Los impactos y desafíos de la seguridad alimentaria en América Latina

La seguridad alimentaria supone el cumplimiento de cuatro dimensiones interrelacionadas: La disponibilidad o existencia de cantidades suficientes de alimentos de calidad adecuada para todos los habitantes; el acceso, entendido como el acceso de las personas a los derechos y recursos necesarios para adquirir alimentos apropiados, nutritivos y acordes con su cultura; las condiciones que aseguren la utilización biológica de los alimentos, para lograr un estado de bienestar nutricional en el que se satisfagan las necesidades fisiológicas; y la estabilidad tanto en la disponibilidad como en el acceso a alimentos adecuados en todo momento. (FAO, 2006)

En 20 años de evolución, en la mayoría de los países de América Latina y el Caribe ha mejorado la situación de la inseguridad alimentaria. Las mayores reducciones en el hambre se presentaron en Nicaragua, Perú, República Dominicana, Honduras y Ecuador, países que pasaron de una situación crítica (mayor al 10%) a una situación moderada (entre 5% y 10%). Sin embargo, la desnutrición sigue siendo crítica en varios países y es dispar entre ellos. Mientas en Haití más de la mitad de la población (58%) no tiene acceso a alimentos suficientes y de calidad para cubrir sus necesidades, en Argentina, Uruguay, Chile, Costa Rica y México ese porcentaje no llega a 5%. (IFPRI, 2010)

El Departamento de Agricultura de los Estados Unidos estima que, en América Latina y el Caribe, unos 58 millones de personas se encuentran en condiciones de inseguridad alimentaria. En términos de porcentajes sobre el total de la población, la inseguridad alimentaria varía desde un 80% en Haití, 61% en República Dominicana, 60% en Bolivia, 41% en Perú y Guatemala, hasta poco más de 16% en El Salvador y Nicaragua. (USDA, 2010)

La mayoría de los países de América Latina y el Caribe se encuentra en una situación de baja inseguridad alimentaria, con las excepciones de Bolivia, Ecuador, Guatemala, Haití, Honduras, Nicaragua, Panamá, Perú y República Dominicana. De ellos, Guatemala, Bolivia y particularmente Haití, se encuentran en una situación considerada como severa o crítica.

Las dinámicas de crecimiento de la producción de alimentos difieren significativamente según región y grupo de alimentos. Por un lado, el crecimiento de las importaciones se da a un ritmo mucho mayor que la producción, mientras que la ayuda alimentaria en la región cae en forma significativa. Por otro, la dependencia de la oferta doméstica de alimentos con respecto a los mercados internacionales está aumentando, dado que las importaciones tienden a crecer más que la producción doméstica de alimentos. La dependencia en las importaciones puede debilitar la seguridad alimentaria, sobre todo si se presentan déficits en la producción doméstica de aquellos alimentos que más aportan al total del consumo de calorías.

El consumo de alimentos está directamente relacionado con el nivel de ingresos de la población, su crecimiento y la forma como se distribuyen. Por consiguiente, la pobreza y la indigencia son las variables de mayor impacto en el acceso a los alimentos. Empero, la caída en las tasas de pobreza e indigencia en América Latina significan que la vulnerabilidad de la población a la inseguridad alimentaria es mucho menor ahora que hace dos décadas. La tasa de pobreza bajó 17 puntos porcentuales entre 1990 y 2010 (de 48,4% a 31,4%), mientras que la tasa de indigencia cayó 10,3 puntos porcentuales (de 22,6% a 12,3%). Aun así, América Latina cuenta con más de 174 millones de personas en condición de pobreza, de los cuales 73 millones se encuentran en pobreza extrema. (BM, 2012)

Actualmente existe mayor conciencia política sobre la importancia de tomar medidas efectivas para promover la producción de alimentos. Sin embargo, esa conciencia no siempre se traduce en decisiones de política y acciones integrales para enfrentar ambos retos combinados; en otras ocasiones, dichas decisiones no han sido suficientes o han sido contradictorias.

Finalmente, para lograr la seguridad alimentaria, se requiere formular e implementar estrategias de seguridad alimentaria regionales que consideran las siguientes premisas:

 Garantizar la utilización biológica de los alimentos a través de una alimentación adecuada y el acceso al agua potable, la sanidad y la atención médica;
 Contar con información accesible, confiable, completa y oportuna sobre producción, stocks, flujos comerciales y precios agrícolas, que contribuya a reducir la especulación y la volatilidad de los precios;
 Adoptar políticas de Estado que consideren a la agricultura como un sector prioritario para el logro de la seguridad alimentaria; y
 Desarrollo de sistemas de producción de alimentos vinculados estrechamente a cadenas de valor y mercados transparentes.

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(*) Facultad de Ciencias Económicas y Sociales, Universidad Autónoma de Sinaloa, Ciudad Universitaria, Área de Cubìculos de Profesores de la Licenciatura en Economía, México.

Referencias:

• Organización de las Naciones Unidades para la Alimentación y la Agricultura (2006). Seguridad alimentaria: informe de políticas No. 2. Roma: FAO.
• Instituto Internacional de Investigación sobre Políticas Alimentarias (2010). Índice global del hambre. El desafío del hambre: énfasis en la crisis de la subnutrición infantil. Washington: IFPRI.
• United States Department of Agriculture (2010). Food Security Assesment 2010-2020. Washington: USDA.
Banco Mundial (2012). Pobreza. Washington: BM.