A pesar de las tres raciones diarias de fruta aconsejadas por dietistas-nutricionistas, éste es uno de los alimentos que más cuesta consumir, tanto en niños como en adultos. El interés por su ingesta ha propiciado que la industria alimentaria diseñe una única bebida láctea con zumo de frutas, que se completa con vitaminas añadidas y una larga lista de aditivos.
La publicidad sugiere que esta bebida se considere como un «alimento completo». Se asegura que aúna los beneficios de la leche, en referencia a las proteínas y el calcio, y las vitaminas de la fruta. Esta afirmación puede favorecer que el consumidor vea estos productos como sustitutos del desayuno en caso de falta de apetito, de prisas o para los niños a quienes no les agrada la leche o la fruta. La realidad es que estas bebidas no sustituyen, desde el punto de vista nutricional, un desayuno nutritivo y tradicional compuesto por un vaso de leche y otro de zumo (además de los cereales, el pan o las galletas) porque no equivalen a una ración de lácteos y otra de fruta, como se puede pensar.
Zumo concentrado y poca leche
«El zumo contiene una gran cantidad de frutas, leche y vitaminas A, C y E y 0% materia grasa». Ésta es la opinión y valoración que un consumidor realiza en un foro de Internet sobre estas bebidas y que coincide con otros tantos usuarios en distintos foros. El comentario de otra consumidora aboga por «comprar el zumo con leche» a su bebé porque no quiere la leche y sólo toma zumo.
En estos casos se refieren a marcas concretas, si bien tras analizar la lista de ingredientes y el etiquetado nutricional de las más conocidas, se comprueba que la composición es casi similar. Apenas cambia la cantidad de ingredientes, mientras que el orden de los mismos las distingue en sabor, aroma y textura. En el etiquetado, el primer ingrediente de la lista es el más abundante, mientras el resto disminuye de manera sucesiva, hasta el final.
La confusión de muchos consumidores respecto a la composición de estos productos obliga a explicarla con detalle. En general, son bebidas envasadas en tetrabrik, con una capacidad de 330 mililitros y un formato similar a los zumos de fruta tradicionales. La composición media de estas bebidas es: un zumo de frutas a base de concentrados y poca leche.
La cantidad del primero es variable. Oscila desde un 7% hasta un 41% de una mezcla de zumos concentrados (la mayoría multifrutas). Esto significa que el aporte de zumo por cada envase varía bastante de unas marcas a otras, desde apenas 23 ml hasta 135 ml en los envases que contienen más zumo concentrado.
Respecto a la leche, la cantidad es escasa. Los de mayor contenido destacan con un 30% de leche desnatada, que equivale a 100 ml por cada tetrabrick (la mitad de un vaso); los de cantidades inferiores añaden un 10%, que se traduce en 33 ml de leche por envase. En la mayoría se detectan azúcares añadidos, que son los nutrientes más destacados y que dan el valor energético al producto, además de vitaminas y minerales adicionados. Todos son muy similares en el contenido de multitud de aditivos estabilizantes, colorantes, acidulantes y aromas; y algunos son necesarios para conseguir mezclar leche con zumos, muchos de ellos de frutas cítricas.
Estas bebidas cumplen su función refrescante e hidratante y resultan muy apetecibles y cómodas, pero no equivalen -desde el punto de vista nutritivo- a un vaso de leche y a una ración de frutas. A pesar de que su aporte calórico es moderado, sobresale su contenido en azúcares simples, en particular, cuando son añadidos.
Distinguir los sabores
La mayoría de estas bebidas se caracterizan por una mezcla de zumos a base de concentrado. De manzana, naranja, uva y puré de melocotón; de manzana, piña, limón y mango; o con frutas más exóticas como maracuyá, mango, guayaba o papaya, si llevan el adjetivo de «frutas tropicales». No obstante, en una misma marca, el zumo de base siempre se repite y la diferencia la marcan los aditivos aromatizantes (papaya, maracuyá y guanábana; o piña y coco).
Los fabricantes añaden vitaminas y fibra para suplir los nutrientes aportados de manera natural por la fruta fresca, pero la mezcla indefinida de sabores, en especial para los niños, influye de manera negativa en la educación del gusto. No permite identificar los sabores concretos de cada fruta, cuya mezcla, en tan poca proporción de zumo, se deduce de la propia etiqueta (naranjas, zanahorias, piña, maracuyá, mango, guayaba, albaricoques y papayas).
ZUMOS DE FRUTA Y OBESIDAD
El consumo de bebidas azucaradas se ha incrementado de forma exponencial en las últimas décadas y ha coincidido con una mayor prevalencia del sobrepeso y la obesidad en los países occidentales. Estas bebidas contribuyen, en gran medida, al aporte de energía y azúcares de parte de la población, tanto de niños como de adultos.
En ocasiones, ambos las toman como tentempié en almuerzos y meriendas, aunque no es un hábito adecuado. Hay sobradas evidencias que vinculan el exceso de peso y el consumo de bebidas azucaradas entre horas, como para desaconsejar su consumo en el contexto de una dieta saludable.
Aunque el foco de atención en relación con la obesidad se centra en el consumo de refrescos, otras bebidas dulces con azúcares añadidos, como algunos zumos de frutas, también se asocian al exceso de peso. Así lo advierte la última revisión sobre este tema realizada por el Department of Nutrition, de la Harvard School of Public Health, en Boston (Estados Unidos), que concluye que «las bebidas endulzadas con azúcar, en particular las refrescantes, proporcionan escasos beneficios nutricionales, aumentan el peso y, probablemente, el riesgo de diabetes, fracturas y caries dental».
Fuente: http://www.consumer.es/web/es/alimentacion/tendencias/2010/01/28/190753.php