La seguridad alimentaria de un país no consiste, como algunos creen, en lograr que el país produzca todo aquello que su población necesita para alimentarse. De acuerdo a un concepto de esa naturaleza, no habría ningún país sobre la faz del planeta, que tenga plena seguridad alimentaria, pues todos tienen que comprar en el exterior, algunas partidas alimenticias que no se pueden producir en el interior del territorio, o que se producen con escasa calidad o con elevados costos. Ningún país se libra de realizar importaciones de alimentos, con mucha o con poca elaboración. Sin embargo, al mismo tiempo, la inmensa mayoría de los países, realiza exportaciones de rubros alimenticios. En la medida en que esas exportaciones alimentarias sean abundantes en cantidad, de buena calidad y de bajos costos, le reportarán al país una importante cantidad de divisas, con las cuales podrán pagar el costo de las importaciones alimentarias que necesitan realizar.
No aislarse
La seguridad alimentaria no consiste, por lo tanto, en aislarse de las corrientes del comercio internacional contemporáneo, para pasar a producir a cualquier costo, todo lo que la población necesita para
alimentarse. Muy por el contrario, de lo que se trata, es de insertase en las corrientes del comercio internacional, de una forma tal que las ventas externas de productos alimentarios, permitan pagar la factura de las compras alimentarias que haya que realizar en el exterior. En otras palabras, lograr que las exportaciones alimentarias sean mayores que las importaciones del mismo género.
Así entendidas las cosas, los países de la América del Sur han logrado en los últimos años, un grado importante de seguridad alimentaria, pues los sectores agropecuario y agroindustrial, han logrado generar una capacidad exportadora, que supera en forma sustantiva las necesidades de alimentos que hay necesariamente que comprar en el exterior. Más aun, el sector alimentario genera un excedente de divisas, que permite complementar las necesidades de los sectores industriales o de servicios. La única excepción a esta situación es Venezuela.
Veamos. Brasil, en el 2009, exportó bienes alimentarios – los comprendidos en los primeros 24 capítulos del arancel- por un valor de 53.750 millones de dólares, mientras que sus importaciones de los
mismos bienes, fueron escasamente de 7.500 millones de dólares. Una clara y cómoda situación de balanza comercial, positiva de productos alimentarios.
Colombia exportó, en el 2009, un total de 5.900 millones de dólares en productos alimentarios, y sus importaciones fueron de 3.500 millones de dólares. Ecuador exportó en el 2009 un total de 5.400 millones de dólares en productos alimentarios e importó sólo 1.600 millones de dólares. Incluso Bolivia exportó en el 2009 un monto de 1.070 millones de dólares, mientas importaba solamente 400 millones de
dólares.
Venezuela rezagada
La situación de Venezuela es, sin embargo, patética. Sus exportaciones de productos alimentarios en el 2009 fueron escasamente de 90 millones de dólares. Menos en términos absolutos, que cualquier otro país de la América del Sur. Menos que Bolivia, que Ecuador o que Paraguay. Y sus importaciones, en cambio, ascendieron a 6.300 millones de dólares. Es el único país de la América del Sur, que tiene un saldo comercial negativo en materia de productos alimentarios. Podría decirse, por lo tanto, que es el país que exhibe el peor nivel de seguridad alimentaria en toda la región.
¿A que se debe esta situación? ¿A diferencias geográficas o climáticas que perjudican a Venezuela? ¿A una maldición divina? La única explicación posible, es que acá no ha hay preocupación alguna, por
lograr que la agricultura venezolana produzca suficientes alimentos y/o produzca divisas con las cuales comprar alimentos. En otras palabras, falta de políticas adecuadas, o abundancia de políticas erróneas. El déficit comercial alimentario, no es una situación nueva. Viene desde hace bastante tiempo atrás. Pero antes se caminaba en sentido de aumentar las exportaciones y reducir las importaciones, de modo de ir cerrando paulatinamente la brecha.
Exportaciones bajan
Hoy en día, en cambio, las exportaciones alimentarias se reducen de año en año – en el 2008 fueron de 150 millones de dólares- mientas las importaciones se incrementan en forma sistemática. La brecha se
amplía cada vez mas. No hay indicios que permitan postular que existen políticas tendientes a revertir esta situación. Es más, la actual política cambiaria y la política de comercio exterior en general,
unido a la situación de inestabilidad que afecta a la propiedad agraria y agroindutrial, no pueden conducir sino a agravar esta situación. Es decir, a agravar la situación de inseguridad alimentaria,
en que se encuentra Venezuela.
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Publicado en TAL CUAL el día 21 de Septiembre del 201