Impensable durante más de un siglo de explotación de hidrocarburos, que algunos productores de petróleo pagaran para (des) vender ese estratégico recurso energético.
La explicación de tal reciente hecho resulta económicamente racional. Financieramente es menos costoso pagar se lleven un petróleo que no se tiene capacidad para almacenarlo que cerrar un campo petrolero. Esto último no es como apagar y luego encender un motor. El shock de demanda de petróleo que ha significado la semi-paralización del mundo por efecto del Covid19, produjo una sobre oferta que copó la capacidad operativa de almacenamiento de las principales transnacionales del ramo.
¿Qué lección encierra tal circunstancia para un País como el nuestro, que a pesar del colapso de su industria petrolera, tiene, con razón, puesta su esperanza en ella, para la reconstrucción de nuestra economía?
Los venezolanos, unos más, otros menos, hemos vivido en los últimos 100 años, creyendo que nuestra inmensa riqueza energética nos acompañaría por secula seculoren, como si la más universal de las leyes de la termodinámica no existiera, esto es, que la «energía ni se crea ni se destruye, sólo se transforma». ¨Ciertamente tenemos las más grandes reservas del mundo de petróleo pesado, sólo que el mundo, inexorablemente, afrontará, no muy lejos según los especialistas del tema, un proceso de «transición energética», esencialmente, porque la tasa de retorno energético, esto es, el excedente que se genera por unidad de energía que debe ser usado para tal fin, es cada vez menor. La comunidad científica da como un hecho que no admite discusión, que la era del petróleo dejará de ser, cuando en el subsuelo aún habrá millones de barriles de petróleo. Inmensos campos de hidrocarburos convertidos en «sumideros de energía».
Se estima que a mediados de la década de los 30 del XXI, la demanda frisará su pico histórico e iniciará su inevitable descenso. No por causas coyunturales como la actual, sino por razones de orden estructural que convertirán a la curva de oferta en una de pendiente negativa, es decir, en cada unidad de tiempo adicional se producirá menos petróleo.
Así como la era de piedra fue superada, no precisamente porque se acabaron las piedras…o la era donde la madera era la fuente de energía principal y dio paso al uso del carbón… Siempre una época energética sustituida por otra donde la nueva fuente de energía presentaba un mayor nivel de concentración energética por unidad equivalente, ganando así eficiencia y, en consecuencia posibilitando este asombroso desarrollo que el mundo ha presenciado los últimos 270 años. Más exactamente, desde 1750 -por poner una fecha-, cuando se suceden eventos tecnológicos y organizacionales en la producción de bienes que permiten hablar de la Primera Revolución Industrial.
En ese orden de ideas, cobra especial relevancia lo señalado por Arturo Uslar Pietri, y que sirve de título a éste escrito.
El rol de la agricultura.
Unos alarmantes datos, a modo de contexto, para ilustrar la hipótesis que deseo desarrollar.
Consumir 2.200 kcal/hab/día, por debajo del nivel normativo establecido por el INN, implica que para una población de 31 millones de habitantes, asumiendo que regrese el 90 % de la diáspora, requiere una disponibilidad u oferta alimentaria de producción no elaborada de 31.620.000 toneladas aproximadamente, manteniendo la estructura de consumo y población existente para 2003, cuando eran creíbles las estadísticas oficiales. Para éste 2020, perdido prácticamente el ciclo invierno, responsable de cerca del 80 % de la producción agrícola total, sumado al grave desabastecimiento de combustibles, estimamos, que tal indicador rondará, los 4 millones de toneladas (12 % de lo requerido ). He allí retratada a cuerpo entero la magnitud de la crisis agroalimentaria venezolana.
Veamosla desde otra arista clave.
Autoabastecernos en los rubros propios de ecosistemas tropicales, y algunos de pisos altitudinales altos, básicamente, hortalizas, implica, a los niveles de productividad del Pais para 2010-2015 cosechar 1.125 m2/hab. En el 2019 ese indicador, calculamos se ubicó, ligeramente sobre los 200 m2/hab. El déficit fue 82 %.
Quizás, el elemento más disonante de la actual crisis agrícola venezolana lo constituya el sector bovino. Entre 1960-1998 el rebaño nacional creció a una Tasa Media de 3.02 %; entre 1999-2019, según datos de Fedenaga para el último año, (de) creció menos 2.8 %. De 15.800.000 cabezas de ganado en 1999, hoy tenemos unas 9.000.000; autoabastecernos en carne bovina (18 kg/hab/año), partiendo del actual rebaño, y asumiendo un Plan Vigoroso de Productividad que nos lleve en 10 años a los niveles de eficiencia productiva que tiene Colombia, lo lograríamos en el 2040.
¡En 20 años!
Hemos sido, un País claramente neto importador en productos agrícolas. En 1950 (MF) las importaciones agrícolas eran 50 % superior a las exportaciones de productos equivalentes. Nuestra Balanza Comercial Agrícola (BCA) ha sido eternamente deficitaria.
Si asumiéramos un cambio de gobierno ya, que en consecuencia cambiara radicalmente el modelo de crecimiento económico dándole al sector agroalimentario la relevancia debida, contáramos con los recursos suficientes y se definieran las políticas para el sector por gerentes idóneos, lo cual se expresase en que retomáramos la senda del crecimiento, siendo que las exportaciones crecieran a una tasa media anual de 27 %, partiendo de un nivel de USD 350 M, entre 2020-2030 (Brasil las aumentó 11 % entre 2003-2013, en el llamado super ciclo agrícola) y que las importaciones decrecieran 8 % anual, desde un nivel en valores gruesos, de USD 8.000 M, valor promedio para los años 2006-2012, equilibrariamos la BCA al final de la década. ¡Dura meta por cumplir!
Uniendo los puntos.
¿A donde quiero llegar? Sustituido el actual régimen se impone un Plan de Estabilización Macroeconómica que recupere el empleo y los ingresos de las grandes mayorías, los cuales, fundamentalmente, se dirigirán a la adquisición de alimentos, dado el bajísimo nivel de consumo calórico y proteico; ahora bien, éste obligado relanzamiento del sector primario de la economía no debe estar desvinculado de una estratégica visión de construir un tipo de agricultura diversificada y competitiva, de cara a un futuro, donde el petróleo no tendrá la valoración del mercado que ha tenido como principal fuente energética, que en consecuencia, nos obliga a encontrar fuentes de ingresos externos alternos, siendo la producción de bienes agrícolas uno de ellos, además, de suplir internamente la totalidad de alimentos que manifiestan mayor eficiencia biológica en nuestros ecosistemas prevalentes.
Lo sucedido recientemente con los precios del petroleo, evidencia su alta volatilidad, como todo comodities, a pesar de constituir la principal fuente energetica que mueve al mundo, por lo cual un País que haga descansar buena parte de su fortaleza fiscal y la fortaleza de sus cuentas externas -balanza de pagos- en el, someterá su ciclo económico a reiteradas fluctuaciones, sea que lo afecten shock de oferta o de demanda, o ambas, en el corto plazo y, lo que es peor, a mas largo tiempo, su inexorable sustitución por otras fuentes de energía, lo que pondría en entredicho la viabilidad social de esa Nacion.
De otro lado, somos un País que posee el factor tierra en cantidades suficientes (actualmente utilizamos solo el 5 % del factor tierra apto para agricultura vegetal que disponemos ), que cuenta con energía lumínica los 365 días del año, los dos mas importantes recursos para la producción de alimentos. En consecuencia, el desafió es edificar unos sistemas agroproductivos, caracterizados por la eficiencia biológica, la competitividad económica y la amigabilidad con el ambiente.
Sembrar el petroleo, en lo que al sector agrícola se refiere, es hacer uso de los relativamente reducidos proventos que generará en los venideros tiempos, para construir un modelo agroproductor abierto a la competencia foránea, que ademas, de suplir los frutos y productos que satisfarán las necesidades caloricas, proteicas, de vitaminas y minerales de la población, logre insertar con éxito en las cadenas de exportación un grupo importante de productos de ambiente tropical, para lo cual deben sustituirse las añejas prácticas de subvención pública, de diverso orden, por fortalezas fundamentadas en prácticas propias de la llamada agricultura 4.0, prácticas gerenciales idóneas, propias de un productor que se asume como un empresario del campo y ve su actividad como un negocio capitalista.
Aclarando el camino.
Requerimos cosechar, al menos 4.500.000 hectáreas para el 2030; no es fácil, y, de rubros que expresen su máxima eficiencia productiva en ecología tropical; implicaría una Tasa Media de Crecimiento de éste indicador de 22 % anual durante los próximos 10 años, que representaría 180 % más que el pico histórico que ha presentado esta variable desde que se llevan registros, que fue el alcanzado en el periodo 1984-1988. Simultáneamente, diseñar y aplicar un Plan de Productividad, que nos permita una tasa media de crecimiento de éste indicador, mínimo 3,5 % anual – entre 1960-2003, la ganancia fue de 1.68%, Machado Allinson-. Cumplir este objetivo significa que solo por aumento de Productividad la producción física aumentaría 41 % en 2030 respecto a 2020. Sino logramos ser competitivos, al menos en relación a nuestros pares de la región, se dificulta avistar un promisorio futuro.
Observo por demás complicado, autoabastecernos, como si lo hace Colombia, en leche y carne sino recomponemos nuestro rebaño bovino, dándole al bubalus bubalis -búfalo de agua- la relevancia que debe tener; y no sólo para las zonas bajas de Apure, Barinas, Cojedes, El Delta y el Sur del Lago de Maracaibo, sino también en zonas más altas, masificando la práctica de la inseminación artificial, forrajes cultivados, el uso de riego en pasturas y suplementación de minerales en las dosis técnicamente establecidas.
A ver: estamos obligados a superar, sin sacrificar criterios de eficiencia económica fundamentales, los tres macro desequilibrios que expresan la histórica crisis agrícola-nutricional que padecemos: 1) el desencuentro severo entre la oferta de alimentos y la demanda agregada que de ellos hacemos los venezolanos; 2) reducir la brutal brecha que existe entre la oferta de bienes tecnológicos para el sector agroproductor y la demanda que hacen de ellos nuestros productores; nos quedamos en los avances de la Revolución Verde de mediados del siglo XX y, 3) equilibrar, en un plazo de una década, la Balanza Comercial Agrícola, que consetudinariamente ha presentado un crónico déficit.
Presidente Guaidó: he allí uno de sus más importantes desafíos por vencer. Y, no hay lugar para equivocarse.
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