Las energías renovables avanzan con paso firme a escala global, sustituyendo gradualmente los combustibles fósiles en la generación eléctrica, pero no en el transporte automotor.
Como era de esperarse, la reciente celebración del Día de la Tierra, concentró la atención del público en los esfuerzos por sustituir las energías fósiles por energías renovables, para retardar los efectos del calentamiento global. Por fortuna, en la última década las energías limpias han ganado terreno en todo el mundo, al aumentar la inversión en estas tecnologías desde 49 millardos de dólares en 2003 hasta los US$ 326 millardos del año pasado. Se trata de un verdadero salto cuántico que implica una sensible declinación en la inversión en energías fósiles, o sea carbón, petróleo y gas.
En este contexto, la energía solar ha sido la más favorecida en inversiones, atrayendo un monto de US$ 147 millardos y casi duplicando las de la energía eólica, con US$ 83 millardos. El tercer bloque energético en importancia, el de los biocombustibles, ocupa el tercer lugar con US$ 18 millardos de inversión, seguido por los capitales dedicados a plantas hidroeléctricas (US$ 11 millardos), energía geotérmica (US$ 3 millardos) y la que explota la fuerza de mareas (US$ 200 millones), esta última una fuente algo subestimada hasta ahora y que promete mucho.
Todo indica que existe un sentido de urgencia en el remplazo eventual de las energías fósiles, tanto por razones ambientales como por las económicas, pues el petróleo se ha tornado muy costoso en el último lustro y es probable que su precio siga por encima de los US$ 100 dólares por barril en el futuro previsible, con posibilidades de sufrir saltos considerables en caso de algún conflicto bélico en el mediano oriente (no se puede olvidar que se acercó a los US$ 160 el barril hace unos años).
Para los ambientalistas, esta tendencia hacia las energías renovables representa un evento positivo, aunque lamentan que todavía su proporción, en el cuadro energético global siga siendo minoritario, pues ocupaban en 2012 apenas el 4% del total, aprovechándose mayormente en la generación eléctrica, aplicación donde predominan todavía el carbón, el petróleo y la energía nuclear. Sin embargo, el año pasado su uso en este renglón, duplicaba holgadamente el del año 2000, donde las renovables representaban sólo el 1,5% del total, un aumento del 160%, que marca una tendencia inequívoca para el futuro. El único campo donde las energías limpias no han podido progresar mucho es en el transporte automotor, campo en que se consume actualmente la cuarta parte de la energía global, pero que contribuyen en un 28% de los gases de efecto invernadero como el CO2.
Aquí los combustibles líquidos derivados del petróleo, son difíciles de sustituir, pues el gas natural o el hidrógeno no son populares en las estaciones de servicio y el etanol ha tenido poca aceptación. Tampoco los autos eléctricos han tenido un avance sustancial, llegando en 2012 a un parque eléctrico de unas 180.000 unidades, cifra que representa apenas un 0,2% del parque automotor global.
Pero es alentador observar, que las ventas de nuevos autos eléctricos en países como Japón y EEUU están por el orden del 27% del total de carros vendidos en 2012, con Francia y Noruega no muy lejos de los punteros, algo impensable hace apenas unos años y que indica que está calando lentamente la idea de usar motores eléctricos para autos compactos. Lamentablemente en el transporte pesado (camiones, buses, etc.), que usan esencialmente motores diésel y que representa casi la quinta parte del parque automotor, la proporción de eléctricos es muy reducida ya que se necesitaría motores muy grandes y poderosos.
Así, mientras en la generación eléctrica podemos esperar aumentos sustanciales de la energía renovable en los años venideros, no pasará lo mismo en el renglón transporte, cuyo avance global será lento pero sostenido, esperándose un incremento sustancial sólo si se realiza un aumento sensible en el precio de los combustibles líquidos y si los biocombustibles terminan de convencer a los usuarios.
En particular, China aspira a convertirse en la primera potencia en producción de autos eléctricos, algo que sucederá tanto para reducir su importación de petróleo como para tratar de mejorar la pobre calidad del aire en sus congestionadas ciudades. Asimismo, las nuevas y potentes baterías de litio facilitarán pronto un auge moderado de los autos eléctricos, cuyo precio -actualmente más del doble de los de gasolina- bajará a medida que aumente su demanda. En fin, el futuro de la gasolina no se ve muy prometedor, a largo plazo, y no luce lejano el día en que se parará el auto en estaciones de servicio sólo para recargar la batería en tiempo récord.
Como nota final, observamos que en Venezuela las energías renovables se usan sólo en contados parques eólicos en la Guajira y Paraguaná, recientemente instalados y que generarán conjuntamente unos 140 MW de electricidad (o sea, menos del 1% de la demanda) cuando estén produciendo a plena capacidad.
Pero el uso de la energía solar es inexistente, algo que luce absurdo en un país tropical, donde se podría suplir una buena parte de la electricidad con esa fuente inagotable y gratuita. Todo se debe a los precios irrisorios de los derivados del petróleo y de la electricidad, mantenidos a niveles exageradamente bajos (los menores de América) por razones políticas, lo que desmotiva las inversiones en el sector de energías renovables.
Dirección-E: [email protected]