Un $ debería costar hoy sobre los 75.000 bolívares, pero está en unos 21.000 al momento de escribir estas notas. En los últimos 22 meses los precios han aumentado 970% más que la variación habida en la tasa de cambio, cuestión contradictoria puesto que ambas variables están muy conectadas.
Se comportan ciclicamente; es decir corren bastante aparejadas, técnicamente se dice que están muy correlacionadas. ¿No aplica la teoría económica para el caso Venezuela? ¿Qué ha pasado? Simple: el gobierno ha optado por unas medidas que, ciertamente aminoran la marcha ascendente del precio del $ en bolívares, sólo que causa unos daños que bien validaría aquello de, «peor el remedio que la enfermedad». Veamos.
Según el BCV la cantidad de dinero que circula actualmente en la economía es de unos 17.4 billones de bolívares, según el último reporte del BCV. Pareciera mucho dinero. No es así. Representa apenas 670 millones de dolares. Irrisoria cantidad para una economía de 28 millones de habitantes. Ese agregado monetario expresa el valor total de la capacidad de compra – o de demanda – interna de la economía venezolana; de bienes y servicios, incluyendo, por supuesto, la de dólares, dicho de otra forma es la capacidad efectiva total de demanda. Dicho valor era de 2.750 millones en enero de 2017 y de 77 mil millones de dólares en abril de 2013.
La capacidad actual de dinero para demandar en el País cayó 75% respecto a enero de 2017 y 99.1 % en relación a abril de 2013. Se achico en grado extremo. De modo, que el mercado de divisas -oferta y demanda de $- del país es muy reducido, pequeño; en consecuencia, muy sensible a impulsos o presión sea del lado de la oferta o de la demanda. Tal situación se explica por la política de gasto contractiva en grado extremo del gobierno, concretada en salarios de hambre – los más bajos del mundo- nula inversión; reducción al mínimo de la intermediación financiera de la banca, y lo último, dolarizar el servicio de todo emprestito o crédito que conceda el Sistema Financiero.
Es por ello, que cualquier inyección de liquidez o dinero primario que realice el gobierno dispara la cotización del dólar, pues se usa para demandar a ésta divisa, pero luego que dicho «exceso» de liquidez ha sido absorbido, comienza a descender la tasa de cambio. Como recién, subió a 27.000 el martes y hoy jueves ya se cotiza en 21.000 bolivares.
En términos de detener la depreciación del bolívar hay un relativo éxito en la política instrumentada. Lo señalamos al principio: un $ cuesta mucho menos que lo que debiera. Mucho menos. La pregunta es: ¿a qué costo? Detengámonos en las 2 mas importantes medidas; de un lado, la indexación a la variación del precio del dólar de los créditos de la banca terminará por paralizar la economía en el último trimestre del año, siempre, por obvias razones el más movido de los cuatro. Si en el primer trimestre la economía cayó 27% -BCV-, el balance para todo el año 2019 bordeará un retroceso del 40%. Nunca visto en el País ni en el continente. Con ese nivel de contracción se acumularía para 2013-2019 una caída del PIB por habitante cercano a 74%. Una economía hecha añicos. Por otro lado, veamos los efectos de ésta política sobre la gente; ¿qué decir de la gente, de los ciudadanos de carne y hueso? Un salario mínimo integral de $ 0,38 diario lo dice todo. ¿Qué podemos agregar?
¿Qué pasará de hoy a finales de año? El pago de aguinaldos y utilidades y otros gastos asociados a la época decembrina aumentará la Liquidez Monetaria que estimamos cerrará el año en unos 28,190 billones de bolívares asumiendo una tasa de crecimiento de 25% mensual para noviembre y diciembre, lo cual impulsará, creemos, la cotización del dólar a unos 35-40 mil bolívares. Seguirá barato; muy barato en función del valor real que debiera tener, pero aun así causará estragos en una población empobrecida en grado sumo que somos; y peor: tal resultado será posible por la adopción de medidas que expresan irracionalidad en lo económico y un costo muy pesado en lo social. Así no se vale.