Jordi Sabaté – En Internet, como en todas las facetas de la vida, la discreción es la mejor forma de conducirse para evitar conflictos. La privacidad respecto a identidades y datos personales puede incidir de forma positiva o negativa en la reputación del usuario y la seguridad de su economía y cuentas. Pero preservar dicha intimidad no está solo en manos de los organismos reguladores o de los mecanismos que dispongan los servicios que se utilicen, sino que también depende en gran parte del usuario. ¿Somos todo lo discretos que desearíamos en nuestra vida digital? A continuación se exponen las imprudencias más comunes que se cometen en Internet, algunos de los programas que las han detectado y los consejos para optimizar la discreción.
Si en el momento de escribir un comentario en Facebook o Twitter de manera pública no se mide el alcance de las palabras, se puede pagar muy caro
La caridad empieza por uno mismo; la discreción también. Por mucho que la Agencia de Protección de Datos Española marque unas normas de seguridad y privacidad a los diversos servicios, redes sociales y plataformas de la Red, y por mucho que estas las cumplan a rajatabla con todo tipo de mecanismos, opciones personalizables y niveles de cifrado de la información, si en el momento de escribir un comentario en Facebook o Twitter de manera pública no se mide el alcance de las palabras, se puede pagar muy caro.
Abundan los casos de personas despedidas por publicar en Twitter y Facebook comentarios despectivos, por criticar a sus jefes o expresar aburrimiento por su trabajo. También por anunciar lo bien que estaban de vacaciones en determinado lugar, cuando se suponía que estaban de baja médica o en un congreso. En otros casos, algunas personas ven su reputación en entredicho por hacer referencias a abusos con el alcohol o alguna droga en las redes sociales que utiliza.
Programas para cazar indiscretos
En fechas recientes se ha lanzado un programa que se dedica a recopilar y mostrar las opiniones polémicas que las personas dejan en estas redes de forma pública, y el listado era inacabable. ¿Por qué estas personas son tan incautas? Muchos son neófitos en materia digital, y aunque darse de alta en algunos servicios es muy fácil, no adquieren conciencia de que sus comentarios pueden tener una repercusión enorme. Hace dos años el servicio Openbook se dedicó a poner de manifiesto lo que se decía de forma pública en Facebook, para sonrojo de muchos.
Se ha lanzado un programa que se dedica a recopilar y mostrar las opiniones polémicas que las personas dejan en las redes sociales
Algunos usuarios no configuran bien la privacidad que desean dar al servicio y luego no miden sus palabras, o confunden el ámbito profesional con el personal. En un mundo como el digital, tan interconectado, no es nada raro que el superior en el trabajo siga a su subordinado, incluso que le vigile; si no se le impide, no hace nada ilegal. Los hay incluso que publican fotografías en Twitter de sus tarjetas de crédito, tal como pone de manifiesto la cuenta needathebitcard, que se dedica a recopilarlas para mostrar la inconsciencia de sus dueños.
Otro apartado es el de las fotos que se exponen en Facebook sin controlar su privacidad y que pueden ser vistas de manera pública por todo el mundo con una búsqueda en Google. Hay que ser conscientes de que determinadas fotos pueden ser vistas por agencias de recursos humanos que dudan si ofrecernos o no un trabajo. Incluso existen páginas que explican cómo ver fotos privadas de Facebook.
Hace dos años se hizo famoso otro servicio, PleaseRobeMe, donde se recopilaban los comentarios de los usuarios de Facebook en los que decían dónde estaban en un determinado momento, de modo que a la vez anunciaban que su casa estaba vacía y a disposición de los cacos. No conviene contar en las redes dónde y cuándo nos vamos de vacaciones.
No solo se trata de jefes cotillas; también los gobiernos de todo el mundo empiezan a demandar información
Por otro lado, no solo se trata de jefes cotillas, de reputaciones o hackers; también los gobiernos de todo el mundo empiezan a demandar información de lo que sus ciudadanos escriben en las redes sociales. En muchas ocasiones es en referencia a violaciones de los derechos de propiedad intelectual, pero también por comentarios que se consideran impropios o amenazas a terceros. Tanto Google como Twitter han hecho públicas las peticiones recibidas durante este año, y sorprende que las haya de casi todos los países occidentales, España incluida.
Cuidado en el momento de facilitar datos personales
Lo mismo sucede con lo que se escribe en correos electrónicos o incluso con ciertos datos dejados en servicios que se contratan o comercios en los que se compra.
A veces un correo puede ser reenviado sin consentimiento a contactos del destinatario que desconoce el emisor, de manera que revele tanto la autoría del comentario como la dirección de correo del remitente. No hay mala intención, pero este tipo de prácticas pueden causar mucho perjuicio si caen en manos inadecuadas.
Otro caso similar se da cuando se contrata un dominio de Internet y se piden datos como el nombre, apellidos y un teléfono personal. Si tal información no se facilita en modo privado, bastará con que alguien ponga en Google el nombre dado junto a la palabra teléfono para que este aparezca.
Consejos para optimizar la discreción
• Antes empezar la actividad en una red social, estudiar bien la configuración de privacidad y una vez dominada, fijarla al nivel deseado. Manejar la privacidad en Facebook y Twitter es muy importante.
• Cuanta más privacidad, menos interacción con el medio, por lo que hay que decidir si se desea estar de forma pública o privada, solo visible para los contactos del usuario. En el segundo modo se tendrá más libertad, pero la popularidad se resentirá. En el primer caso, se optimiza el uso de las redes, pero se debe extremar la cautela y pensar siempre dos veces lo que se publica.
• Controlar quién sigue la actividad social y bloquear o no admitir a personas que no interesen; ningún jefe puede obligar a que el ususario le acepte en un servicio.
• Nunca exponer datos personales de manera abierta, como teléfonos, números de cuenta, datos de tarjetas, etc. Para ello, están los servicios de mensajería y los correos electrónicos.
• Exigir siempre, cuando se deba dejar información por contrato en algún servicio o comercio, que los datos personales no se muestren de forma pública.
• Controlar los reenvíos que se hacen de los correos electrónicos, tanto con la cautela de lo que se escribe y a quién, como con advertencias legales de confidencialidad. En principio, toda comunicación privada entre dos personas es confidencial y no puede ser revelada a terceros.
Fuente: http://www.consumer.es/web/es/tecnologia/internet/2012/07/23/211423.php