El descubrimiento de la penicilina en 1928 y su posterior comercialización en los años 40, sitúan a los antibióticos como las drogas que más han contribuido en la reducción de las complicaciones, secuelas y mortalidad de la población, por enfermedades infecciosas.
Posteriores años, 40 a los 70, recibieron el descubrimiento y desarrollo de gran parte de los antimicrobianos que actualmente se conocen. Durante los 80 y 90, importantes innovaciones, nos ofrecen nuevas familias de antibióticos como quinolonas, monobactamicos, carbapenems y otros que permitieron simplificar los tratamientos y reducir el número de tomas diarias; optimización de la administración oral de los antibióticos (cefuroxima axetilo, cefpodoxima proxetil) mediante el perfeccionamiento de diferentes mecanismos galénicos y creación de nuevas asociaciones de drogas, con inhibidores, que bloquean mecanismos de resistencia (amoxicilina/clavulánico, ampicilina/sulbactam, entre otros).
Actualmente, en la mayor parte de los países occidentales, los antibióticos representan un gran porcentaje de los medicamentos utilizados, tanto por prescripción facultativa como por automedicación. Dado el aprecio de la población por este tipo de fármacos, deben extremarse las precauciones que eviten la automedicación y el abuso o su uso indiscriminado, lo cual está originando graves consecuencias en el ámbito de la resistencia, cuyas tasas hay que intentar reducir o por lo menos, estabilizar.
Este fenómeno de resistencia se ha descrito prácticamente en todas las bacterias y con todos los antibióticos, siendo un importante problema a la hora de elegir el más adecuado para tratar un proceso infeccioso. Por otra parte, los porcentajes de resistencia no son uniformes, cada localidad y hospital en las regiones, en los países, tiene diferencias en los rangos de resistencia. Es necesario realizar estudios que permitan conocerlos y definan la utilidad de cada medicamento, en cada caso particular.
Se han descrito diferentes mecanismos por los cuales una bacteria puede hacerse resistente a la acción de los antibióticos. Tanto las bacterias de la comunidad como las del hospital poseen mecanismos de resistencia, siendo las hospitalarias las de más difícil tratamiento. Para esto se han desarrollado antibióticos, que obviando los mecanismos de resistencia, son eficaces aun en aquellas infecciones por bacterias multirresistentes, como se llaman. Así obtuvimos las cefalosporinas, los carbapenems, las quinolonas, los glicopeptidos, los cuales pueden correr la misma suerte, si son mal utilizados. Por lo tanto, no debemos cantar victoria, se han encontrado recientemente bacterias resistentes aun a estos tipos de antibióticos.
Para evitar la diseminación de la resistencia, debemos estar conscientes del uso prudente de los antimicrobianos, evitando la automedicación, acudiendo al médico en caso de presentar algún proceso infeccioso y siguiendo al pie de la letra las indicaciones, tanto en el tipo de antibiótico, como en la dosis y en el número de días de tratamiento. Estas buenas prácticas nos traerán beneficios a corto, mediano y largo plazo.
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Fuente: AstraZeneca Venezuela, Dra. Maria Eugenia Landaeta, infectóloga y ex presidente de la Sociedad Venezolana de Infectología y Dra. Elia Sánchez, infectóloga y secretaria de la Sociedad Venezolana de Infectología.