El síntoma de esa enfermedad se refleja cuando su permanencia en el partido, no guarda relación con su concepción ideológica y menos aún con un proyecto de país, sino, con el hecho de poder disponer de la tarjeta para efecto de negociaciones y postulaciones. Este liderazgo se está quedando solo en medio de un reclamo ciudadano apabullante y ensordecedor.
Son tiempos para que la dirigencia política haga una profunda reflexión en cuanto al rol que le corresponde asumir, frente: a) a un desgobierno autoritario y personalista, que pretende su hegemonía política a través del miedo, la coerción y el chantaje y b) una comunidad opositora heterogénea: unos desmotivados; otros movilizados sin orientación ni organización y otros escépticos frente a cualquier corriente política (ni-ni).
Frente a este panorama considero que la discusión sobre si vamos a unas elecciones, con tarjeta única o candidato único; que si hacemos primarias o escogemos por consenso, es extemporánea. Considero que la discusión ahora, debe ser ideológica y programática. Ello en medio de una gran discusión en cuanto al papel de los partidos políticos y la necesidad imperiosa de incluir militantes con la que se puedan consustanciar. Crear una comunidad política donde confluyan grupos humanos, no solo candidatos a figurar, sino, entes políticos aportar: ideas, valores, proyectos, sueños, querencias y a consustanciarse con ellos.
Colocar en la mesa de discusión sólo los elementos discordantes (tarjeta única vs. candidatura única), es darle una patada a la unidad opositora. Estos son tiempos donde cobra importancia la discusión, el consenso y los acuerdos. Pero no en el seno de los cogollos partidistas, sino, alrededor de la comunidad política anzoatiguenze.
Presentar al Estado Anzoátegui una propuesta de cómo lograr su desarrollo económico; cómo explotar sus riquezas naturales (agricultura, cría, ganadería, turismo, petróleo…), en el marco de un sistema político democrático, empoderado de sus valores: “libertad”, “pluralidad”, “tolerancia”, “igualdad”, “equidad”…. Sin perder de vista el lado humano: el aspecto “social” que es la posición política que encarna la necesidad del venezolano de humanizar la democracia. Colocarla al servicio de una ciudadanía que espera a que le resuelvan sus problemas de: “luz”, “vivienda”, “agua”, “salud”, “educación” y “desarrollo humano”.
Este es el llamado a la dirigencia política del Estado Anzoátegui, en el sentido de ver más allá de los intereses partidistas e individuales. Abandonar esa postura cómoda y salir a la búsqueda de una propuesta política, económica y social, en el marco de un esquema de poder compartido, comprometido con los valores democráticos y en defensa de ellos, de manera sincera y no sólo en el discurso (pensar y actuar de la misma forma).
Compenetrarse con una realidad: los partidos todos juntos, tienen sobre el 12% de popularidad, por tanto, necesitan urgentemente la integración del resto de los sectores democráticas y para ello, deben abrirse, sin mezquindad, pensando en el país. Pasar a una ofensiva sólida basada en un gran “compromiso democrático”, no en torno a unas miserables candidaturas, sino, a lo grande que significaría pertenecer a un proyecto para el Desarrollo del Estado Anzoátegui.
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