Armando Córdova: Los pasos de un silencio

Agustín Blanco Muñoz y Mery Sananes – Armando Córdova se fue silente por los caminos manzanares en los que sembró, al lado de la poesía y la canción, estudios, cálculos, análisis, consideraciones teóricas e investigaciones sobre la apremiante y dura realidad que le tocó vivir.

Somos testigos de excepción de la angustia que nunca lo dejó. En los espacios del Centro de Estudios de Historia Actual y la Cátedra Pío Tamayo discutimos sus tesis militantes en la empresa liberadora que alcanzara el cambio, que nos permitiera trascender la historia deshilachada y ubicarnos en un tiempo para la verdadera justicia y realización humana.

Un trecho que era y es necesario recorrer sin más desvaríos y a partir del aporte de todos. Porque el desarrollo tiene que ser misión de una sociedad y no de un puñado de intelectuales o políticos de avanzada. Por ello, su empeño en clarificar los ‘modelos históricos del subdesarrollo’ para dejar las señales del trabajo por hacer.

De allí que en cada momento de este proceso social, que ha socavado fieramente las posibilidades de organizar una vida ciudadana, productiva y, en particular, comprometida con labores de justicia, libertad y belleza, como dijera Pío Tamayo, levantara la voz y la acción del investigador creador cuyos afanes se materializaran en aportes para forjar una historia diferente.

Nos dejó en silencio, sin aspavientos ni bullicio. Tal como fue su hacer en estos territorios en los cuales dejó su siembra de ideas y sueños llevados a escenarios para muchos irrealizables, por su carga de inocencia, para clamar ante el tramado gigantesco de la destrucción y el aniquilamiento, por un tiempo para la vida y el amor.

Este Maestro Floricultor de la Cátedra Pío Tamayo de la Universidad Central de Venezuela, fue desde sus propios inicios, un permanente indagador de los problemas de la historia actual mundial, latinoamericana y venezolana. Y en esta dirección levantó la biografía del capitalismo hasta llegar a la era del mayor desafío de la exacción asumida por la globalización.

Armando Córdova, el pensador de estos tiempos y los que vendrán, seguirá presente en nuestras aulas, dictando sus profundas lecciones en forma y tono de sencillez y colmado de sus ansias de despejador de las madejas del malestar que imponen las miserias.

Su recorrido y presencia hoy, convertida por decisión propia, en un trayecto de silencios, cobra una nueva dimensión que debe ser rescatada, extendida y honrada, en términos de presente-porvenir.
Para Ligia, Armando, Elenita, demás familiares y amigos nuestro afecto inalterable.

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