La abstinencia se traduce en desnutrición y en mayor vulnerabilidad frente a enfermedades
El candidato de la MUD, Henrique Capriles Radonski, afirmó recientemente que cuatro millones de venezolanos se acuestan todos los días con hambre. Esa afirmación causó las iras del Presidente de la República, Hugo Chávez Frías, quien manifestó inmediatamente que esa cifra no se correspondía con la verdad.
En realidad en Venezuela, según la cifras del Instituto Nacional de Estadísticas, INE, hay actualmente poco más de 9 millones de pobres. Para ser más exactos, son pobres hoy en día 9.080.941 ciudadanos, equivalentes al 31,9% de la población. Pobres son -para este organismo que se supone rector en materia de estadísticas económicas y sociales a nivel nacional- aquellas personas que provienen de familias de 5,2 componentes que perciben menos de 3.900 bolívares al mes, o aquellas personas que tienen condiciones de ingresos similares a los que presenta una familia de esas características. En estos ingresos familiares entran los salarios regulares o irregulares, con todos sus bonos, más jubilaciones, subvenciones, becas, etc. Si todos los ingresos de todos los miembros de la familia, suman menos de 3.900 bolívares al mes, la familia y sus componentes son considerados como pobres para las estadísticas oficiales.
Eso significa un ingreso diario de aproximadamente 130 bolívares diarios para 5,2 personas, lo cual a su vez se traduce en 25 bolívares diarios por persona, para efectos de movilizarse, educarse, recrearse y alimentarse mediante tres golpes al día.
Hay Hambre
Esa cantidad -25 bolívares diarios por persona- no es el ingreso promedio de las familias pobres, sino que se trata del ingreso máximo para ser consideradas pobres. Si se gana más que esa cantidad, se deja de ser considerado pobre. Se supone que el grueso de esos 9 millones de venezolanos que son oficialmente pobres ganan menos que esos 25 bolívares diarios.
Con esa cantidad es bien difícil que nadie pueda alimentarse medianamente bien, tres veces al día. Si uno supone que la mitad de los 9 millones de pobres no alcanza a ingerir en la noche algo parecido a una cena, entonces es enteramente posible suponer que no sólo 4 millones, sino 4,5 millones de ciudadanos de este país, como mínimo, se acuesten con hambre. El hambre, a su vez, se traduce en desnutrición y en mayor vulnerabilidad frente a enfermedades, lo cual reduce los índices de rendimiento escolar, en el caso de los niños, y los índices de productividad, en el caso de los adultos.
Es enteramente posible, además, que una buena parte de los que no se acuestan con hambre, pero son oficialmente pobres, tengan una dieta rica en calorías y carbohidratos, pero muy deficitaria en proteínas y vitaminas.
Cifras Ocultas
Desgraciadamente en el país son muy escasas las cifras accesibles y confiables respecto a la desnutrición en niños y/o en adultos. Una institución que goza de prestigio en este campo es FUNDACREDESA, la cual, aun siendo una institución oficial, da cuenta de estudios serios al respecto. En uno de ellos, reciente, referido no exactamente a la desnutrición, pero sí a la falta o exceso de peso, se visualiza, según cifras iniciales, que en el eje Centro Norte Costero de Venezuela, entre los niños de 0 a 2 años de vida, el 6,5 % sufre de déficit de peso, mientras que el 12,8 % sufre de exceso de peso, lo cual es también una situación anómala, que es en alta medida consecuencia de una alimentación inadecuada. En los niños un poco mayores, entre 2 y 4 años, el déficit de peso es de 6,8 % y el exceso de peso de 10,9 %.
En síntesis, los problemas del hambre y de la mala alimentación existen en niveles masivos en Venezuela y el primer requisito parta buscarle solución es reconocer su existencia.
Bolg: sergio-arancibia.blogspot.com