Kir Ortiz – >/b> Mas que una empresa, Google parece una locomotora. Sigue en su empeño de convertirse en el centro galáctico de la información, en el punto de la existencia donde se almacenen todos los datos del mundo. Pero lo mejor de todo es que insiste en que sea gratuito para los ciudadanos. Quiere convertir la información en un derecho universal que no entiende de razas, condiciones sociales o cualquier otro tipo de discriminación. Por supuesto, las asociaciones de autores y editores se le echaron al cuello tratando de no perder tajada de sus derechos intelectuales y Google les ha respondido de manera espectacular: Yo primero digitalizo, luego pago una indemnización y finalmente aviso a todos los que quieran escuchar de que si no están de acuerdo, que lo digan y borramos su libro de nuestra base de datos. Estas consignas son, en esencia, la filosofía de Google.
Los autores ya temen al gigante del buscador
El mes pasado Google alcanzó un acuerdo con los autores para indemnizarles la nada despreciable cifra de 34 millones de dólares en concepto de violación de derechos intelectuales. En dicho acuerdo aparece una cláusula que obliga a Google a realizar un esfuerzo razonable y factible para informar a todos aquellos autores de la posibilidad de ser borrados de la base de datos de libros digitalizados. Eso ha supuesto una campaña informativa de 6.3 millones de dólares que la empresa del buscador mas famoso se está gastando en todos los medios públicos que se le pongan por delante. Ha llegado incluso a meter la cuña en periódicos marginales de las Islas del Pacífico Sur que no llegan ni a los 2500 ejemplares. Su intención es llegar a todos los rincones del planeta para que no quede un solo autor que no se haya enterado de que su libro va a ser digitalizado por el gigante informático y de este modo, poder ejercer su derecho de eliminar su obra del listado. Del presupuesto inicial, 5.5 millones de dólares serán destinados a insertar la campaña publicitaria en los medios escritos, pero el resto de medios de comunicación también se verán bombardeados por esta masiva campaña. Al que no le interese puede borrarse, pero tiene que hacerlo siguiendo un protocolo concreto. Para ello existe una página web: www.googlebooksettlement.com
En España también quieren su parte del botín
En España no han querido ser menos y también se han lanzado a reclamar sus derechos. El Centro Español de Derechos de Reproducción, (CEDRO), que gestiona los derechos de 16.000 autores y editores, lanzó a finales de enero su propia campaña de información para sus asociados. Hasta ahora, más de 4.000 han solicitado a CEDRO que gestione la reclamación de sus posibles daños a Google. «Por el momento 4.158 autores y 267 editoriales nos han cursado mandato para que solicitemos las posibles indemnizaciones que les puedan corresponder por el escaneado de su obras», señalan por vía telefónica fuentes de CEDRO. «Están prácticamente todas las grandes editoriales del país y seguimos recibiendo solicitudes de autores y editores», señalan.
El esfuerzo que está realizando Google en pro de una sociedad centrada en la gestión de la información resulta encomiable. Estamos de acuerdo en que no es perfecto, pero la espalda del gigante resiste los envites de cualquier cosa que se le eche encima. En este caso, Google me recuerda al hombre de aquel famoso chiste:
Un hombre que asiste a un proceso judicial porque le ha pegado una paliza a un chorizo por haberse metido a robar en su casa y cuando están en el juicio, el maleante le hace gestos de burla, luego se ponen en pié y el juez dicta sentencia:
– Le condeno a pagar 500 euros en concepto de daños y perjuicios por la paliza propinada por usted al Sr. Chorizo.
En esto que el hombre se levanta, se acerca al magistrado y le dice:
– Tome, aquí tiene 500 y otros 500 más.
Sorprendido, el Juez pregunta:
– ¿Y esto?
Y el hombre responde:
– Pues 500 para que se cobre la paliza que le di ayer y otros 500 por la paliza que le voy a dar ahora.
Fuente: http://www.neoteo.com/google-digitalizara-todos-los-libros-del-15029.neo