Según los informes de los principales organismos internacionales, las expectativas de crecimiento de la economía global durante el presente año 2019, estará caracterizada por una desaceleración en la producción de bienes de capital. El Fondo Monetario Internacional (FMI) recortó su pronóstico de crecimiento del 3,9% al 3,7%; el de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) lo sitúa en 3,5%; mientras que el Banco Mundial indica 3%.
La incertidumbre debido a la desaceleración de la economía mundial ha predominado desde el último trimestre del 2018; pero lo peor del caso, es que no hay novedades de mejora inmediata que contribuyan a disipar los temores de los inversionistas respecto a un panorama que se sigue viendo muy turbio.
Las razones que alegan las organizaciones mencionadas, son los incrementos arancelarios anunciados por la controversia entre Estados Unidos y China, la disminución del volumen de comercio, el desempeño menos vigoroso de la zona euro, como consecuencia de la salida del Reino Unido de la unión europea, el Brexit, el alza de tasas de interés y tensiones geopolíticas, entre otros.
Se espera que la pérdida de dinamismo de la economía mundial y la disminución de las expectativas influyan en una fuerte caída de los precios del petróleo, de las materias primas y los productos agropecuarios (el índice general de commodities ha bajado 7.1%), en detrimento de los países exportadores de bienes primarios
Debido a los indicios de una desaceleración de la producción de bienes de capital, el FMI también revisó hacia la baja las expectativas con respecto al crecimiento de la inversión fija en 2018 para las economías avanzadas, «alrededor de 0,4 puntos porcentuales con respecto al informe de expectativas WEO de abril de 2018, sobre todo en las economías avanzadas de Asia y el Reino Unido».
También redujo en más de 1% el pronóstico del crecimiento de las exportaciones y en 1,4 % las importaciones en este año, así como para el crecimiento de la inversión y del comercio en 2019, frente al informe anterior.
Urge entonces, que la controversia comercial entre USA y China camine hacia senderos más positivos ya que las restricciones comerciales entre las dos potencias podrían alterar las cadenas de suministro mundial – consideradas un componente integral de los procesos de producción empresariales – y evitar la obstaculización de la propagación de nuevas tecnologías, lo que alteraría hacia la baja la productividad y el bienestar a nivel internacional.
En su informe el FMI analizó que un mayor agravamiento de las restricciones comerciales podría ser particularmente importante en Estados Unidos y China, que en 2019 sufrirían pérdidas del PIB de más de 0,9% y más de 1,6%, respectivamente; y en los socios comerciales del TLCAN, en donde según las estimaciones, el PIB sería más de 1,6% más bajo en 2020 que en el caso de que no se aplicaran medidas arancelarias».
Por último, se destaca el efecto negativo que significaría para Venezuela un proceso de desaceleración de la economía mundial, especialmente en lo atinente a la reducción de los volúmenes de exportación y una posible disminución del precio del crudo venezolano.
Luego que el valor de la producción de petróleo y del PIB durante 2018 en general han disminuido hasta alcanzar valores del PIB equivalentes al año 1947, valores nunca vistos en la historia moderna del país. Por tanto, de no dársele un vuelco a la economía para que retome el rumbo de crecimiento económico – no habrá excusa para pensar en contrario – que se presentará una situación catastrófica para la sociedad venezolana.