La tasa de desocupación durante el trimestre móvil septiembre-noviembre del 2020 en Chile, calculada por el INE, fue de 10.8 %, de acuerdo a datos hechos públicos en los últimos días de diciembre. Se trata de una tasa menor que la que se presentó durante el trimestre inmediatamente anterior – agosto octubre – que fue de 11.6 %. Es necesario, sin embargo, pasar revista a los contenidos más íntimos que están detrás de esas cifras.
Una primera cosa que llama la atención es que la fuerza de trabajo aumentó en el transcurso de un mes en aproximadamente 200 mil personas. En el trimestre agosto octubre era de 8.671.530 ciudadanos y un mes más tarde – en el trimestre septiembre noviembre pasó a ser de 8.871.080 trabajadores. Aparecieron 199 mil personas adicionales. ¿De dónde salieron? Salieron fundamentalmente de los “inactivos potencialmente activos”, es decir, de los que están en edad de trabajar pero no trabajan ni buscan hacerlo. No forman parte, por lo tanto, de la fuerza de trabajo, pero estarían dispuestos a trabajar si el mercado del trabajo se mostrara más atrayente. Esta categoría disminuyó en 192 mil personas, que fueron las que hicieron aumentar la fuerza de trabajo. Hay, por lo tanto, más gente que está dispuesta a abandonar el ocio e incorporarse al mercado del trabajo. Pero quedan todavía 1.334.270 trabajadores en esa categoría de inactivos potencialmente activos. Se trata, indudablemente, de un inmenso capital humano no aprovechado por parte de la sociedad chilena. Las consecuencias no solo económicas, sino también sociológicas y políticas de la existencia de ese contingente humano son considerables.
La fuerza de trabajo – que ya dijimos que aumentó en aproximadamente 200 mil personas en el último trimestre analizado – está compuesta por la suma de los ocupados más los desocupados. Los ocupados pasaron de 7.667.660 personas en agosto-octubre, a 7.916.720 trabajadores, en septiembre-noviembre. Un aumento de 249.060 personas. Pero los desocupados pasaron de 1.003.910 trabajadores a 954.350 trabajadores, disminuyendo en aproximadamente 50 mil personas. Todo eso explica el origen y el destino de los 200 mil nuevos integrantes de la fuerza de trabajo.
En la cantidad de ocupados no todos están ocupados de la misma forma. En la cifra ya mencionada se incluyen los “ocupados ausentes”, que disminuyeron en el último trimestre, pero continúan siendo 740.040 trabajadores.
También los trabajadores informales son parte de la cifra de trabajadores ocupados. Los trabajadores informales en el último trimestre ascendieron a 2.112.280 personas. En el trimestre anterior esa masa era solo de 1.924.580 trabajadores. Estos aumentaron, por lo tanto, en 187.700 personas. De los aproximadamente 250 mil nuevos ocupados, 187 mil lo hicieron en el sector informal. No se trata, indudablemente, de nuevo trabajo formal y estable.
En síntesis, en el país hay 954.350 desocupados, más 1.334.270 inactivos potencialmente activos, mas 740.040 ocupados ausentes, todo lo cual suma 3.028.660 trabajadores cuya inserción en el mercado laboral es nula o bien parecida a cero. Hay, además, más de 2 millones de trabajadores laborando en el sector informal. La situación, por lo tanto, no está como para celebrar.