Ecuador quiere cambiar de árbitro

El Presidente de Ecuador ha asumido como una de sus banderas predilectas en el seno de la comunidad latinoamericana, el ataque en contra de Centro Internacional de Arreglos de Diferencias Relativas a Inversiones, CIADI, organismo de arbitraje internacional que se ubica dentro de la institucionalidad del Banco Mundial.

Según se entiende de las argumentaciones del Presidente Correa, ese organismo actúa en forma permanentemente sesgada a favor de las empresas trasnacionales y en contra de los países en desarrollado. 

Ya en años recientes tanto Ecuador como Bolivia y Venezuela denunciaron su participación  en ese organismo y en el tratado correspondiente, poniendo fin a su membresía en el mismo. 

La idea de fondo que pregona Ecuador sería generar a nivel internacional –si es posible a nivel del ALBA o de UNASUR-  un organismo alternativo, que sea más ecuánime o menos sesgado en contra de los intereses de los países en desarrollo.

El CIADI es un mecanismo de arbitraje, que analiza casos en los cuales hay controversia o conflicto entre las empresas trasnacionales que realizan inversiones en un país determinado, y el Gobierno de ese país. El CIADI recibe la potestad como para arbitrar en estos casos, única y exclusivamente, por el hecho de que los países directamente involucrados han decidido que así sea. El CIADI no puede por sí solo atribuirse el rol de árbitro en ninguna controversia internacional. Se recurre al CIADI cuando dos países –el país donde se realiza la inversión y el país de origen de la misma- deciden, antes de que exista controversia  alguna, que ese será el organismo que arbitrará en el caso hipotético de que se desarrolle un conflicto entre ellos. No todos los países latinoamericanos son miembros de CIADI. Brasil no lo es, y tampoco México, que son los dos países latinoamericanos que más inversiones extranjeras reciben cada año. Tampoco Canadá es miembro del CIADI, ni la República Dominicana.

El CIADI no es el único organismo de arbitraje en materia de inversiones que existe a nivel internacional. También existe la Corte de Arbitraje de la Cámara Internacional de Comercio, o la Comisión de Naciones Unidas para el Desarrollo Mercantil Internacional.

En el comercio, las inversiones y las  finanzas internacionales es bueno tener reglas claras, conocidas y consensuadas, y mecanismos de solución de conflictos que actúen aplicando esas normas, que pasan a constituir Derecho Internacional.  La ausencia de normas de esa naturaleza genera caos o inestabilidad, o lo que es peor, el imperio de la ley de los más fuertes, que no siempre son los países en desarrollo.

Pero nada de lo anterior obliga a que el mecanismo de arbitraje tenga que ser el CIADI o el Banco Mundial, que es un organismo financiero internacional donde imperan los criterios y/o los intereses de sus mayores accionistas o suscriptores de capital, que son precisamente los países de origen de los principales flujos mundiales de  inversión extranjera; es decir, Estados Unidos y Europa.

Pero tampoco tiene sentido que varios países en desarrollo se pongan de acuerdo para contar con un árbitro que se suponga desde la partida, que es un árbitro que responde a los intereses de los gobiernos de los países en desarrollo. No tiene sentido reemplazar a un árbitro al que se le acusa de sesgado, por un árbitro tan sesgado como el anterior, pero para la otra de las partes en conflicto.  Con ello, lo único que se lograría es desincentivar a los eventuales inversionistas extranjeros que es precisamente lo que sucede hoy en día con Ecuador, Venezuela y Bolivia, que no por casualidad son los países que menos inversión extranjera reciben en toda la región.

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