La madurez de los MBA online

The Economist galardonó al IE Business School (España) con la medalla de plata en programas de formación a distancia, y es que ya son diez años los que lleva trabajando en esta línea. En 2001, cuando se impartió el primer MBA online, el International Executive MBA, se puso internamente como condición que debía tener una calidad “igual o superior que el Executive MBA que ya impartíamos en el IE”, recuerda Gamaliel Martínez, director ejecutivo del International Executive MBA. Desde entonces, los niveles de satisfacción medidos entre los alumnos de la escuela demuestran que esta condición se ha cumplido. “Nosotros vamos a seguir trabajando por mejorar la calidad de nuestros programas, tanto online como presencial”, cuenta Martínez.

Al principio, la formación online trasladaba los conceptos y metodologías de la enseñanza a distancia al entorno electrónico. Es decir, se ganaba en velocidad pero los métodos eran los mismos. “Por ejemplo, en los años ochenta se consideraba avanzado grabar clases reales o simuladas para que pudieran ser visionadas por los alumnos posteriormente”, continúa Martínez. Desde finales de los años noventa, asistimos a un desarrollo de la enseñanza participativa, como por ejemplo la utilización del método del caso en formato online.

Actualmente, en el Global MBA de IE utiliza foros de discusión de casos y videoconferencias en las que participan profesores y alumnos. “El siguiente paso en proceso de pruebas es la utilización de entornos virtuales”, continúa Martínez. Cuentan, además, con un gran equipo de personas dedicadas al desarrollo de materiales multimedia que “apoyen a los contenidos de las clases, como por ejemplo casos o simuladores. Estos materiales se utilizan tanto en clases presenciales como online, con gran aceptación por parte de alumnos y profesores”, continúa. En este momento, es posible, por ejemplo, mantener una discusión de casos con alumnos situados simultáneamente en cuatro o cinco continentes, “sin problemas apreciables de comunicación”.

A pesar de la evolución acontecida en la formación online, en España aparentemente existe un descrédito generalizado en la aplicación de las nuevas tecnologías a la educación. Así lo indica el Informe de Tecnología Educativa 2004- 2005 y el Informe 2000 de la CRUE (Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas). En 2004, un 2,30% de los profesores percibían Internet como “una pérdida de tiempo” y sólo el 50,57% lo valoraron como un recurso imprescindible, frente al resto que lo definió como una ayuda, pero no un recurso.

“Me parece más preocupante que sólo la mitad considere Internet como un recurso imprescindible”, comenta Martínez. En la tradición de la universidad española, las clases se organizan como “magistrales, con sesiones de ejercicios o problemas si precede, y un examen final de conocimientos”, continúa. Bajo este paradigma, Internet viene básicamente a interrumpir el “normal desarrollo de las clases”. Este modelo tiene que cambiar a corto o medio plazo, por la propia presión del alumnado.

Como principal ventaja, la enseñanza online permite hoy en día que alumnos que no podrían participar en un programa de calidad por su localización geográfica puedan hacerlo sin perder nada o casi nada de lo que obtendrían en un programa presencial. “Incluye estudiantes que viajan habitualmente, y que por lo tanto no pueden acomodarse a un programa rígido que les obligue a asistir a clase con frecuencia. También, por otro lado, los profesores gozan de esa libertad, y en nuestros programas online muchos de los profesores viven fuera de España o viajan”, comenta Martínez. De esta manera, permite contar con excepcionales alumnos y profesores a la hora de configurar los programas.

Casos reales

El italiano Marco Marinucci cursó un programa online en el IE y lo vivió como una experiencia inolvidable en todos los sentidos. “Es una experiencia que te ocupa, literalmente, el día y la noche. Al mismo tiempo, te forma no solo por su contenido, también en sus procesos”, comenta Marinucci. El hecho de que estés trabajando al mismo tiempo con grupos de personas que no solo son profesionales como tú, sino que están luchando contra el tiempo, “te pone frente a nuevas situaciones”, añade.

Personalmente, ve resultados tangibles y menos tangibles. Entre los tangibles, Marinucci destaca el contenido de los cursos. “Yo me formé como ingeniero y, aunque en los doce años de actividad profesional que había tenido antes del MBA me había enfrentado con problemas de business planning o financieros, sentía que me faltaba una formación formal en esos aspectos”. Ahora, no puede decir que tiene respuestas a todos sus problemas profesionales, “pero por lo menos soy consciente de lo que sé y de lo que me falta por saber”, apunta. Eso le da, personalmente, “la confianza de saber que tengo todas las opciones profesionales abiertas en mi carrera. Solo tengo que escoger”.

Entre los resultados menos tangibles, Marinucci hace mención de dos. “La red de antiguos alumnos, mis compañeros de curso, que respeto profundamente desde el punto de vista personal y profesional; y la disciplina. Durante el curso, luchas constantemente con el tiempo. Entre tu actividad profesional y familiar, rascas cada segundo para dedicar a tus tareas. Una vez finalizado el curso, parece que tienes un montón de tiempo en tu vida para dedicar a otros asuntos”, comenta. Al final, Marinucci creó una non-profit que ayuda a las empresas nuevas europeas a establecer contactos financieros y estratégicos en Silicon Valley.

Paradógicamente, se suele pensar que el aislamiento es un inconveniente, pero en “nuestros formatos online hemos descubierto que los lazos de amistad que se construyen entre los alumnos son mayores que en programas presenciales”, apunta Martínez. Los alumnos online suelen ser muy exigentes. Y, esa autoexigencia a la que se someten, hace que ellos mismos exijan al programa más que los alumnos presenciales.

Marinucci quería trabajar al mismo tiempo que hacía el programa a distancia. “Me encantaba el enfoque internacional”, añade. El hecho de estar basado en Europa y España. “El ranking también tenía su importancia”, puntualiza. Pero Marinucci era consciente de que quería buscar otro trabajo. “Justo al final del primer semestre del curso me incorporé a Google, en California. Empezar un nuevo trabajo de este tipo mientras estás estudiando todas las noches, ha sido una gran experiencia formativa”, añade. Dice que, como siempre ha tenido que viajar mucho por su actividad profesional, la única opción viable de hacer un curso de estas características era “llevar la escuela conmigo a todos mis viajes”. El único inconveniente, “si queréis llamarlo así”, fue vivir dos vidas paralelas a tiempo completo. “Una como profesional y otra como estudiante. Hay que tener muy claro que dos aspectos de tu vida van a estar totalmente impactando. Tu vida social, donde tienes que decirle a tus amigos que nos veremos en trece meses; y el sueño. Yo aprendí a no dormir más de cinco horas por noche”, confiesa.

Thierry Amarger decidió matricularse en el MBA mientras trabajaba en Sao Paulo, Brasil, en una asignación internacional. “Viajaba con mucha frecuencia a Europa y por Sudamérica”, dice Amarger. Los motivos por los que se dispuso a buscar un MBA fueron varios. Por un lado, “el programa tenía que ser de media jornada, para que me permitiera seguir con mi vida profesional y enfrentarme a los viajes frecuentes que hacía y cuidar la vida de mi familia”, comenta. Además, tenía que ser un programa flexible que permitiera “la reubicación de mis estudios”. Tenía que formar parte, sobre todo, de una universidad internacional clasificada entre los diez primeros en todo el mundo en enseñanza ejecutiva.

“El programa permite a la gente unirse varias veces y hacer comentarios durante la semana, aquellos comentarios que, a menudo, son sostenidos por la propia experiencia de alguien o por la investigación hecha antes sobre Internet sobre algún asunto específico”, apunta. Amarger insiste en que también le asombró la capacidad de este tipo de programas para crear amistades duraderas. “La comunicación es intensa y facilitada por la tecnología, como las videoconferencias, llamadas por vídeo, sesiones de charla, correo electrónico… Esto, se traduce en un espíritu de equipo y solidaridad. También cree que, debido a la naturaleza del programa, los periodos presenciales son “sumamente intensos” y recompensa. Probablemente, más que un programa tradicional ejecutivo.

Actualmente, Thierry Amarger trabaja para Nokia. Ocupa el puesto de director de cuenta global para el grupo Telefónica en América Latina. Entre otras cosas, el MBA online le ha permitido conseguir entender mucho mejor el funcionamiento de una empresa.

La formación online más actual

Actualmente, el IE está perfeccionando los métodos de impartición de enseñanza participativa. “Ya hemos alcanzado un gran nivel de calidad, pero seguimos aprendiendo. Tecnológicamente, utilizamos foros, videoconferencias, chats… Es decir, herramientas punteras al alcance de casi todo el mundo, pero desde el punto de vista del contenido nos ha costado varios años llegar a este punto”, confiesa Martínez. Los materiales multimedia les permiten incorporar a los cursos información que “no podríamos presentar sobre papel, como entrevistas, filmaciones, simuladores… Esto es, muy probablemente, lo más avanzado en este momento y que se utilice en la realidad”.

El siguiente paso será, sin duda, “la utilización de entornos de realidad virtual, en lo que ya están trabajando. Por ahora, se consideran más juegos que entornos de enseñanza, pero están comprobando que tienen enormes posibilidades en enseñanza online. “Nos queda mucho por rematar. Ésta es una disciplina muy joven, donde vamos aprendiendo con base en trabajo e intuición. Se producirá un gran cambio cuando todos seamos conscientes de que no se trata de trasladar el entorno presencial al online, sino que es otra forma de enseñar con otras reglas básicas de relación e impartición”, compara Martínez.

En profundo crecimiento

Los programas online tienen, en muchos casos, la ventaja de añadirse a la propia experiencia del estudiante y permitirle desde el primer momento poner en práctica en su trabajo los conocimientos adquiridos. Muchas empresas son conscientes de ello y lo valoran. “Nosotros hemos impartido cursos de habilidades con el mismo éxito que sus versiones presenciales”, dice Martínez. Es un sector en fuerte crecimiento, pero hay que tener en cuenta que la puesta en marcha de cursos online requiere una fuerte inversión. Por eso, la enseñanza online tiene que ser “divertida”, igual que la enseñanza presencial. Las empresas que implementen cursos online necesitan dar el soporte necesario a sus alumnos para que “no se sientan abandonados, sin nadie con quien compartir sus conocimientos”. ¿Cómo conseguirlo? Por medio de foros, chats…

El perfil de los alumnos que cursan un MBA online es muy parecido al de los MBA presenciales. Además, suelen ser personas con puestos de “fuerte componente internacional” y, en muchos casos, “personas que no pueden o no pudieron hacer una parada en su carrera durante un año para hacer un MBA presencial”, añade Martínez. Para que se hagan una idea: en una sola clase han llegado a contar alrededor de un 80% de expatriados.

Marco Marinucci trabaja actualmente en Google, en lo que ellos llaman strategic partner development en el área de content acquisition o adquisición de contenido. “Es muy estratégico porque estoy en un área cuyos proyectos pueden cambiar una industria entera. El tema de ser un agente que ayuda el cambio, educando el mercado en 22 países”, es su pan nuestro de cada día. “Vivimos en un mundo donde las distancias geográficas importan siempre menos. Éste es el corazón del programa”. ¿Qué le falta? “Creo que siempre hay espacio para mejorar. Quizá sea una postura que aprendí en Google”, concluye.

Fuente: Universia
Publicado el: 19/03/2008

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