La baja en el precio internacional del barril de petróleo -con respecto al precio imperante durante 2013 y en el primer semestre del 2014- parece ser un hecho económico que se mantendrá vigente durante el año 2015. Más allá de esos próximos doce meses, no es fácil hacer pronósticos –pues son muchas las variables económicas y políticas que se conjugan en ese mercado-, pero en este nuevo año que ya está por iniciarse, todo parece indicar que el precio bajo se mantendrá. Con respecto a los promedios que imperaron durante el año 2013 y 2014, la baja en el precio del barril de petróleo será de un orden de entre 25 y 30 %. Aun cuando pueda ser obvio, esta situación es un golpe económico fuerte para los países exportadores de petróleo –Venezuela y Trinidad y Tobago, por ejemplo- y un acontecimiento feliz para aquellos países que son importadores netos de ese combustible, tales como Chile, Argentina y la mayoría de los países de Centro América y del Caribe. Sin embargo, aun en el caso de los países importadores netos de petróleo y sus derivados, los resultados no serán enteramente positivos, en la medida en esta baja del precio, se da al unísono con la baja en el precio de otros productos primarios que dichos países exportan. Veamos algunos casos.
Argentina es un país importador neto de petróleo y gas, aun cuando también mantiene algunos volúmenes de exportación. Si tomamos el año 2013, las exportaciones de todo el capítulo 27 por parte de Argentina, sumaron 3.500 millones de dólares aproximadamente -parte importante de ello a Chile y a Brasil-, pero sus importaciones de petróleo, gas y demás derivados de los hidrocarburos fueron de 13.800 mil millones de dólares -parte importante de ello desde Bolivia y desde Trinidad Tobago-. El saldo neto, son compras por valor aproximado de diez mil millones de dólares. Un ahorro de 25% en esa factura energética significaría para Argentina un menor gasto de 2.500 millones de dólares. Desgraciadamente para ese país, las exportaciones de soya parecen indicar que el precio correspondiente en el 2015, será menor que el que se presentó en el 2013 o en parte del 2014, todo lo cual llevará a Argentina a perder ingresos por el comercio soya, por un monto muy cercano a lo que ahorrará por concepto de petróleo.
Chile es también un importador neto de petróleo, pero con una situación mucho más dramática que Argentina, pues su producción interna de ese combustible es cercana a cero. Casi todo su consumo proviene del exterior. Los principales países proveedores son Brasil, Colombia, Ecuador, Trinidad Tobago y muy en particular Argentina -país con el cual hay tendidos oleoductos y gaseoductos que atraviesan la Cordillera de los Andes-. Las compras totales del capítulo 27 por parte de Chile, suman poco más de 15 mil millones de dólares en el año 2013. Un menor precio de 25% sobre esa cantidad, implica un ahorro de 3.750 millones de dólares al año. Sin embargo, el cobre –cuyas exportaciones desde Chile alcanzaron a aproximadamente 42 mil millones de dólares en el 2013, en sus diferentes presentaciones-, está también presentando un menor precio en el mercado internacional. Un caída de 10% en los precios del cobre, ya casi compensa y sobrepasa lo que este país ganaría por el menor precio de la factura petrolera.
Un tercer caso interesante es el de Brasil, cuyas importaciones de bienes que se incluyen dentro del capítulo 27, alcanzaron los 47.300 millones de dólares en el año 2013, mientras que las exportaciones de los mismos rubros sumaron 17.800 millones de dólares. Eso genera un saldo importador neto de 29.500 millones de dólares. Un 25% de esa cantidad significaría un menor costo de 7.375 millones de dólares. En soya y sus principales sub productos, Brasil exportó en el año mencionado, por un valor de 24.700 millones de dólares. Aun cuando la soya bajara en un 20% en el mercado internacional, el ahorro petrolero seria mayor que el menor ingreso soyero, todo lo cual nos muestra un país que se beneficiará en términos netos de la baja en el precio internacional del petróleo.
Es dable suponer, que la mayoría de los países del Caribe se encuentran también en una situación de beneficiarios netos de la baja en el precio internacional del petróleo, la cual, en la presente coyuntura, les aportará un beneficio mayor que el que venía fluyendo por la vía de las excepcionales condiciones de venta que les ofrecía Venezuela. En todo caso, si se suman ambas circunstancias, tanto mejor para ellos. En la cruda realidad de la economía, muchos países pueden lamentar la situación de Venezuela y manifestar su profunda solidaridad con ella, pero a la hora de la chiquita, movidos por el legítimo interés nacional, aprovecharán tanto como puedan las nuevas condiciones del mercado petrolero.
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