Cada sector debe generar sus propios dolares

El sector agrícola, el sector manufacturero y el sector servicios, dentro de la economía nacional, no generan – ni han generado en las últimas décadas – los dólares suficientes como para que cada uno de ellos pueda producir los bienes y servicios que les son propios, ni para que puedan ampliar, por la vía de las inversiones, sus capacidades productivas.

Solo los sectores minero y petrolero han cumplido en la economía venezolana el rol  no solo de generar los dólares que cada uno de ellos necesita, sino de aportar, además, los dólares que necesitan las actividades agrícolas, manufactureras y de servicios como para funcionar y crecer.

Cada uno de los grandes sectores en que podemos dividir la economía venezolana necesita, para poder existir y crecer, de una importante y permanente dosis de insumos, materias primas, maquinarias y equipos, todo ello importado. Pero por la vía de sus respectivas exportaciones cada sector no genera los dólares necesarios como para satisfacer sus propias necesidades de divisas. Esto generaría un estancamiento estructural o sistémico de la industria, de la agricultura y de los servicios en el seno del país, si es que éste no tuviera la suerte de contar con sectores – el petrolero, y en menor medida el minero- – que han generado durante décadas una cantidad de dólares cómodamente superior a la que necesita para sus propias necesidades de funcionamiento y de crecimiento. En esa medida, el sector petrolero ha posibilitado que el sector agrícola, manufacturero y de servicios, tengan los dólares que necesitan y puedan funcionar y crecer. Pero todo eso se acabó.

Uno de los elementos fundamentales de la dramática situación económica por la que atraviesa Venezuela, en el presente, es el cuadro que exhibe su industria petrolera. Lo que parecía imposible – arruinar una industria petrolera eficiente y poderosa – se logró en el transcurso de los últimos 20 años. Hoy en día la industria petrolera nacional no produce ni la mitad de lo que se producía en décadas anteriores, está altamente endeudada, sin capacidad de inversión ni de mantenimiento adecuado y con bajísima productividad. En esas condiciones no tiene la capacidad de aportar los dólares que necesita el resto de los sectores productivos nacionales.

En la Venezuela del futuro se debe y se puede recuperar la industria petrolera, pero eso tomará varios años. Sin embargo, independientemente de los años que ese proceso dure, el gran objetivo nacional, a mediano y a largo plazo, no puede ser volver a funcionar tal como funcionó la economía nacional en los últimos 40 o 50 años. La gran meta nacional debe ser que cada sector productivo – el agrícola y el manufacturero, fundamentalmente, pero también el de servicios – tomados globalmente, puedan generar los dólares que necesitan. No se trata de que cada empresa, individualmente considerada, genere sus propios dólares, pero si es posible pensar en esos términos con relación a cada sector productivo..

Que la agricultura genere las divisas que necesita no solo para funcionar y crecer sino para alimentar a todos los venezolanos. Eso es enteramente posible. Lo mismo vale para la industria nacional, que debe y puede potenciar sus capacidades competitivas y exportadoras. Ello permitiría que las rentas y las ganancias provenientes del petróleo – aun cuando disminuidas con respecto al peso que ellas tuvieron en la segunda mitad del siglo pasado – sirvan para el desarrollo social y para el desarrollo de la infraestructura física nacional.  Pero para que todo esto pueda hacerse realidad se necesita, en primer lugar, proponerse como un país ese gran salto adelante en materia de exportaciones – asumirlo como una política de estado – y generar las decisiones de política económica que la hagan posible.  

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