Wilfredo Briceño.
En el marco de políticas y de restricciones actuales (sanciones e imposibilidad de financiamiento externo), la economía venezolana, tiene definido su itinerario en el tiempo inmediato. Cayó en el periodo 2013-2020, se recuperará un poquito en el lapso 2021-2023 y, después, si continúa el diseño de políticas vigente, considerando, claro está, que permanezca en el poder quienes hoy lo regentan, vivirá ese proceso sinuoso de caídas intensas y recuperaciones leves, por lo que al final, si evaluamos rangos medianamente prolongados de tiempos, que es lo relevante, el saldo será negativo, esto es, la tendencia de crecimiento, técnicamente hablando, será negativa, por ejemplo, expresado en unidades de tiempo, cada vez la producción por habitante será menor, siendo el más optimista escenario, en todo caso, de estabilización en el foso o pequeñas subidas en indicadores socio-económicos claves.
Si el Producto Interno Bruto Por Habitante cae, obvio, se incrementa la pobreza, empeoran las condiciones de vida de todos, aumentando los desequilibrios sociales terminando por colocar obstáculos a la gobernanza política.
La superación de la megacrisis que nos afecta implica medidas de fondo, no meramente cosméticas, epidérmicas, que sólo rocen la piel de los macro desajustes que nos hacen cuadritos nuestra cotidianidad, cómo las que ensaya el gobierno, y lo que es peor, de las cuales no está dispuesto a sobrepasar «el límite», dado el proyecto hegemónico de poder que encarna desde sus entrañas.
Requerimos: 1) una gruesa asistencia financiera internacional, soporte de un vigoroso plan de inversiones, 2) resolver la estructural crisis fiscal que padecemos, siendo la resolución de nuestros problemas de caja, componente esencial de un obligado ordenamiento macroeconómico que se nos exige a gritos a fin de estabilizar el mercado cambiario y el sistema de precios internos, y 3) adecuar el marco institucional, incluyendo acá todo el régimen jurídico-legal que norme las relaciones entre los diferentes actores económicos, enfatizando el sector laboral, al cuál deben suprimirsele rigideces en los sistemas de contratación, ideologizaciones extemporaneas y clientelismo politico-laboral a costa de la productividad.
Sin lo anterior, no habrá mejora sustancial en las condiciones de vida del venezolano común, que a decir verdad, bordea el 90 % (Encovi 2022) de los 26.5 millones que quedamos, asumiendo, cómo recientemente lo han informado ONG especializadas en el tema una emigración de unos 7 millones de connacionales.
La evidencia de una politica fracasada
Es verdad que éste año la inflación será menor que el año pasado (135%, estimativamente Vs 686 %) cómo también la tasa de variación del dólar respecto al bolivar (180 % estimativamente Vs 361 %), pero tales «logros» se hicieron posible mediante una reducción «a sangre y fuego» del déficit fiscal, para lo cuál se optó por anular la capacidad del Estado de proveer servicios básicos a la población, cancelar salarios de hambre al funcionariado público y eliminar, de facto, el crédito bancario a las empresas a través de un nivel prohibitivo del encaje legal.
Pan para hoy y mucha hambre para mañana. Las costuras rotas de esa politica ya asoman su feo semblante. El resurgir de la devaluación del bolivar cómo de la tasa de inflación ponen en evidencia el fracaso de la politica económica implementada en los últimos 2 años y medio.
Julio, próximo pasado, cerró con un $ costando 5.96 bs, hoy, 24/11 a 12.24 bs , el bolivar ha perdido el 51.3 % de su capacidad de compra de adquirir dólares. En apenas 4 meses. ¡Más de la mitad! De otro lado, la inflación, medida por el Índice Nacional de Precios al Consumidor entre julio-octubre 2022, según el Observatorio Venezolano de Finanzas fue de 5,3%, 17.3%, 11.5% y 14.5%, respectivamente. Es decir, 12.15 % promedio en los últimos 4 meses. A ver: entre julio-octubre hemos acumulado un nivel de inflación de 58.2 %.
Excluida Venezuela, Haiti y Argentina, los restantes 33 paises de America promediarán un INPC entre 10-12% éste 2022, significa que entre julio-octubre tuvimos un incremento en los precios 6 veces mayor que lo que en promedio los 33 paises señalados tendrán en un año.
En un tercio de un año -4 meses- acumulamos un INPC 500 % superior al que registrarán 33 naciones durante todo 2022.
Esos dos indicadores: 1) una depreciación del bolivar de 51.3 % entre inicio de agosto y el 24/11 y, 2) una inflación acumulada de 58 % entre julio-octubre dan cuenta del estruendoso fracaso de la política económica instrumentada tendiente dizque estabilizar los precios y la tasa de cambio.
Estamos cerca de concluir 2022 e iniciar 2023 y éste último año, será electoral, aún cuando, en principio las elecciones presidenciales serán el 2024, cosas de la crispación politica, signo distintivo de la venezuela «en revolución».
¿ Qué rol jugará las elecciones del 2024 en toda ésta trama in comento?
Depende de quién proclame ganador el CNE – no es una simple oración de interpretación literal- y, de la política económica que se implemente pasado 2024.
¿Cuáles son los números de ese proceso eleccionario venidero?: 21.159.856 millones de electores inscritos en el REP de noviembre 2021, de los cuales 3.5 M, estimamos, han emigrado y que el gobierno impedirá que voten, pués es lo que se ajusta a sus intereses. Tenemos el derecho al «pataleo», pero lo impondrán, incluso valiendose de razones «legales».
Quedamos 17.5 millones, claro, se incrementará un poco, por nuevos inscritos, pero la emigración continuará.
La votación efectiva debe estar en unos 65 % de ese padrón electoral filtrado, luego, ejerceriamos el voto, aproximadamente, 11 millones 200 mil electores.
Aclaro: quisiera que votaramos el 90%, pero, sondeos de opinión serios nos da base para estimar la cantidad efectiva de votantes en la cantidad señalada, por razones que van desde campaña desinformativa con ese fin, desapego del elector común sobre el liderazgo opositor, ausencia de un liderazgo motivador y, por la tozudez de algunos con poder de decantarse por una candidatura única opositora tanto por «politica del gobierno, vía ñemeo» cómo por intereses cogollericos de quienes, de facto, ejercen formalmente el liderazgo contra el régimen.
Si las anteriores hipotesis son correctas, el rango de votantes que darian el triunfo a un candidato estará, posiblemente, entre 4.8 y 5.5 millones de electores.
Cantidad que asusta, porque ante una situación con la indefensión y precariedad social cómo la que vivimos, con un gobierno con un altísimo rechazo popular por inepto, violador DDHH e incapaz, aún así, es probable que gane las elecciones con un minimo minimorum de «transparencia» -no digo que sean transparentes, digo que podría pasar el examen de una observación internacional, obvio, con las «críticas y recomendaciones» de rigor en su «informe final»-, por supuesto, resultado facilitado por la coacción a millares de electores, puntos rojos en los centros de votación, abusos, peculado de uso, violencia de colectivos, CNE parcializado y, sobre todo, reitero, sobre todo, por la cuasi segura -y no deseable- atomización del voto opositor.
En ese escenario no sería un triunfo de Maduro sino un autogol de la oposición. De serlo, el «triunfo», y si creemos en lo que dicen, no modificarán lo esencial de la orientación en el manejo de la economía. De ser así, ésta crisis perdurará y nuestra fragilidad social se mantendrá.
¿Cuesta tanto ponerse de acuerdo y concurrir con un (1) candidato -militante de un partido o independiente- que sea la expresión visible de una ferrea unidad del mundo opositor, con un programa de gobierno serio y un diseño estratégico de campaña correcto? ¿Pesan más los intereses grupales de unos pocos que la obligación politica y moral de salir de ésta pesadilla?
Cuando se quiere, se encuentra el tiempo de hacer lo correcto, pero…