No puede dejar uno de reflexionar sobre lo que es valido hacer por defender los valores de la civilización; de una barbarie, que en nombre de los más débiles y de los desposeídos, se permiten a si mismos asesinatos indiscriminados de personas inocentes, de mujeres y niños, en una calle cualquiera de Tel aviv, de Bagdad o de un poblado en el interior de Colombia; de la misma manera que promueven el odio, con una excusa cualquiera, a quienes representen una visión del mundo diferente.
El drama que enfrentamos quienes creemos, en los valores del mundo occidental, en la democracia, la libertad, la tolerancia; es que somos sometidos a la tentación de responder con las mismas armas de quienes nos adversa, que es precisamente lo que buscan; como una manera de deslegitimar nuestros valores.
En el momento, en que bien por la ira, o por un momentáneo sentimiento de impotencia, renunciamos a algunos valores fundamentales, estamos metamorfoseándonos, transformándonos en el mismo monstruo, que debemos combatir.
Pero por otra parte, estamos obligados a vencer y derrotar las visiones autocráticas que pretende en nombre de la igualdad, imponernos regimenes autoritarios, buscando castrar, el más hermoso bien que Dios nos haya otorgado: “El libre albedrío” lo que verdaderamente nos hace hombres, el don que nos categóriza como humanos; pretendiendo tutelarnos, dirigir nuestras vidas, como si ellos fueran dioses, poseedores de la verdad absoluta, a quienes no se puede cuestionar, ni desobedecer, porque suponen que en ellos reside la verdad, pudiendo disponer de nuestros bienes y vidas, a su capricho.
Es comprensible el temor, y lógico el uso de la fuerza y la violencia en determinadas circunstancias, sin permitir que el odio y el sentimiento de venganza nos contaminen, teniendo como norte sólo la justicia, y el deseo de instalarla, al lado de la libertad. No es fácil la repuesta; es un problema que cada uno deberá resolver internamente, pero social y legalmente debemos reprimir y castigar a quienes en nuestro nombre, violen ciertas normas, principios y leyes; con una determinación tal, que revele lo que somos y los valores en los cuales creemos; por eso en USA soldados americanos fueron condenados a penas de prisión de hasta diez años, por violar los derechos humanos de soldados iraquíes que asesinaron y violaron los derechos humanos de sus propio pueblo y que si los hubieran, ellos, tenidos como prisioneros, sin lugar a dudas peores cosas les hubieran hecho, pero vital es dejar plasmada la superioridad moral de nuestra cultura.
Cuando nigerianos cristianos salen a matar a inocentes nigerianos musulmanes, como repuesta al asesinato de cristianos nigerianos inocentes, por una caricatura de Mahoma, publicadas en Europa, están renegando de su fe, e irrespetando al Dios que dicen venerar.
La demostración más contundente de la superioridad nuestros valores reside, precisamente, en que no requieren de la reciprocidad, sino que por el contrario, se legitiman en si mismos.
Raúl Zapata 0414-815.1929 [email protected]