El Silencio de Armando
A Armando Córdova
Mery Sananes –
La piedra que hizo girar el agua finalmente
se detuvo para regalarte el espejo donde
habrías de mirarte y allí en ese intervalo de
silencios te fuiste sin naufragio al sitial de las
presencias que se adhieren a la vida como
la piel de árboles milenarios
Nada tenías que decir porque no eran despedidas
las que les bordabas a las madrugadas sino nuevas
travesías a los mandarinares de tus vuelos y a la
estatura de tus andares trotamundos y aventureros
Y la madrugada se te hizo el tiempo de no despertar
a ligia porque si con ella recorriste la vía láctea
de todas las distancias medidas a la velocidad
de las heridas sólo el silencio podría contener las
palabras que ya estaban prendidas de infinito
En ellas te quedas disperso en los amaneceres
que alumbran cada uno de tus sueños suspendidos
en tus ganas de albergar el mundo entre el fragor
de tus papeles y el horizonte que los fue quebrando
uno tras otro sin misericordia
Fue el silencio el que detuvo los adioses
porque en ese tránsito sorprendido dibujaste
en consonantes mudas tu siembra en
el continente de los ocasos y tu permanencia
en el cordel vegetal de los vientos
Y desde allí el abrazo es un silencio de adagios
que guarda en su partitura la completa secuencia
de tus días de ardides y sobresaltos desde los
cuales indagaste el porvenir de la risa
y el calendario astronómico de los asombros
que aún te aguardan
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