El Gobierno parece haber aceptado que requiere traer capitales a Venezuela
Venezuela acaba de tomar una decisión importante en el campo de sus finanzas internacionales. Por la vía de un Convenio Cambiario número 20 se acaba de autorizar a personas naturales y jurídicas, nacionales y extranjeras, a que mantengan cuentas en dólares en el sistema bancario nacional. Obviamente la mantención de cuenta en dólares permite hacer transferencias en dólares a cuentas en el exterior, o a otras cuentas en dólares en la propia Venezuela, o hacer retiros dentro de Venezuela, pero en este caso se entregarían las contrapartidas en moneda nacional. También se permite el uso de tarjetas de crédito en el exterior que se carguen a dichas cuentas en dólares.
Una medida de este tipo obedece a varias razones. El BCV descubrió una cosa que medio país ya conocía: que una buena parte de los agentes económicos nacionales, desde el abasto de la esquina hacia arriba, tienen cuentas en dólares en bancos extranjeros, ya sea en Panamá, en Miami o en otras plazas bancarias que le sean cómodas y confiables. Y cuando los dólares andan un tanto escasos en el país, no hay razones como para seguir concediéndole graciosamente ese negocio a bancos y países extranjeros, incluso algunos del propio ALBA. Además, la medida comentada hace las cosas un poco más fáciles a las pocas empresas trasnacionales que operan en el país, pues sus operaciones en dólares podrán realizarse directamente en la banca nacional, sin necesidad de estar recurriendo a la banca extranjera para pagarle mil dólares a otra empresa que tiene sus oficinas a una cuadra de distancia. Se ahorrarán lo que los economistas llaman los costos de transacción.
Hay varias circunstancias que hacen que el Gobierno y el Banco Central estén un tanto preocupados por la cantidad de dólares de que dispone o que dispondrá la economía venezolana en el futuro cercano. Por un lado, lo obvio y tradicional: el precio del petróleo en el mercado internacional se ha ubicado por debajo de los 100 dólares el barril, y mantiene oscilaciones amenazantes.
El Oro
En segundo lugar, el precio del oro dejó de subir y más bien mantiene tendencia a la baja en el mercado internacional, lo cual es una mala noticia para un Banco Central que mantiene una parte importante de sus reservas internacionales en ese metal. En tercer lugar, el endeudarse a las tasas de interés a la cual le prestan a Venezuela, es casi como prestarse voluntariamente para un verdadero atraco. Y una cuarta situación amenazante: la sequía en Estados Unidos ha provocado cosechas muy pobres, lo cual genera tendencias alcistas en el precio de los cereales, y mientras no se cumpla la promesa presidencial de convertirnos en potencia agrícola, tendremos que seguir importando, ahora a un precio más elevado, el trigo para el pan nuestro de cada día.
Es posible, pero no seguro, que muchos de los agentes económicos que tienen sus cuentas en dólares en el exterior, y que realizan compras, ventas, transferencias y transacciones de todo tipo a partir de esas cuentas, se tienten de traer esos fondos a un banco venezolano. Para que eso suceda tienen que estar presentes uno u otro o ambos, de dos elementos sumamente importantes: la confianza y/o el lucro. Confianza en que esos fondos no serán expropiados, ni retenidos, ni congelados, ni tomados en préstamo, ni convertidos obligatoriamente en bolívares el día que el Gobierno descubra que necesita de ellos. No es fácil generar, cultivar y mantener esa confianza, pero tampoco es imposible.
Interés
Una buena tasa de interés puede ayudar a generar esa confianza. Una tasa de interés superior a la que pagan en las plazas bancarias más usuales del exterior, puede ayudar a que los más desconfiados se dispongan a mantener por lo menos una parte de sus fondos, los indispensables para sus operaciones más habituales, en moneda extranjera, en la banca nacional. Quizás esos fondos que se consigan por la vía de los depósitos, aun cuando sean bien remunerados, sean más convenientes que conseguir plata prestada a la tasa riesgo país que tiene que pagar el Estado venezolano, por los créditos que actualmente levanta en el mercado financiero internacional.
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