Crisis del paradigma energético mundial

Según Edgar Ocampo, cada año el mundo fagocita la mitad de las reservas de un país petrolero importante (México); y dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking (especie de panacea universal que resolverá los problemas energéticos de la Humanidad), es todavía incipiente y suscita recelos medioambientales; y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandones sus equipos e infraestructura actuales, se deduce que la economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década.

El gas natural se presenta como el único sustituto ante una presunta escasez de petróleo, pero este recurso también sigue el mismo camino de inestabilidad, por lo que los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo, que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, además de implementar medidas cosméticas de ahorro de energía. Así, el presidente estadounidense, Barack Obama, anunció que el Gobierno norteamericano reducirá sus emisiones de gases con efecto invernadero un 28% para 2020 (de alcanzarse el objetivo fijado, supondría ahorrar 250 millones de barriles de petróleo para 2020) y en China, se habría fijado el Plan Energético Quinquenal 2010-2015, con el objetivo de reducir la dependencia del carbón y del petróleo en el 2016, aunque según Greenpeace con un “insuficiente incremento de las energías renovables del 1%", en un país donde el carbón cubre el 70% de las necesidades energéticas y si continúa la tendencia actual, la combustión actual de carbón se duplicará en 15 años.

Declive de la producción de crudo convencional (Peak Oil)

Según la Asociación para el Estudio del Petróleo y el Gas, (ASPO), la producción mundial de crudo convencional habría iniciado ya su declive, fenómeno que se explica por medio de los métodos de análisis del geólogo King Hubbert sobre la producción de petróleo de los Estados Unidos, método conocido como la "curva de Hubbert" . Hubbert, calculó en 1956 con extraordinaria precisión, la fecha en que los Estados Unidos no podrían producir más petróleo de forma convencional, aunque se perforaran más pozos. Así, la producción de petróleo de forma convencional en EEUU, alcanzó su máximo nivel en 1970 y después comenzó a declinar, teniendo que importar en el 2005 casi el doble del total de crudo producido en dicho país.

La producción actual de petróleo proviene en más de un 60% de campos maduros, (que tienen más de 25 años de ser explotados de manera intensiva), por lo que las nuevas prospecciones se realizan en regiones más remotas (Ártico, Amazonas), con mayor coste productivo (US$ 120) y menor rentabilidad, amenazando en muchas ocasiones a reservas y parques naturales (Ártico, Alaska, Amazonas); y siendo el desfase entre el consumo mundial y los descubrimientos de nuevas explotaciones abismal (en una proporción de 4 a 1). Además, según los expertos, el tiempo necesario para poner en marcha a pleno rendimiento un yacimiento, es de alrededor de 6 años, por lo que cualquier descubrimiento no podrá entrar en operación hasta después del 2015.

Recordar que el 90% de la producción de crudo saudí procede de tan sólo cinco campos maduros y hasta el 60% procedería del megacampo de Ghawar y que los nuevos proyectos de infraestructura petrolera de extracción de crudo considerados como "grandes," (aquellos de más de 500 millones de barriles) en Arabia Saudí para el 2015 son prácticamente inexistentes, lo que aunado con el espectacular incremento de la producción de crudo saudí en el 2013 (10,5 millones de barriles/ día) para suplir la drástica reducción de la producción de crudo de países como Libia, Siria e Irak, acelerará la fecha de caducidad de sus reservas ociosas.

Según datos publicados por la Administración de Información de Energía de EEUU (AIE), dicho país habría alcanzado una producción mensual de crudo equivalente a 6,5 millones de barriles diarios provenientes de los campos tradicionales y de las nuevas explotaciones de petróleo en roca porosa (Dakota del Norte), pero se estima que alcanzará su cenit en el 2020; y teniendo en cuenta que el consumo doméstico de EEUU se movería en la horquilla de los 16 a los 20 millones de barriles diarios, seguirá siendo importador neto de crudo (el 45% de las importaciones de crudo de EEUU proceden de Oriente Medio y Norte de África), mientras tan sólo el 8% del total importado procede de Venezuela.

Por su parte, la producción mexicana también llegó a su cenit en el 2004, pues el principal yacimiento de México es el Cantarell, (que genera las dos terceras partes de la producción mexicana), tiene fecha de caducidad con la perspectiva de convertirse en importador neto de crudo en el horizonte del 2020. Venezuela necesita urgentemente nuevos hallazgos petrolíferos, pues caso de seguir el ritmo actual de producción, podrían agotarse sus reservas probadas en el 2021, por lo que habría firmado un acuerdo por el que la empresa petroquímica estatal china Sinopec invertirá 14.000 millones de dólares, para lograr una producción diaria de petróleo en 200.000 barriles diarios de crudo en la Faja Petrolífera del Orinoco, (considerado el yacimiento petrolero más abundante del mundo), mientras Noruega aspira a explotar conjuntamente con Rusia la plataforma continental del Mar de Barents (reservas estimadas de más de 7.000 millones de petróleo y gas convencional) ante el agotamiento de sus reservas del Mar del Norte, que alcanzó su cenit en el 2009 ( 6 millones de barriles al día).

Según la Agencia Internacional de Energía (AIE), la producción de petróleo en Rusia alcanzó su máximo histórico (11,41 millones de barriles diarios) en el año 1988, cuando todavía formaba parte de la Unión Soviética; pero tras el declive provocado por la crisis económica del 2008, la producción ha ido in crescendo, hasta alcanzar los 10,59 millones de barriles por día (bpd) en el 2013 con una fecha de caducidad de 20 años.

Además, el acuerdo de cooperación energética del 2010 entre Irak, Irán y Siria para la construcción del gasoducto de South Pars a Homms, que conectaría el Golfo Pérsico con el Mar Mediterráneo, permitiría la llegada del gas iraní a la Unión Europea y aliviaría la severa rusodependencia energética europea, relativizando de paso la importancia estratégica de Turquía dentro del Proyecto del Gasoducto Trans-Adriático (TAP), así como el papel relevante de Arabia Saudí y Emiratos Árabes como suministradores de crudo a Occidente; pero tanto Irak como Siria estarían inmersos en procesos internos destructivos, fruto de la balcanización implementada por EEUU siguiendo su doctrina del caos ordenado, por lo que la exportación de productos petrolíferos de dichos países se antoja harto complicada.

En cuanto a Irán, posee, según los expertos, las terceras mayores reservas probadas del mundo de petróleo y gas tras Arabia Saudí e Irak, pero al parecer, carece de la tecnología suficiente como para extraer el gas en los yacimientos más profundos. Además, la industria petrolera iraní necesita una urgente inversión multimillonaria, pues corre el peligro de sufrir un deterioro irreversible; y de acuerdo con el quinto plan quinquenal (2010-2015) puesto en marcha por el régimen, el Gobierno está obligado a invertir unos 155.000 millones de dólares para el desarrollo de la industria petrolera y gasífera; pero el contencioso nuclear con EEUU y las posibles sanciones en forma de inanición financiera exterior, podrían dejar obsoleto dicho plan.

¿Nueva crisis alimentaria?

La Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un reciente informe titulado “Perspectivas mundiales de inversión en energía”, advierte que será necesario invertir US$ 48 Billones  hasta el 2035, para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales; pero el estancamiento del precio del crudo en el bienio 2008-2010 (US$ 80), ha imposibilitado a los países productores conseguir precios competitivos que permitirían la necesaria inversión en infraestructuras energéticas y búsqueda de nuevas explotaciones, por lo que no sería descartable un posible estrangulamiento de la producción mundial del crudo en el horizonte del 2020, al concatenarse la recuperación económica de EEUU y la UE con factores geopolíticos desestabilizadores.

Así, el cambio de patrones de consumo de los países emergentes, debido al aumento espectacular de la clases medias y su poder adquisitivo, ha provocado un brutal incremento del consumo de materias primas y productos elaborados por parte de dichos países (especialmente China e India con espectaculares crecimientos de dos dígitos de los PIB anuales en el último decenio). Si a ello le sumamos la intervención de los brokers especulativos en el mercado de futuros de las commodities agrícolas, el resultado sería una espiral de aumentos de precios en las materias primas, imposibles de asumir por las economías del Primer Mundo (al no poder revertirlas en el precio final del producto dados sus altos costes de producción) y el finiquito de los Objetivos del Tercer Milenio de reducir el hambre en el mundo, pues según la FAO, desde el 2005 el índice de precios de cereales habría aumentado al doble y el número de desnutridos crónicos en el mundo rozaría en la actualidad los 925 millones de personas.

El economista de la FAO Abdolreza Abbassian, en declaraciones a The Associated Press, ha señalado que para alimentar la población mundial, (que llegará a 9.000 millones de personas en el 2050), se necesitará un incremento de 70% de la producción global de alimentos en los próximos 40 años, tarea que se antoja titánica pues mientras la población mundial crece un 1,55% anual, los rendimientos del trigo (la mayor fuente de proteína en países pobres), habrían sufrido un descenso del 1%. Mención especial merece Egipto, país en el que un tercio de sus 80 millones de habitantes vivirían en el umbral de la pobreza y que se ve obligado a destinar ocho millones de toneladas de trigo anuales (de los que 6 millones serían importadas), para producir el pan subsidiado, imprescindible para evitar las revueltas sociales del 2007 y lastrado por un desarrollo económico suicida, caracterizado por el crecimiento desmesurado de macrourbes y megacomplejos turísticos y la consiguiente reducción de la superficie destinada al cultivo agrícola, por lo que es urgente que revise sus políticas agrícolas y retorne a la arcana costumbre de disponer de reservas propias de granos para situaciones de emergencia.

Todo ello, originará presumiblemente una psicosis de desabastecimiento y el incremento espectacular del precio del crudo hasta niveles del 2008 (rondando los US$ 150), que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas; lo que, aunado con inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities agrícolas de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial que afectaría especialmente a las Antillas, México, América Central, Colombia, Venezuela, Bolivia, Egipto, Mongolia, Corea del Norte, India, China, Bangladesh y Sudeste Asiático, ensañándose con especial virulencia con el África Subsahariana y pudiendo pasar la población atrapada en la inanición de los 1.000 millones actuales a los 2.000 millones estimados por los analistas.

(*) Analista

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