Chávez: ¿el último caudillo?

La cultura política del venezolano guarda estrecha relación con la imposición y el autoritarismo. Desde que Venezuela nace como República en mayo de 1830 en el Congreso Constituyente de Valencia, cuando se separa de la Gran Colombia, hasta nuestros días. Cultura caudillista y rentista que ha vivido a la saga de los gobiernos de turno, y de las limosnas que deja la estela el poder.

Después de la independencia correspondió asumir el poder a los héroes de esa gesta libertadora. Quienes comenzaron más que a mandar, a tomar por asalto el país: sus tierras y riquezas. El venezolano común y corriente estaba obligado a aceptar las condiciones impuestas por el caudillo de turno y someterse a su voluntad. No había derechos y menos recursos para reivindicarlos.

En tiempos de democracia la realidad política y social es otra, en tanto y en cuanto, se pueden hacer efectivos los derechos fundamentales conquistados.

No estamos en tiempos de montoneras cuando el que se alzaba en armas obtenía el poder mediante la fuerza. Ahora, existe todo un marco legal que le permite a la gente tener derechos. Esos derechos hay que reclamarlos. Por tanto, ya no podemos calarnos más imposiciones.

Sin embargo, vemos cómo el comportamiento político de estos tiempos, es el mismo de la época de la colonia. ¿Dónde nos empantanamos? O es que ¿no queremos avanzar? ¿Por qué tenemos que aceptar, a la chita callada, la voluntad del caudillo de turno? Es mejor la comodidad, el conformismo, la desidia, que procurar un cambio profundo en la conducta colectiva de una sociedad.
Entonces ¿hay crisis? ¡Claro que hay crisis! Y no sólo entre posiciones doctrinarias: democracia social y socialismo. Hay una crisis terrible de “conformismo” tanto, en un bando como en el otro.

Todos los gobiernos llegan con propuestas y enmiendas de cambio: revolución azul, restauradora, liberales, conservadores, demócratas, revolucionarias o socialistas. Cuando el comportamiento de sus personeros no va en consonancia con los cambios que pretende ¿cómo cambio a los demás, sino, cambio yo? ¿Cómo genero un cambio en la cultura política del venezolano y en su comportamiento, si yo, no cambio? ¿Cuándo mí comportamiento está reñido con los valores morales y éticos que sostienen a la sociedad?

Y lo que es peor, ¿cómo el votante, que tiene esa poderosa arma en su mano, se la cala?

El venezolano es: ¿Cómodo? ¿Flojo? ¿Pendejo? o ¿Noble?

Con la imposición del bipartidismo: corrupción, cogollos, clientelismo, desorden administrativo, ausencia de políticas públicas que redundaran en mejor calidad de vida para los ciudadanos. ¿Ahora? Con la imposición del socialismo: corrupción, cogollos, clientelismo… en grado superlativo, por efecto del colapso de los servicios públicos y el desbordamiento, sin control y cómplice, de la delincuencia.

Pero el grave problema se centra en: ¿Cómo cambia una sociedad, si la dirigencia no da el ejemplo? ¿Queremos una sociedad responsable? Debemos comportarnos responsablemente (podemos comenzar con llegar temprano a las reuniones) ¿Queremos una sociedad trabajadora? Debemos hacerlo todos los días ¿Queremos una sociedad eficiente? Debemos ser diligentes en las metas que nos proponemos. ¿Queremos que nos crean? Debemos ser sinceros.

Así tendremos una sociedad reflejo del modelaje de su dirigencia y no una anclada en el pasado caudillista: ¡no repetirán!

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