La política es así: Las autonomías políticas

La conversación transcurrió con amenidad y salteada por la picardía acostumbrada en estas breves tertulias de café. Se ensombreció, un tanto, cuando se abordó el tema de las autonomías. Debo señalar, antes de continuar con el relato, que mis dos contertulios, amigos ambos, son figuras públicas y forman parte del liderazgo orgánico de la ciudad. Por esa razón me causó extrañeza la forma poco comprensiva como asumieron un argumento fundamental en nuestra vida política; máxime, viniendo de dos importantes actores dentro del ámbito de la oposición en el Estado Carabobo.

Es obvio que este tema no forma parte sustantiva del discurso alternativo que debería asumir la oposición. Por el contrario, se encuentra salpicado de malos entendidos que distorsionan su significación política y, en consecuencia, ni es apreciada su carga “revolucionaria” como tampoco su potencialidad para inducir cambios en nuestra descompuesta cultura política.

Lo primero que debemos apuntar es que las autonomías políticas son consustanciales con nuestro surgimiento como nación. Venezuela nace como país en medio de un contexto federalista, como bien no los recuerdan las siete estrellas de nuestro tricolor, que representan a siete provincias nacidas en cabildos abiertos municipales. A finales de la época colonial y en las primeras décadas de nuestra historia republicana, era posible la elección de los representantes gubernamentales de cada entidad en los propios territorios. Igualmente, existían impuestos locales que permitían cierta discrecionalidad en la organización interna de las administraciones territoriales de entonces. La región, como bien lo apunta el historiador Elías Pino Iturrieta, es anterior a la nación.

En segundo lugar hay que resaltar que se encuentran en proceso de liquidación las tímidas conquistas alcanzadas mediante la promulgación de la Ley Orgánica de Descentralización, Delimitación y Transferencia de Competencia del Poder Público del año 1989. Nos dirigimos en forma apresurada hacia un Estado Nacional Centralizado en manos del Ejecutivo Nacional, en donde los intereses estatales y locales estarán claramente subordinados a la administración pública nacional. Este es el objetivo estratégico que persigue la recién creada Comisión Central de Planificación a cargo de Jorge Rodríguez y compuesta por nueve miembros del gabinete nacional.

Este desconocimiento y refracción sobre el tema de las autonomías expresa la profundidad de la crisis política que aqueja el país. Pareciera que las amarras del barco de la vieja política son más sólidas de lo que nos imaginábamos. Su carga, aún, hace peso sobre los hombros de nuestra dirigencia de oposición.

Yo espero que mis dos buenos amigos cancelen ese pasaje y pongan su bien merecido prestigio académico y político al servicio de la lucha por las autonomías políticas.

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