China y Chile firmaron en octubre del 2006 un Tratado de Libre Comercio que entre otras cosas establecía que 7.336 productos chilenos podrían entrar sin pagar arancel a ese inmenso mercado. Paralelamente, 7.750 productos provenientes de China podrían entrar sin arancel al mercado chileno.
En el año 2006 Chile exportó a China mercancías por un valor total de 5.255 millones de dólares. Diez años después, en el 2016, esas exportaciones suman 16.301 millones de dólares. Si el objetivo de los TLC es aumentar el mercado externo para los productos capaces de ser producidos por un determinado país, es indudable que el mercado chino ha ampliado en forma sustantiva los horizontes comerciales de las empresas chilenas.
Paralelamente, las importaciones chilenas procedentes de China, que en el año 2006 sumaban 4.393 millones de dólares, han aumentado a 12.464 millones de dólares en el 2016. Eso implica, por un lado, que los dos países se pueden sentirse legítimamente como ganadores, aun cuando las cifras disponiblesindican que la balanza comercial entre ambos países siempre ha sido favorable a Chile.
Es indudable que un país pequeño como Chile no puede crecer basado únicamente en el mercado interno, sino que tiene que buscar asociaciones y oportunidades en los mercados más grandes y más dinámicos del mundo contemporáneo. Analizar las consecuencias de un tratado comercial con un país como China exige un análisis más profundo y más extenso que el que se puede hacer en un artículo como el presente, pero es indudable que los primeros indicadores, que son los indicadores de comercio, presentan resultados positivos.
China se ha convertido en el primer socio comercial de Chile en el mundo, superando en ese campo a Estados Unidos. Con Estados Unidos también Chile tiene firmado y en pleno y normal funcionamiento otro tratado de libre comercio. Las mercancías norteamericanas, al igual que las chinas, no pagan arancel al entrar al mercado chileno. Si los empresarios chilenos compran en China o en Estados Unidos se debe únicamente a las condiciones de mercado que encuentren en uno u otro país, sin que el gobierno chileno esté presionando en un sentido o en otro, ni esté realizando transacciones directas políticamente inspiradas, pero carentes de transparencia y de sostenibilidad comercial. La clave es crear, por la vía de la negociación, un marco normativo permanente, incentivado, conocido y válido por igual para todos los agentes que participan en el comercio internacional. Abandonar, por lo tanto, la tentadora senda de los acuerdos puntuales, subterráneos y poco transparentes, de gobierno a gobierno, tan usuales en las relaciones comerciales de Venezuela.