Siguiendo la doctrina del pragmatismo económico, Rusia mantiene acuerdos preferenciales con la UE para asegurarles el suministro de gas y petróleo rusos e incrementar los intercambios comerciales, debido a la dependencia energética europea (21% de las importaciones de petróleo y 40% de gas proceden de Rusia) y a que el 40% del comercio exterior ruso se realiza con la UE, frente a un exiguo 5% con EEUU, aplicando asimismo una política de diversificación de las ventas energéticas. Así, según la agencia Reuters, Rusia y China habrían sellado un estratosférico contrato petrolero que se convierte en uno de los mayores de la historia de la industria energética por el que la empresa rusa Rosneft, (la mayor petrolera del país), suministrará petróleo al gigante asiático durante 25 años por valor de 270.000 millones de dólares (unos 205.000 millones de euros).
Sin embargo, la agencia internacional de calificación de riesgos Standard & Poor's señaló que “el actual modelo económico ruso se ha agotado, funciona al límite de sus capacidades y debe ser reformado con urgencia”, no siendo descartable la entrada en recesión de la economía rusa en el 2014 así como un incremento del desempleo hasta el 7% (tasa de paro del 5,6 % en marzo del 2014). Así, para el Fondo Monetario Internacional (FMI), la economía rusa habría entrado ya en recesión tras dos trimestres consecutivos de crecimiento negativo, debido “a la incertidumbre generada por la crisis de Ucrania y las posteriores sanciones occidentales, escenario de riesgo que se estaría reflejando negativamente en el clima inversor”, al tiempo que Standard&Poor´s estima que las sanciones occidentales contra Moscú habrían provocado la fuga de 70.000 millones de US$, cifra récord que según el Banco Mundial (BM) podría situarse a finales del 2014 en los 150.000 millones US$.
La estructura económica rusa controla solo 2,5% de las exportaciones mundiales y adolece de una excesiva dependencia de las exportaciones de gas y petróleo (el 70 % de los ingresos provienen de estas vías), la devaluación del rublo respecto al dólar (un 20% desde que comenzara la crisis de Ucrania), una inflación galopante (7% en marzo del 2014) y un severo recorte de los Superávits (un exiguo 0,3% del PIB en el 2014) y la obsoleta planificación estatal, pues el complejo militar, los proyectos espaciales y las subvenciones a la agricultura, siguen acaparando la mayoría del presupuesto ruso condenando a la inanición financiera a la industria ligera y la producción de alimentos.
Así, según el Instituto de Estudios Estratégicos de Londres (IISS), Rusia destinó 45.300 millones de dólares para la defensa en 2012 y está previsto que en el 2014 la cifra alcance un monto total cercano a los 60.000 millones de US$; y respecto a la carrera espacial, Putin anunció que invertirá 52 millones de US$, con el objetivo de lanzar el primer vuelo tripulado desde la nueva plataforma de lanzamiento de Vostochny (cerca de la costa rusa del Pacífico) en el horizonte del 2018, establecer una estación permanente en la Luna en el 2020 y llegar a Marte en el 2025; y según lo anunciado por el Jefe de Gobierno Medvédev en un artículo publicado en el diario económico Védomosti, asistiremos a la implementación de un nuevo modelo económico que implicará una drástica reducción del sector público y la consiguiente merma de las prestaciones sociales para el 2014 tras el recorte del 5% en los presupuestos del 2013.
Todo ello conllevará la agudización de la fractura social al quedar amplias capas de la población obligadas a vivir en umbrales de pobreza y depender de los subsidios sociales (30% de la población), debiendo destinar amplias partidas de las reservas para subsanar el rampante Déficit del Plan de Pensiones y acelerar la anunciada Reducción de la Burocracia, quedando así diluidos los efectos benéficos de sus objetivos de impulsar la Vivienda y Sanidad Públicas, Reducción de Impuestos y el Cambio de tendencia Demográfica (la población de Rusia es de 145 millones y adolece de un crecimiento negativo desde 1991 (-12 millones de habitantes), lo que se traduce en una reducción de un millón de personas cada año.
Por otra parte, a pesar de ser Rusia es uno de los graneros mundiales (8% de la producción mundial de trigo), en el 2010 sufrió una sequía sin precedentes que afectó a la parte occidental de Rusia y que provocó que el 20% de sus 10 millones de Has. de sus tierras cultivables quedaran arruinadas, con una cosecha de trigo de 60 millones de toneladas en vez de la media anual de 90 millones; y en caso de producirse un nuevo desabastecimiento de grano y productos básicos, Putin deberá recurrir a una masiva importación de productos del exterior; pero dada la depreciación galopante del rublo respecto al dólar, podríamos asistir a escenarios de inflación de dos dígitos y a una Revolución Naranja que movilizará a la sociedad rusa para protestar contra la carestía de la vida, pudiendo reeditarse los disturbios y protestas sucedidas con Jruschov, debido a la carestía de la vida (represión del levantamiento de obreros de Novocherkaask, 1962), escenario que aprovechará Putin para defenestrar a su Primer Ministro Medvédev, tras ser acusado “de ineptitud manifiesta y negligencia peligrosa” y asumir un poder cuasi omnímodo al aunar en su persona los cargos de Primer Ministro, Presidente de Rusia y Presidente de su partido (Rusia Unida), sufriendo de paso la “sui generis” democracia rusa un severo recorte de libertades plasmado en el culto a la personalidad del último zar de Rusia, Vladimir Putin.
(*) Analista
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