A pesar del consenso generalizado de que el desarrollo de nuestras capacidades científicas y tecnológicas es un factor que contribuye al mejoramiento de la calidad de vida y a nuestra independencia como nación soberana; la investigación en Venezuela no ha recibido el suficiente respaldo de nuestras universidades, ni del sector público, ni de la sociedad en general, independientemente de las razones que se pudieran alegar.
En ejercicio realizado por Rondón, L (2007) basado en las estadísticas ofrecidas por UNESCO, Venezuela apenas cuenta con un 20% del promedio de los investigadores que en promedio tienen los países de América Latina.
Mientras que los países desarrollados tienen un promedio de 3.033 investigadores por cada millón de habitantes. En los países en vías de desarrollo hay 347, en América Latina 915 y en Venezuela 220.
Al compararnos con países desarrollados que tienen en promedio 3.033 investig/millónHab y Venezuela 220 investig/millónHab y restando el valor promedio de estos países, concluimos que el déficit que tenemos por cada millón de habitantes, es de 2.813 investigadores.
Ahora bien, si por cada millón de habitantes requerimos de 2.813 investigadores para estar a la par con los países desarrollados; significa que si lo relacionamos con una población de aproximadamente 27 millones, nos estarían haciendo falta, o tendríamos un déficit, de aproximadamente 76.000 investigadores.
Al comparamos con América Latina, que tiene un promedio de 915 investigadores/millón de habitantes y nosotros con 220 y utilizando el mismo criterio de la comparación anterior, se llega a la conclusión de que tenemos un déficit cercano a los 20.000 investigadores para estar a la par con nuestros pares latinoamericanos.
Además, eso no queda ahí, ya que según estimaciones del PNUD (Programa de Naciones Unidas) (2005), el crecimiento poblacional nuestro es de 1,6% anual lo que significa cerca de 300.000 nacimientos por año. Ese hecho estaría indicando, que cada tres años tendríamos un millón de personas más, y luego de seis años tendríamos dos millones de nuevos habitantes. Ese crecimiento poblacional requerirá a su vez una adición de 4.000 investigadores, o lo que es lo mismo, que requeriremos de aproximadamente 2000 investigadores adicionales cada tres años.
La situación descrita, favorece la aseveración inicial de que nos hemos ocupado poco de la investigación y que si queremos revertir esa situación, la de al menos equipararnos con nuestros homólogos latinoamericanos, será necesario emprender una labor esmerada de concientización, apoyo, estimulo y motivación a los investigadores y a los potenciales, tanto del sector público como del sector privado, para construir las capacidades científicas y tecnológicas que nos permitirían alcanzar niveles superiores de desarrollo.
En honor a la verdad, se debe destacar el trabajo efectuado por el gobierno en los últimos años con la instrumentación de la nueva Ley Orgánica de Ciencia, Tecnología e Innovación (LOCTI) y el interés de las universidades por responder a la situación descrita con la elaboración de nuevos proyectos e iniciativas de investigación.
Tanto es así, que en los últimos años, ha ocurrido un aumento en la cantidad de investigadores acreditados, según cifras de la FVPI (2006) de que en el período 2002 – 2006 se han incorporado 772 investigadores por año. De mantenerse ese ritmo de incorporación promedio, tendríamos para el 2010 aproximadamente 4.000 nuevos investigadores acreditados, lo cual significaría aproximadamente un 20% de lo estimado como necesario para cubrir el déficit de investigadores.
Al analizar la situación de la investigación y los investigadores en términos de perspectivas, se podría pensar que la carrera de investigador científico se presenta no solo como una clara oportunidad de vida profesional, sino de formar parte de una red científica nacional e internacional que tiene la inmensa responsabilidad de trabajar por el verdadero bienestar de la población.
En relación al tipo de investigadores de los que dispone el país, para el año 2003 estaban concentrados en dos sectores institucionales que a su vez tienen diferencias significativas en cantidad de investigadores por áreas de conocimiento. Es decir, las universidades y los organismos adscritos al MPPCT. De éstos las universidades cuentan con un 86% de la población de investigadores acreditados, mientras que los adscritos al MPPCT representan un 14%.
La orientación del mayor porcentaje de los investigadores universitarios es hacia las Ciencias Sociales (30%), mientras que la mayoría de los adscritos al MPPCT son investigadores del campo de la salud.
La distribución de investigadores por área de conocimiento ofrece la oportunidad de reflexionar sobre la construcción de nuestra plataforma científico-tecnológica.
En el caso de las universidades, se podría promover la incorporación de un mayor número de investigadores en otras áreas diferente a la social con el fin de equilibrar la prevalencia actual de las Ciencias Sociales. Sin olvidar, que a las investigaciones en otras áreas como las de la salud, la tierra y el agro y otras pudiesen integrárseles consideraciones sociales que permitan realizar estudios más completos.
A los investigadores sociales se les debe apoyar en la difusión masiva de los resultados de sus investigaciones y brindarles las facilidades de acceso a las redes y sistemas de documentación científica nacional e internacional.
Se podrá concluir entonces, que las instancias responsables de llevar a buen puerto la investigación no lo han hecho, aunque pareciera que existen buenos propósitos y se están dando algunos pasos para mejorar la situación.
Esperemos a ver qué pasa, porque lo que hay por delante es una tarea inmensa, pero al mismo tiempo, un mundo de oportunidades especialmente para aquellos jovenes que tenien inquietudes de investigadores.
Bibliografía:
Rondon, M. (2007):Revista Ciencia y tecnología. Tips trying to raise numbers of researchers in Venezuela. Vol. 28 (2).Caracas.
Vasquez, E. Orta, R. (2006): La Investigación Universitaria. Estudio Diagnostico. Período 1995- 2005. Centro de Investigación y Evaluación Institucionales. UCAB