – el total de dinero que hay en una economía en un lapso determinado- respecto a la demanda de dinero que por diferentes motivos realizan los actores económicos.

He allí, la formulación matemática que resume el fundamento teórico de la macroeconomía de la inflación.

Si el incremento en la cantidad de dinero de una economía -OND- se corresponde con iguales aumentos en la demanda de dinero -DD-, pues, los precios no varían, repito: no varían, en consecuencia, no se produce inflación.

Pero si se crea más dinero y se pone a circular al interior de una economía y, además, es superior a la demanda de dinero, en ese caso, habrá inflación.

Simple: una economía tendrá estabilidad de precios si ajusta el crecimiento de su oferta monetaria a sus justas necesidades transaccionales. Si, por el contrario, se produce un desequilibrio en esa relación, aumentando más la oferta de dinero que la demanda…se pagará con inflación. ¡Inevitable!

El mundo, o mejor, casi todos los Países vivieron un largo período de estabilidad de precios al observar esa regla en la definición de sus Políticas Económicas.

Desde finales del siglo pasado y la mayor parte del XXI, la inflación cómo problema económico, salvo un muy reducido número de países, desapareció.

Se incrementaba la cantidad de dinero -OND- en correspondencia a aumentos previsibles en su demanda. Ergo, al final de cada ejercicio fiscal se observaba casi total estabilidad de precios.

Milton Friedman, nobel de economía, quien, quizá, es el que más ha estudiado el tema postulo la famosa «regla del crecimiento monetario X %». Señalo que, si la economía norteamericana aumentaba en 3 % anual su liquidez u oferta monetaria, con seguridad, habría estabilidad de precios.

Naturalmente, cada economía, según sus particulares circunstancias y tiempo tendría un nivel especifico de crecimiento monetario compatible con una situación de estabilidad de precios.

Estudios empíricos sobre la economía venezolana a inicios del presente siglo, estimaban que un crecimiento del PIB de 5 a 6 % anual, para tener estabilidad de precios, la oferta de dinero debía crecer entre 10 y 12 % anual.

Con la llegada del COVID 19, los países se vieron en la necesidad de incrementar su oferta de dinero para sufragar los gastos que ocasionó los largos estados de cuarentena a que se sometió la población para detener la propagación del virus; luego, se disparó la inflación.

Una población en cuarentena producía menos, se demandaban menos factores de producción, luego, se demandaba menos dinero, pero en contraposición, se aumentaba la oferta de dinero para sufragar los gastos públicos por la epidemia y, según la ecuación debían aumentar los precios…y así sucedió.

El presente proceso inflacionario que vive el mundo obedece a la absurda invasión de Putin a Ucrania. Los principales países se ven en la necesidad de incrementar la cantidad de dinero para sufragar los incrementos en gastos en defensa, amén del justificado apoyo monetario al valiente pueblo ucranio y, al ser ese aumento en la OND superior a la demanda de dinero, puesto que la producción se incrementa a menor proporción, pues, suben los precios. Que es lo que estamos observando actualmente, claro, potenciado por un cuadro de expectativas negativas en cuanto a la intensidad y duración de la guerra que desequilibra mercados altamente sensibles como el energético y el agroalimentario.

*¿Qué pasó en Venezuela? *

Un poco de historia.

Los precios de los bienes y servicios, medido como aumento interanual promedio del INPC para diferentes períodos se han comportado en el País del modo siguiente:

Cuadro # 3

Años               INPC

1940-1973     1.4 %

1974-1986    10.2 %   

1987-1998    50.2 %

1999-2012    20.4 %

2013             56.0 %   

2014.             68.0 %

2015             180.0 %

2016.             274.0 %

2017.            862.0 %

2018           130.060.0%

2019              9.585.0 %

2020              2.959.0 %

2021                686.0 %

2022                120..0 %

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Fuente: BCV.

2020 estimado.

Del cuadro anterior se desprenden algunas consideraciones:

*Vivimos un largo lapso -24 años de absoluta estabilidad de precios. La tasa de crecimiento de los precios fue de apenas 1.4 % anual, entre 1940-1973. Los precios de los bienes y servicios, prácticamente no se movían de un año para otro.

*Es a partir de 1978 que el País conoce de tasas de crecimiento interanual de dos dígitos-no se aprecia en el cuadro-, y se tornan altas, con tendencia a subir, posterior a esa fecha.

*El período 1987-1998, es un lapso de crisis inflacionaria. Que una economía observe un crecimiento promedio anual de 50 % durante 12 años es expresión nítida de un grave desequilibrio macroeconómico; e.g. en 1996 superamos, por primera vez, una tasa de inflación de 100 %, atribuido a una pésima gestión macroeconómica los 2 primeros años de gobierno de Caldera II, sobre todo, la extrema impericia conque fue manejada la crisis financiera de 1994.

*Con Chávez (1999-2012) hubo un descenso de la tasa promedio de inflación, que la situó en 20.4 % anual, sólo -debe decirse- a un costo económico muy alto, pues basó Chávez su Política Antiinflacionaria, en controles de precios, de la tasa de cambio, sobrevaluación excesiva de la moneda y masivas importaciones.

*A partir del 2013 llegó el desmadre y, en noviembre de 2017 implotó el proceso hiperinflacionario que, aparentemente cesó en diciembre pasado, si nos atenemos a la prescripción de Phillips Cagan, que una hiperinflación termina cuando durante un año se obtienen tasas de crecimiento en los precios mensual por debajo de 50 %, afirmación generalmente aceptada entre economistas.

Haremos algunas consideraciones sobre el comportamiento de la inflación en los últimos años y, más concretamente si, lo señalado al comienzo, es decir, la tendencia a una posible estabilización en el régimen interno de precios, es posible.

Según la teoría económica mayoritariamente aceptada -cómo se explicó-, un aumento de precios en una economía resulta siempre, de un crecimiento en la oferta nominal de dinero respecto a la demanda del mismo en un mismo lapso o período.

En la práctica, tal desequilibrio se expresa cuando el Gobierno Central opera con déficit fiscal, o lo que es lo mismo, el gobierno gasta más de lo que le ingresa, que es lo que ha sucedido, en grado extremo desde 2012, por lo menos. Veamos en el cuadro siguiente cómo ha sido el comportamiento fiscal, es decir, la relación ingreso-egreso del gobierno en los últimos aňos:

Cuadro # 4

Año.       Déficit Fiscal (% PIB)

2012        -17 %

2013.       -15 %

2014.         -9 %

2015.       -14 %

2016        -24 %

2017.       -27 %

2918        -12 %

2919          -9 %

2020          -7.5 %

2021.         -5.6 %

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Fuente: BCV, Ecoanalita, Síntesis Financiera.

Un dato para los no versados en asuntos económicos: cualquier texto serio de macroeconomía enseña que cuando un País tiene para un ejercicio fiscal un déficit fiscal de 4 %, por ejemplo, está en problemas, si lo mantiene para el año siguiente debe prender las alarmas y, si tampoco lo corrige al tercer año, entonces, de seguro, ese país vivirá procesos de inflación.

Mas aún: Jeffrey Sachs, quizá, el mejor -o, uno- de los mejores economistas vivo del mundo, previa documentación de hiperinflaciones en varios Países -Bolivia, Polonia, Argentina, Rusia- sostiene, que cualquier Nación que tenga déficits fiscales entre 10-12 % anual, por períodos de más de 3 años, con seguridad desemboca en un proceso hiperinflacionario.

De modo que, cuando observamos las magnitudes que en Venezuela asumió el déficit fiscal, según el cuadro arriba expuesto, pues, en lo absoluto, debe sorprendernos la hiperinflación padecida, cómo se señaló, desde noviembre de 2017.

El desmadre inflacionario que vivimos desde el 2013 obedece, fundamentalmente, a un nivel de gasto público, que, en demasía, superaba, a los ingresos formales que obtenía el Ejecutivo, el cual se expresaba en un abultado déficit fiscal, que el gobierno financiaba imprimiendo dinero inorgánico, pero que tal alocada decisión, los ciudadanos pagábamos con un descarrilamiento en su sistema de precios que nos empobrecía a troche y moche.

El gobierno ha venido, desde el 2019, paulatinamente, reduciendo anualmente la emisión de dinero inorgánico -dinero emitido sin respaldo en producción o deuda externa- para financiarse, siendo que, en esa misma dirección, cómo reza la teoría económica, la tasa de inflación disminuye.

Una vía para ver lo descrito en líneas anteriores, es observar el descenso habido en el crecimiento de la oferta monetaria o liquidez monetaria -dinero que circula más depósitos bancarios-, donde la creación de dinero primario, dinero que circula por primera vez, creado por el Banco Central, para adquirir títulos de la deuda pública, es un componente relevante.

Cuadro # 5

Años     Liquidez (M2)

  (aumento anual)

2012        61 %

2013.       70 %

2014.        64 %

2015.       101 %

2016.       160 %

2017.    1.225 %

2018.   68.000 %

2019.     4.985 %

2020.     1.131 %

2021.        706 %

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Fuente: BCV, Eco Analítica, Torino Economics.

…*Llegando al llegadero*

Ciertamente hay un descenso notable -lejos todavía de una situación deseable de estabilidad de precios- en el índice que mide la inflación.

El año que corre, al final, podría presentarse un crecimiento en los precios entre 100 y 120 %, que, si por ejemplo, lo comparamos con la tasa habida en 2020 (2.959 %), representa 82 % inferior, o, la sufrida el año pasado (686 %), 95 % menos. 

*¿Cuáles son las razones? *

Esencialmente tres: 1) descenso en la intensidad de la devaluación de la tasa de cambio, 2) disminución en la tasa de crecimiento de la oferta monetaria, 3) reducción en el déficit fiscal. Veamos.

*1) La tasa de cambio*

La relación Bs/$ tiene un enorme peso en la configuración del sistema de precios interno, dado el gran peso relativo que tienen las importaciones en la conformación de la oferta agregada nacional, esto es, los bienes y servicios que se expenden en el país.

Obviamente, si el dólar (USD) se mantiene estable, pues, el precio de las importaciones, en términos de dólares, no varían.

El gobierno mediante la inyección de dólares en las mesas de cambio de los bancos comerciales, aumenta la oferta de verdes americanos equilibrándola con la demanda, reduciendo la volatilidad de la tasa de cambio, impactando, positivamente, en la formación de los precios.

El gobierno comenzó, tímidamente,  esa política de intervención en el 2019 y el año pasado, por la mejora modesta en la producción petrolera, se estima que inyecto unos USD 1.500 millones, continuando éste 2022, siendo, que en enero la cotización que registra el BCV del Bs/$ varió 2.6 % y en febrero sólo 0.25 %; la injustificable invasión de Putin a Ucrania ha implotado los precios del petróleo sobre los USD 100 el barril, lo que hace, que aun produciendo Venezuela sólo unos 800.000 b/d, y previendo un modesto aumento en el transcurso del año, éste 2022, probablemente, los ingresos petroleros monten a unos USD 21.000 millones, 80 %  más que el año pasado, lo que le da relativa holgura para continuar con su política de intervención en el mercado cambiario y,  cancelar el reciente aumento de salarios y pensiones sin necesidad de imprimir dinero inorgánico, lo cual no genera presiones inflacionarias.

*2) La oferta monetaria*

Es en este punto, el elevado encaje legal, el punto nodal a considerar.

Los bancos están legalmente obligados a depositar en el Banco Central una alícuota de los depósitos que recibe de los particulares. Dicha alícuota oscila, generalmente, entre 8 y 18 %, pues bien, el gobierno la fijó por encima del 90 % antes de la reciente rebaja, llevándola a unos 73 %. ¿Qué significa? Que los bancos no pueden dar créditos; se les anula su principal función, la de ser intermediarios financieros, en consecuencia, se elimina la capacidad que tiene el sistema financiero de «crear» dinero, y de esa forma, la masa u oferta monetaria pierde «ritmo de crecimiento». (Ver cuadro #5)

*3) Reducción del déficit fiscal*

Ya se señaló el comportamiento de éste importante indicador macroeconómico; sólo agregaremos que el gobierno, en mayor medida lo ha logrado, mediante el pago de salarios miseros al funcionariado público y pensionados, cómo a la desaparición de casi todo tipo de inversiones en infraestructura y servicios sumiéndonos en un estado de pobreza y caos social dantesco.

Una disminución de la inflación, cómo la habida, soportada en políticas como las descritas no es sostenible.

Desaparecido el boom petrólero costará mantener estable la tasa de cambio, pues el país carece de ahorros en activos externos suficientes como para seguir «quemando» reservas  de esa manera, y tendrá que recurrir, de nuevo, a impresión de dinero basura, para cubrir gastos básicos del aparato público, regresando niveles de déficit fiscal a cotas que implicarán, implosión de precios.

Una estabilidad sostenible de precios en el País, cómo la vivida en el periodo 1940-1973,  pasa por: i) recuperar la industria petrolera y petroquímica, lo cual exige millonarias inversiones extranjeras, pues el país no  tiene los recursos, ii) un Plan de Estabilización Macroeconómica, que además, relance sectores estratégicos  como telecomunicaciones, manufactura, agroindustria, minería con sentido ecológico y turismo,  y, iii) financiamiento externo -previo restructuración de la voluminosa deuda pública con un quite de una alta proporción de la misma- en altas cantidades (Ecoanalitica estima unos  USD 250.000 M a invertir en 5 años incluyendo petróleo), lo que es posible si nos integramos, de nuevo, al sistema financiero internacional, que pasa, porque se den cambios estructurales en el actual «modo político» venezolano.

En ausencia de lo anterior viviremos momentos de leve recuperación en producción y precios…para caer de nuevo…algo así como: estabilidad, pero sin salir del foso. ¡Duele escribirlo ¡