ELENA PIÑEIRO – En Europa, las personas viven más tiempo y la media de edad sigue aumentando año tras año, por lo que conjugar salud y longevidad es actualmente una prioridad social y sanitaria. En el mantenimiento de una buena salud, el colon y su microflora desempeñan un papel esencial. Un colon que funciona bien ayuda a evacuar con frecuencia, evita inconvenientes como el estreñimiento y reduce el riesgo de enfermedades como el cáncer colorectal.
La microflora se compone de una gran diversidad de bacterias, muchas de las cuales no se han caracterizado todavía, razón que ha dado lugar a la realización de estudios sobre la composición de la flora intestinal según los diferentes grupos de edad, (adultos y ancianos).
Uno de estos trabajos científicos se ha desarrollado en el marco del proyecto europeo Crownalife, (que deriva de «Crown of life» o «corona de la vida», como se conoce también a la tercera edad), en el que se ha investigado sobre el efecto del consumo de alimentos funcionales en la salud intestinal de los mayores. Para lograr los objetivos del proyecto ha sido necesario identificar, cuantificar y conocer más a fondo la microflora del colon y su relación con la salud en la última etapa de la vida.
Alimentos funcionales y salud intestinal
Con la edad se altera el ecosistema intestinal, lo que favorece la mala absorción de nutrientes como la vitamina D o el calcio
Uno de los objetivos del proyecto Crownalife ha sido comprobar la eficacia de la administración de alimentos funcionales en la dieta de los ancianos. En los estudios realizados en humanos se ha demostrado que la administración de una preparación simbiótica compuesta por un probiótico, el Bifidobacterium animalis DN-173 y un prebiótico, el Beneo TMSynergy1, incluido en la alimentación de personas mayores durante un período de cuatro meses, moduló el «microbioma» del digestivo dando lugar a bienestar intestinal y mejorando la calidad de vida de los voluntarios con los que se hizo el estudio.
En nuestro intestino viven habitualmente más de 100 billones de microorganismos que nos ayudan a digerir y asimilar numerosos nutrientes. Parece ser que nuestro bienestar depende en gran parte del «microbioma» o ecosistema de bacterias que habita la parte más distal de nuestro tracto digestivo. Según los propios investigadores, la preparación simbiótica puede disminuir los niveles de distintos factores de riesgo potenciales del cáncer colorrectal.
A partir de los resultados del proyecto Crownalife, se han elaborado diferentes recomendaciones tanto para la comunidad científica como para el sistema sanitario europeo y la industria alimentaria de nuestro continente. En el ámbito científico, una de las conclusiones principales es que se necesita más investigación que aclare el vínculo entre los hábitos alimentarios y los parámetros funcionales de riesgo de cáncer colorectal en los mayores y, más allá, validar la aplicación de ingredientes funcionales en la dieta con el fin de reducir estos riesgos. A su vez, se alienta a las empresas del sector alimentario a que desarrollen alimentos funcionales dirigidos a este grupo social de una edad avanzada y con necesidades nutricionales muy específicas.
Microbioma intestinal, factor clave en la vejez
El 20% de la población europea tiene más de 60 años y en el año 2020 se calcula que esta proporción aumentará hasta el 25%, de la cual unos 30 millones de personas tendrán 80 años o más. La adaptación específica de la alimentación al proceso de envejecimiento ha sido una de las claves que se han abordado en el proyecto Crownalife, coordinado por el Instituto Nacional de la Investigación Agronómica de Jouy-en Josas, (Francia), y que relaciona nutrición específica y salud intestinal.
El contexto alimentario de los mayores es complicado; existen numerosos factores fisiológicos, psicológicos o socioeconómicos entre otros, que influyen en la acción de alimentarse. En las investigaciones realizadas desde el proyecto Crownalife, se ha observado que, con la edad, no sólo empeoran los hábitos alimentarios, sino que además se altera el ecosistema intestinal, lo que favorece la mala absorción de nutrientes tan importantes como el calcio o la vitamina D. Encontrar alimentos más atractivos y adaptados a las circunstancias de este grupo de edad es un reto para el mercado europeo, que ha marcado tendencia a la producción de alimentos prebióticos y probióticos.
Según Steve Gill, del Institute for Genomic Research, «un cambio dentro del ‘microbioma intestinal’, con frecuencia conduce a la ausencia o presencia de microbios beneficiosos y puede desencadenar defectos en el metabolismo y dar lugar al desarrollo de patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal».
Las bacterias beneficiosas aportan numerosas ventajas a la salud, ya que ayudan a sintetizar activamente vitamina como la B1 y la B6, y a asimilar determinados azúcares, como el xilano y la celobiosa, presentes en la pared celular de plantas comestibles como manzanas o zanahorias.
Estas bacterias también actúan como barrera impidiendo la colonización de patógenos y además protegen al organismo de los efectos negativos generados por los productos de desecho de la digestión o provenientes de otras bacterias. Las patógenas pueden ser realmente dañinas, ya que causan diarrea, gastroenteritis o a largo plazo pueden favorecer la aparición de enfermedades graves como el cáncer de colon.
ALIMENTOS SIMBIÓTICOS
Son simbióticos todos los alimentos que combinan probióticos, es decir, bacterias vivas que refuerzan la flora intestinal y prebióticos, que son fibras presentes en frutas y hortalizas, principalmente, que funcionan como fibra soluble en el aparato digestivo y que colaboran en la regulación del intestino al ser sustrato de las bacterias intestinales.
La relación simbiótica se basa en cómo los oligosacáridos, (un tipo de fibra soluble), de los vegetales sirven para potenciar la acción de las bacterias beneficiosas, que los utilizan para alimentarse y desarrollarse. Los especialistas en nutrición llevan ya más de una década recomendando la incorporación de alimentos simbióticos a la dieta a fin de fortalecer el sistema inmunológico e inhibir cánceres de colon y vejiga. Los simbióticos actúan como inhibidores de la acción de los oncogenes, previniendo su propagación. Además, parece ser que optimizan la acción de los tratamientos para curar la hipercolesterolemia y mejoran la biodisponibilidad de hierro y cinc, entre otros elementos minerales.
Fuente: http://www.consumer.es/