El presidente ruso Vladimir Putin llegó a Israel el 25 de junio en la que es su primera visita de estado desde que volvió a asumir la presidencia, visita acordada desde mediados de mayo, por lo que la mayor parte de la agenda del encuentro ya estaba fijada.de antemano.
Decir que no existen divergencias notables en las actuales relaciones ruso-israelíes, por lo que dicha visita habría que enmarcarla dentro de la nueva geopolítica rusa para Oriente Medio y serviría tanto a Putin como a Netanyahu para agrandar su papel de estadistas y logar el objetivo común de una transición ordenada en Siria tras la salida de Al-Assad (quien sentaría su residencia en Rusia) y la llegada al poder de un régimen sunita moderado.
Posible retorno a la Doctrina Brézhnev (también llamada doctrina de la soberanía limitada) con Putin: Dicha doctrina instauró que Rusia tiene derecho a intervenir (incluso militarmente) en asuntos internos de los países de su área de influencia y que conjugando hábilmente la ayuda a minorías étnicas rusas oprimidas, el chantaje energético, la amenaza nuclear disuasoria, la intervención militar quirúrgica, la desestabilización de gobiernos vecinos “non gratos” y el ahogamiento de la oposición política interna intentará situar bajo su órbita a la mayoría de los países desgajados de la extinta URSS y gestar la Nueva Gran Rusia en el horizonte del 2020.
Desde el principio de su mandato Presidencial en el 2000, la obsesión de Putin ha sido la renovación de sus obsoletos arsenales armamentísticos con el reto de lograr en el 2020 la equiparación de su potencial militar con el de EEUU, para lo que cuenta con una dotación presupuestaria anual del 20 % del PIB aprovechando los sucesivos superávits conseguidos gracias a los espectaculares aumentos del precio del crudo que pasaron de 10 US$ en 1.998 a los más de 100 US$ del 2008.
Así, destinará 880 mil millones de rublos (unos 29 mil millones de dólares) para la defensa en 2012, lo que representa un aumento de 1,5 veces respecto a 2010 que comprende el contrato entre el Mindef y la empresa Astilleros Unidos Sevmarch, para la construcción de siete submarinos nucleares de cuarta generación Borei y Yasen, (destinados a portar los novísimos cohetes balísticos intercontinentales de ojivas nucleares múltiples Bulavá y que serán la espina dorsal de la estrategia nuclear rusa para la próxima década).con el objetivo inequívoco de equipararse a EEUU como superpotencia mundial en el horizonte del 2020, hija de los ideales expansionistas de Pedro el Grande.
Ampliación del área de influencia rusa en el conflictivo Oriente Medio: Tras la intervención de la NATO en Libia, se habría producido un inusual coincidencia de China y Rusia en forma de veto en la ONU, con lo que podríamos asistir al nacimiento de una alianza ruso-china impulsada por Putin que tendría su plasmación con la aparición en el escenario geopolítico mundial de la Unión Euroasiática como alternativa económica y militar al bloque hegemónico occidental.
La nueva geopolítica rusa en Oriente Próximo pasaría por un decidido apoyo al régimen sirio de Al-Assad y al régimen iraní en su contencioso nuclear con los EEUU con el objetivo de fijar su posición como árbitro ineludible en los contenciosos sirios e iraníes. Así, Rusia quiere aparecer como colaborador necesario para coadyuvar a una transición sostenible tras el final de Al-Assad que permita la asunción de un régimen sunita moderado que sirva de contrapeso a las ambiciones iraníes y que se englobaría en un escenario de solución global a los contenciosos existentes en Oriente Medio.
Asimismo, la CIA habría constatado el inicio de ayuda militar solapada rusa (asesores militares, logística e información de los satélites-espías) a las milicias talibanes de Afganistán en su lucha contra las fuerzas del ISAF allí desplegadas (emulando el apoyo de Jruschov a Vietnam del Norte), con el objetivo de alargar el conflicto y aliado con la falta de liquidez monetaria de los aliados europeos lograr su gradual retirada de Afganistán y dejar en soledad a EEUU, con el riesgo evidente de una peligrosa «vietnamización» del conflicto.
Su acción posterior se orientará a la ayuda de los grupos islamistas y su apoyo a los regímenes nacionalistas en su lucha contra la presencia occidental en el continente africano, basada en el pathos anticolonial, en los proyectos de cooperación económica y en la creciente cooperación militar (política que tuvo un especial éxito durante el mandato de Jruschov siendo Egipto el principal socio de la URSS en la región y su Presidente Nasser condecorado con la Estrella de Héroe de la Unión Soviética), por lo que no sería descartable un estrechamiento de relaciones ruso-egipcias que convertirían a Egipto en el portaaviones continental de Rusia lo que aunado con la extensión de su área de influencia al resto de países árabes que circundan a Israel (Siria, Líbano, Palestina y Jordania) podría germinar la semilla de un nuevo movimiento panislamista y reeditar en el próximo quinquenio la Guerra de los Seis Días.
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