«Pasión, acción y sacrificio realizan los designios de los hombres cuando la acción está al servicio del pensamiento y la pasión se inspira en el pensamiento de servicio.”
Andrés Eloy Blanco
El sabio Marco Tulio Cicerón (106 a.C.–43 a.C.) mencionó, con la penetración que lo caracterizaba, que: “Pensar es como vivir dos veces”. En efecto, dedicar tiempo a meditar sobre la realidad circundante, sus avatares y posibles derivaciones, es gastarse y desgastarse.
Finalizando este año, plagado de eventos y perplejidades, nos preparamos para recibir al 2013 bajo un manto de seguros problemas y de indefiniciones que nos hacen vivir ya no dos sino más veces. Será definitivamente una nueva fase en la que entrará el país y con él todos los que acá habitamos.
El año próximo será demandante en muchos sentidos, comenzando por lo político, nervio principal de las eventualidades venezolanas. Será un período de cambios y reagrupación de fuerzas, gravitando sobre estos escenarios el asunto de la salud del Presidente de la República, especie de nudo gordiano que en forma transversal atraviesa todo la columna de esta crispada nación. La incertidumbre domina todo este campo, y el destino a mediano plazo de Venezuela, dependerá de cuanto logre conjurarse el errático rumbo impuesto nacionalmente, sobre todo en lo concerniente a las trasnochadas formas de comunismo disfrazado y sus subsecuentes manifestaciones de control autoritario de todas las instancias de la sociedad, y la destrucción, sistemáticamente calculada, del aparato productivo nacional y el desborde, inusitado, del hampa que cobra anualmente más de 20.000 víctimas.
Son tales los desbalances fiscales y financieros, que se avecinan tiempos difíciles, de ajustes, de paquetazos económicos (de ese tipo que trataban de enrostrarse en el campo rival mediante la impresión de programas). Ajustes que incidirán directamente en el bolsillo del venezolano, disminuyendo aún más su calidad de vida. Tiempos duros frente a los que habrá que reaccionar con austeridad y sensatez.
Probablemente tengamos un año donde se intente una mayor ideologización en las escuelas, en lugar de mejorarse la calidad de la enseñanza y la planta física, verdaderos resortes del progreso de los países. Será un período donde nuestra participación como padres y representantes será vital.
Será un año demandante el 2013, pues requerirá que agucemos nuestra templanza, esa cualidad que es definida como aquella que domina la voluntad y vuelve subalternos a los instintos, regulando los deseos y manteniéndonos dentro de los límites de la solidaridad, ya que mucha será necesaria en un año complejo, plagado de diversas claves distintas; pero, que no debe dejar lugar a la aflicción sino a la lucha cívica con coraje y fe. Hace 2000 años un humilde carpintero, que resultó ser el Verbo Encarnado, nos pidió a los humanos que obedeciéramos un solo mandamiento: el del amor al prójimo como a uno mismo. Ese es un precepto que cobra una nueva dimensión en nuestro presente como pueblo.
Son toda esta serie de elementos y de eventualidades, lo que ocupan la mente de millones de venezolanos al momento de esperar este nuevo año. Quiera Dios que seamos lo suficientemente asertivos y generosos para irlos sobrellevando con su carga de cosas buenas y no tan buenas.
Escribiendo estas líneas, me topé con una frase del gran filósofo español del siglo XX, Don José Ortega y Gasset, que seguramente redondean lo que he tratado de plantear:
“No somos disparados a la existencia como una bala de fusil cuya trayectoria está absolutamente determinada. Es falso decir que lo que nos determina son las circunstancias. Al contrario, las circunstancias son el dilema ante el cual tenemos que decidirnos. Pero el que decide es nuestro carácter”.
Ante un año que sabemos viene hasta el tope de dificultades, debemos echar mano de nuestro carácter para cabalgarlo con presteza, sabiduría, solidaridad y coraje.
¡Feliz año 2013!
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