Asdrúbal Oliveros responde 2 preguntas sobre Salario Mínimo y Políticas Económicas en #Venezuela

Entrevista hecha por Prodavinci | 5 de noviembre, 2014  

1. El aumento del salario mínimo decretado por el presidente Nicolás Maduro recuperará el poder adquisitivo de los venezolanos? ¿Por qué?

El incremento del salario mínimo ha sido una de las medidas utilizadas por el Gobierno para mitigar el incremento del costo de vida de los trabajadores, producto del incumplimiento en las metas de inflación y de la necesidad de realizar ajustes importantes de los precios de bienes básicos (como los alimentos). No obstante, los incrementos considerables en el valor del salario mínimo legal han significado mayores costos para los productores, quienes exigen nuevos ajustes, resultando esto en un círculo vicioso donde los salarios suben por la escalera, mientras que los precios suben por el ascensor. El Gobierno también se ha visto afectado por la medida. Sin ir muy lejos, el año pasado se tuvo que sancionar una Ley de Endeudamiento Complementario para hacer frente al incremento de sueldos decretado por el Ejecutivo.

En Ecoanalítica prevemos que los salarios nominales de la economía se incrementen en promedio 53,2% este año, lo que significará una contracción en términos reales de 10,9%.

El salario mínimo promedio ha mostrado un crecimiento real anual de 2,5% entre 1998 y 2013, unos 1,8 pp por encima del incremento del valor de la canasta alimentaria medida por el Instituto Nacional de Estadísticas (INE). Aunque ello es positivo a primera vista, en términos relativos el salario mínimo solo ha alcanzado para cubrir 97,1% del costo de los alimentos básicos para poder subsistir y deja poco, o casi nada, para el consumo de otro tipo de bienes.Como si el incremento del precio de alimentos fuera poco, grupos de bienes y servicios, que también pudieran considerarse básicos, han mostrado incrementos interanuales importantes en los últimos 15 años, como es el caso de los servicios de educación (19,8%), los servicios de salud (23,4%) y el servicio de transporte (26,1%).

Otro aspecto destacable es que, aunque voceros del Gobierno defiendan el incremento del sueldo mínimo, alegando que este se ha encontrado por encima de la inflación, las remuneraciones de casi todos los sectores económicos han crecido en promedio menos que los precios de la economía, lo que se traduce en una pérdida importante del poder adquisitivo. De acuerdo con datos publicados por el Banco Central de Venezuela (BCV) en su informe anual sobre la evolución de los precios y el mercado laboral, entre 2002 y 2012 solo las remuneraciones del sector construcción lograron crecer por encima de la inflación (y por lo tanto en términos reales), mientras que los sueldos del resto de los sectores no petroleros terminaron por contraerse en términos reales.

El incremento del salario mínimo no solo ha tenido un efecto limitado para lograr que las remuneraciones crezcan, sino que ha llevado a que los sueldos del personal más calificado converjan con las del personal no calificado. De acuerdo con cifras del BCV, mientras que los salarios del personal no calificado y de aquellos calificados como operarios crecieron 22,4% y 23,5% al año entre 2002 y 2012, los sueldos de los profesionales y técnicos medios lo hicieron a un ritmo de apenas 18,8% y 18,0%, respectivamente. Lamentablemente, no hay data más reciente.

El incremento de los salarios tampoco ha significado una mayor retribución a los empleados y obreros. De acuerdo con datos del BCV, del total del valor agregado generado en la economía en 2012 sólo el 32,3% llegó a manos de los empleados a manera de remuneración, mientras que el 52,0% se mantuvo en manos de los propietarios de las empresas a manera de remuneraciones al capital.

A pesar de 15 años de intentos por implementar un modelo de “reparto de la renta” y de profesar la transición desde el capitalismo hacia el socialismo, la participación de los trabajadores sobre la tajada del valor generado sigue siendo menor que en muchas economías calificadas como capitalistas, como por ejemplo la de EE.UU. en donde el 52,7% del valor agregado se reparte en forma de remuneraciones.

En Ecoanalítica consideramos que el incremento —por ley— de los salarios no ha sido ni será una opción viable para proteger el poder de compra de los trabajadores, especialmente mientras continúan los problemas de inflación, en los rubros básicos, en particular.

La dependencia de la renta petrolera para la generación de empleo público poco productivo y la implementación de programas sociales que ayuden a “maquillar” las cifras de inflación tampoco son sostenibles, simplemente termina por hacer más volátil al empleo frente a variaciones en los precios del petróleo.

Por último, la convergencia entre salarios, derivada de aumentos que intentan no dejar atrás a los menos favorecidos, pero que no toman en cuenta al resto, desincentiva la profesionalización y capacitación y fomenta la fuga de capital humano.

Además de la conquista de un salario mínimo que vaya más allá de la sola subsistencia, la inflación, la generación de empleo productivo y la construcción de una estructura salarial que incentive la capacitación son tareas pendientes para los hacedores de política.

2. ¿Las decisiones que está tomando el gobierno de Nicolás Maduro son las adecuadas en circunstancias económicas como las que vive Venezuela?

Desde hace varias semanas la cesta petrolera venezolana (CPV) viene cerrando en su nivel más bajo desde diciembre de 2010, despertando temores entre los inversionistas tenedores de deuda pública externa y entre empresarios y consumidores nacionales, para quienes la disponibilidad de divisas de la nación es un aspecto primordial.

Una caída prolongada de los precios del crudo, afectados actualmente por un mercado inundado por la oferta OPEP y no OPEP, no solo reduciría la capacidad de pago de la deuda externa del Gobierno y de PDVSA (quienes en el próximo año afrontan compromisos por US$12.016 millones), sino también significaría un importante golpe para el actual esquema cambiario (que aún cuenta con mecanismos para la asignación de dólares baratos) y pondría en riesgo la mayoría parlamentaria que actualmente posee el chavismo, al limitar su disponibilidad de fondos de cara a una campaña electoral de la cual partiría con un nivel de popularidad que no supera actualmente el 30,2%.

El peso de la actividad petrolera, en términos de exportaciones y contribución a los ingresos fiscales y valor agregado, hace que una disminución de un dólar en el precio de exportación de la CPV pueda tener consecuencias negativas importantes para la Nación.

En primer lugar, una caída de un dólar en el precio promedio de exportación del crudo, tomando en cuenta unos volúmenes de venta cercanos a 2,07 millones de barriles diarios —mb/d— (sin incluir derivados), implica una reducción de US$755,5 millones en el valor de las exportaciones en un año. Si se consideran solo las exportaciones generadoras de caja, que actualmente alcanzan 1,6 mb/d, los ingresos que deja de percibir PDVSA por cada dólar que cae el precio promedio de la CPV son de US$581,3 millones.

En relación con la generación de ingresos fiscales, en Ecoanalítica estimamos que por cada dólar que desciende el precio promedio del crudo, los impuestos y regalías que paga la industria petrolera merman en US$250,3 millones.

Para 2015 el panorama no es nada favorable. En Ecoanalítica prevemos que la caída de los precios del petróleo continúe hasta un nivel cercano a US$70,0/bl para finales de este año, y que luego sea levemente corregido a medida que el exceso de oferta disminuya por el cierre de proyectos menos rentables, por lo que el precio de la CPV promediaría US$80,0/bl para el año que viene.

A un precio promedio de US$80,0/bl el flujo de ingresos en divisas de la economía sería de apenas US$54.903 millones en 2015, una caída de 16,0% respecto a lo estimado para 2014, que se suavizaría en parte por la reducción de 19,0% en los envíos de crudo a Cuba y Petrocaribe. En este escenario, el Gobierno se vería obligado a “ajustar” las necesidades de divisas de la economía, específicamente las que tienen que ver con la importación de bienes no petroleros, que estimamos disminuirá en 20,0%.

Nosotros hemos venido insistiendo en que la sostenibilidad fiscal y externa de la economía se puede conseguir siempre que se lleve a cabo un conjunto de reformas que implicarían un cambio importante en el modelo económico actual, siendo las principales:

1. La adopción de un tipo de cambio cercano al de equilibrio, lo que permitiría ajustar las importaciones y constituiría un incentivo a las exportaciones, al tiempo que garantizaría un mayor ingreso fiscal al Estado y reduciría la demanda especulativa de divisas.

2. La revisión de los convenios petroleros, eliminándose los esquemas que afectan la caja de PDVSA y que tienen un impacto anual de US$7.478,6 millones sobre los ingresos en divisas de la nación.

3. La eliminación del subsidio a la gasolina, el cual tiene un costo de oportunidad de US$ 12.307 millones al año, el equivalente a más del 100,0% del servicio de la deuda externa para el próximo año.

4. La moderación del gasto público, lo que ayudaría a reducir su déficit y su monetización, reduciéndose las presiones inflacionarias de origen monetario.

Creemos que a pesar de que el Gobierno, quien encara un nuevo proceso electoral pronto, conoce los problemas por los que atraviesa la economía y sus posibles soluciones, evadirá los ajustes necesarios por su alto costo político y solo aplicará medidas incompletas: devaluaciones a tipos de cambio más bajos que el de equilibrio, desplazamiento de importaciones a mecanismos alternativos y menor liquidez en la liquidación de divisas. 2014 fue una oportunidad de oro pero ya casi termina sin mayores ajustes, solo queda prepararse para un 2015 donde las turbulencias serán el pan de cada día.

Fuente: http://prodavinci.com/2014/11/05/actualidad/asdrubal-oliveros-responde-2-preguntas-sobre-salario-minimo-y-politicas-economicas-en-venezuela/