La viveza criolla y la conciencia moral

En la vida pasan cosas buenas y uno debe ser agradecido. Así como nos lamentamos cuando pasan cosas malas y la expresamos con la frase «que hice yo para merecer esto», por lo general la gente no agradece cuando la suerte nos toca. Aprovecho la ocasión para agradecer públicamente una de las cosas buenas que han pasado en mi vida, y es, haber compartido mis estudios de ciencias políticas con un grupo de excelentes y brillantes compañeros, y entre ellos, destacaba por su buen humor y espíritu solidario, Laureano Márquez.

Cinco años compartiendo con él, me permite conocerlo algo y poder hablar de él. De Laureano se puede decir que su ingenio, capacidad analítica y capacidad para hacernos sonreír, a partir de su análisis de la situación nacional, sólo puede ser comparado con su inocencia. Como buena gente que es, parece incapaz de percibir el mal en otras personas. Laureano posee una fe infinita en la humanidad. Siempre fue así y creo que siempre lo será. Que Dios lo bendiga.

Muestra de ello lo tenemos en su reciente artículo: «Radiografía de la viveza criolla», el cual fuera publicado en Tal Cual, del día viernes 18 de abril. Allí Laureano con su brillante pluma hace un descarnado análisis de una de las peores «endemias» del venezolano, «la viveza criolla», o esa peculiar manera de actuar a través del cual, todos colocamos el bien particular por encima del bienestar general. Laureano, hace un brillante diagnóstico de los síntomas y, aunque no lo dice, el lector intuye las consecuencias de la viveza criolla. La viveza o poca disposición a cumplir las normas, son esenciales para el desarrollo y progreso social. Sin ellos, aumentan los costos de transacción, porque nadie puede confiar en nadie y, por tanto, salir de una situación de atraso o desarrollo se hace, si no inviable, al menos muy costosa.

Pero, en ese momento, aparece Laureano, el inocente, y propone la cura a la enfermedad. Señores, hay que portarse bien. Debemos ser buenos niños y no colearse en las colas, porque eso es malo. Si quieres el pasaporte y este te lo prometen en dos meses, no hay que mojarle la mano al funcionario, porque es feo, etc., etc. Pues, lamento disentir de Laureano, porque el combate a la viveza criolla no es un problema que sea solucionable, solamente desde una óptica moral. Hoy hay menos vivos en evasión de impuestos, gracias a Ignacio Moreno León, el creador del Seniat y a Vielma Mora. En Barquisimeto, la gente dejó de «comerse» la luz roja de los semáforos, cuando a una gobernadora le dio por meter presos a esos vivos.

Desgraciadamente, hay que reconocer una triste, pero realista, frase de Gonzalo Barrios, en la cual la gente roba, porque no hay razones para no hacerlo. Así que la solución, además de lo que se pueda hacer en los procesos de socialización en las escuelas, es sencillamente, mano dura contra los infractores, multas a quienes incumplan las leyes de tránsito, cárcel para los corruptos y castigo severo al tráfico de influencia.

Porque mientras la sociedad premie al vivo, permitiendo que disfrute de los beneficios de la viveza, siempre habrá vivos. Sólo en la medida, que la viveza genere costos y el respeto a las normas, es que se podrá aumentar la conciencia ciudadana.

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