¿Y ahora qué?

Las primeras reacciones gubernamentales apuntan, a que los recientes resultados electorales no les han proporcionado ningún aprendizaje. Es más, pareciera que la gente del gobierno se ha envalentonado y afirman que aprobarán todas las leyes que consideren convenientes, para el propósito de su revolución.

Continuar comportándose como lo han hecho últimamente, es decir, obrando como si no existiera otra forma diferente de pensar en este país, nos indicaría que esa gente como que está ciega, onnubilada y que no percibe, que al menos la mitad de la población no comparte su manera de pensar. Ese otro grupo rechaza la imposición del Castro Comunismo o Socialismo del Siglo XXI, o es que no leen las encuestas. Por ahí dicen, ¨que no hay peor ciego que el que no quiere ver¨.

La lógica es, que a los gobernantes se les elige para que desarrollen ¨una institucionalidad¨ que le de soporte a las relaciones politicas y económicas, para que a través de éstas se eviten los excesos de poder y el irrespeto al marco legal establecido en la constitución.

Al menos la mitad de la población que acudió a sufragar el pasado 26 de septiembre, ve como una extraordinaria noticia los resultados obtenidos en la elección parlamentaria, debido a la creencia de que se respetará su manifestación; que no es otra, que la búsqueda en conjunto (oficialismo y oposición), de unos nuevos horizontes para Venezuela. A nadie le cabe duda, que el camino que se transita no es el mejor; los indicadores económicos, politicos y sociales asi lo ilustran.

A pesar de que no se haya estado de acuerdo con el sistema electoral utilizado, el resultado le otorga una mayoría absoluta de parlamentarios al Gobierno; sin embargo, éste no le proporcionó la mayoría calificada; por tanto, si este gobierno quiere mejorar su imagen tanto nacional como internacionalmente, está en el deber de aceptar que existe otro punto de vista en el país y evitar embarcarse en una carrera de aprobación de leyes organicas y especiales sin contar con el respaldo de la mayoría calificada de parlamentarios. De lo contrario, el apresuramiento se les pudiera revertir.

Cuando afirmamos que ese atropello pudiera revertírseles, lo sustentamos en la creencia, de que la popularidad del Presidente no es la misma que al principio. A esta altura, se le visualiza como un estratega hecho para el enfrentamiento, para la guerra con los otros venezolanos, pero muy poco eficaz en la solución de los principales problemas que aquejan al país, los cuales no detallamos por ser de conocimiento público.

En los próximos meses se podrá evidenciar, de si en verdad se trabajará para generar políticas para el desarrollo y bienestar de la gente o para acrecentar los inconvenientes que ya de por sí, son bastantes.