CONSIDERACIONES BASICAS, ALCANCES, RELEVANCIA
Las aulas de clases, especialmente las de la Universidad que nos concierne están siendo ocupadas por personas que se han identificado con una carrera y que de sabérseles orientar, despertar su creatividad, se le daría paso a una educación cada vez mejor que la que actualmente se ofrece.
Le corresponde al profesor despertar es potencial de acuerdo a como manifiesta, comparte, sus conocimientos e invita al alumno a que su creatividad se despierte. Al respecto de este tema se ha escrito, como lo señala Julián Betancourt, que educar en la creatividad es educar para el cambio y formar personas ricas en originalidad, flexibilidad, visión futura, iniciativa, confianza, amantes de los riesgos y listas para afrontar los obstáculos y problemas que se les van presentado en su vida escolar y cotidiana, además de ofrecerles herramientas para la innovación.
La creatividad puede ser desarrollada a través del proceso educativo, favoreciendo potencialidades y consiguiendo una mejor utilización de los recursos individuales y grupales dentro del proceso de enseñanza-aprendizaje.
Siguiendo con estas ideas, no podríamos hablar de una educación creativa sin mencionar la importancia de una atmósfera creativa que propicie el pensar reflexivo y creativo en el salón de clase.
Considero muy significativo además, que se de en la docencia venezolana, especialmente en la que nos corresponde la universitaria, una responsabilidad más firme en la formación de nuestros profesionales, permitiéndoles que hagan uso de su poder creativo en todo aquello que favorezca el aprendizaje y en donde todos nos beneficiemos de los logros que ello nos puede generar. Deben los profesores saber motivar a sus alumnos, incitándolos a que éstos den a conocer sus ideas, sus innovaciones, las desarrollen a fin de no quedar anclados en lo tradicional, rutinario de la enseñanza que cada día gracias a la globalización, a la dinámica cambiante de los actuales escenarios demandan nuevas ideas, nuevos estilos de enseñanza y aprendizaje.
Se nos señala, que la concepción acerca de una educación creativa, parte del planteamiento de que la creatividad está ligada a todos los ámbitos de la actividad humana y es el producto de un devenir histórico social determinado.
Creatividad, nos recuerda Betancourt, es el potencial humano integrado por componentes cognoscitivos, afectivos, intelectuales y volitivos, que a través de una atmósfera creativa se pone de manifiesto, para generar productos novedosos y de gran valor social y comunicarlos, transcendiendo en determinados momentos, el contexto histórico social en el que se vive.
Este concepto, integracionista o conjuncionista, plantea una interrelación dialéctica de las dimensiones básicas, con que frecuentemente se ha definido la creatividad de manera unilateral: persona, proceso, producto, medio. Este educar en la creatividad, implica el amor por el cambio. Es necesario propiciar, a través de una atmósfera de libertad psicológica y profundo humanismo, que se manifieste la creatividad de los alumnos, al menos en el sentido de ser capaces de enfrentarse con lo nuevo y darle respuesta. Además, enseñarles a no temer el cambio, sino más bien a poder sentirse a gusto y disfrutar con éste.
Un buen docente, plenamente identificado con su responsabilidad, con ética, debe ser un generador de cambio, propiciar los cambios que permitan a todos los involucrados a identificarse con el alcance, beneficio, que el cambio genera, adaptar la enseñanza a las demandas que los escenarios exigen, a fin de mantenerlos activos, propiciar todo aquello que beneficie a todos los que en él están involucrados. No se puede ser pasivo, como ha sido la costumbre en nuestras aulas, pocos preactivos, más bien figurativos, debemos darle paso a los cambios y a lo que ello nos puede generar.
Betancourt manifiesta, que podemos afirmar, sin miedo a equivocarnos, que una educación creativa es una educación desarrolladora y autorrealizadora, en la cual no solamente resulta valioso el aprendizaje de nuevas habilidades y estrategias de trabajo, sino también el desaprendizaje de una serie de actitudes que, en determinados momentos, nos llenan de candados psicológicos para ser creativos o para permitir que otros lo sean.
En conclusión, es necesario que los docentes del presente se comprometan más en hacer uso de la creatividad, proporcionando conocimientos y desarrollando habilidades sobre la creatividad y su proyección en la educación; considerando al docente como profesional de la educación creativo e innovador.
Participamos con la opinión de Betancourt, sobre la necesidad de transferir, compenetrarse con el alcance, los logros que la creatividad genera en pro de los contextos educativos del aula y del centro escolar. El grado de transferencia irá desde los meros aprendizajes de técnicas e instrumentos a la elaboración de proyectos innovadores, para mejorar la práctica educativa de forma colaborativa e institucional. La aplicación de los conocimientos y habilidades o estrategias asumidas a contextos diferentes de aquellos en los que se adquirieron, son la mejor garantía de la eficiencia de un aprendizaje.
El profesor debe confiar en las capacidades potenciales de sus alumnos y no solamente en las reales. Debe favorecer una enseñanza desarrolladora y colaborativa, en donde lo que el alumno puede realizar con su apoyo pueda hacerlo sólo el día de mañana.
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