La filantropía parece resistir los vaivenes de la crisis. A pesar de que quienes cuentan con un alto patrimonio en países como EE.UU. y Reino Unido –en los que se encuentran los mayores donantes del mundo– se han visto gravemente afectados por la recesión, los ricos no han recortado sus compromisos filantrópicos. Es más, prefieren renunciar a comodidades y a aspectos más superfluos, como artículos de lujo, restaurantes o vacaciones, antes que recortar sus aportaciones. Son conscientes de que es ahora cuando quienes necesitan de su ayuda lo necesitan más que nunca.
Esta es una de las principales conclusiones que se extraen del estudio “Los filántropos del Mañana”, elaborado por Barclays Wealth, que ha tomado como muestra las respuestas de 500 inversores –estadounidenses y británicos– con un patrimonio neto superior a 1 millón de dólares. El 75% de los donantes que participan en la encuesta declararon, que no disminuirán sus donaciones, e incluso, el 25% aseguró que los aumentará. La investigación muestra que los donantes jóvenes, menores de 45 años, aumentarán sus aportaciones entre un 3% y un 4%. Lo mismo harán los empresarios.
El impacto
Esto no quiere decir que la recesión no vaya a tener impacto en el sector. Se prevé que el promedio de reducción de las donaciones se sitúe entre un 2% y un 3%. En algunos grupos, como los filántropos que hacen las aportaciones más bajas y los más de 55 años, esta disminución puede alcanzar entre el 5% y el 6%. Los donantes procedentes de EE.UU. están reduciendo más sus aportaciones que los de Reino Unido.
Aunque las causas humanitarias, ambientales y sociales se han convertido en prioritarias en los últimos años, el estudio subraya que su importancia aumentará en la próxima década. Es probable que la salud y la medicina se conviertan en las mayores beneficiarias del auge de las donaciones. Asimismo, las causas relacionadas con la infancia y el medio ambiente serán prioritarias, sobre todo, para los donantes ricos más jóvenes. El futuro es más incierto cierto el caso de los tradicionales beneficiarios de las donaciones, como el arte y las organizaciones religiosas, causas que se han vuelto menos importantes, según los inversores.
En un momento en el que las arcas públicas se encuentran en una situación complicada y con una capacidad limitada, los ricos sienten la responsabilidad recaerá sobre ellos, circunstancia que se aprecia más en la generación de jóvenes millonarios. El 59% de los donantes cree que la mejor fórmula para ayudar a la gente es la aportación directa, en lugar de apoyar a causas benéficas a través de la fiscalidad. A ello se añade la colaboración entre los ricos para llegar a unos objetivos sociales comunes, algo que algunos denominan hacedores del cambio. La alianza entre Bill Gates y Warren Buffet o la reciente reunión de multimillonarios celebrada en Nueva York, en la que se decidió cómo trabajar juntos, son ejemplos de que la unión hace la fuerza.
Y es que estos donantes son cada vez más activos. Hace veinte años, las tres cuartas partes de los millonarios británicos había heredado de su riqueza y mantenía una posición más conservadora, a la hora de realizar sus donaciones; pero las cosas han cambiado. Los encuestados afirman que estamos en una era de participación activa y buscan aplicar los principios empresariales, sus habilidades y su red de contactos a un mundo no tan lucrativo. Términos como eficiencia o transparencia también deben formar parte del vocabulario usado en su día a día.
Dos mundos que no deberían ser tan distintos
Al mismo tiempo que la caridad ha de aprender lecciones del mundo empresarial, los negocios también han de hacerlo de términos como sostenibilidad y ética. Según el informe “Los filántropos del mañana”, gran parte de este cambio será conducido por la generación de ricos más jóvenes, que son fundamentalmente los más prudentes a la hora de capitalismo sin trabas y más interesados en una forma de comercio, que pone mayor énfasis en el beneficio social y cultural, en lugar de simplemente los beneficios.
Algunos expertos consideran que esta forma de capitalismo ético, se extenderá a las grandes compañías. Las empresas están empezando a ver qué financieramente se pueden hacer bien las cosas, si se hacen bien filantrópicamente. El futuro puede ser estar en que las compañías desarrollen una “triple línea de base”, donde sean evaluadas por su desempeño contra las llamadas tres P (en inglés): Profit, People and Planet (beneficios, personas y planeta). Este matrimonio entre los negocios y la beneficencia, desdibuja la línea entre los dos sectores.
Nuevos aires
Prioridades. Causas como la salud y la medicina se convertirán probablemente en las mayores beneficiarias del auge de las donaciones.
De forma directa. El 59% de los donantes cree que la mejor fórmula es la aportación directa, en lugar de apoyar a causas benéficas a través de la fiscalidad.
Colaboración. La alianza entre Bill Gates y Warren Buffet o la reunión de multimillonarios celebrada en Nueva York, son ejemplos de que la unión hace la fuerza.
Principios de empresa. Los encuestados afirman que estamos en una era de participación activa y buscan aplicar los principios empresariales a la filantropía.
Fuente: http://www.expansion.com/2009/08/06/entorno/1249559538.html