Destinos remotos atraen a los Chilenos

Se ubica en uno de los sectores top de los rankings del turismo mundial: Torres del Paine; y es una alternativa completamente diferente para disfrutar la estadía en este remoto lugar del sur del mundo. Y es una muestra de los lugares preferidos por un creciente número de familias chilenas que privilegian el descanso, la vida al aire y el contacto con lo natural cuando eligen el destino de sus vacaciones.

Patagonia Camp, que cuenta con aportes de Innova Chile de Corfo por sus características de emprendimiento innovador, apuesta al confort y el agrado en pleno contacto con la naturaleza. Inició sus operaciones en el verano 2007-2008 y a pesar de haber sido una especie de marcha blanca para este proyecto cuya inversión es de US$ 1,5 millones, en su primera temporada, los turistas completaron las reservas y regresaron a sus países con la mejor impresión. “Además de estar en plena Patagonia, este lugar les dio la posibilidad de vivir una experiencia única e inolvidable” indicó su gerente general Eduardo Aceitón al resumir la opinión de los pasajeros, en su mayoría extranjeros, pero a los que cada día se suman más chilenos.

La propuesta de Patagonia Camp es muy diferente a la de los nuevos hoteles y alojamientos que han aumentado significativamente tanto en Puerto Natales como en el sector de Torres del Paine durante los últimos dos años. El crecimiento en la oferta de hoteles, principalmente tipo “boutique” enfocados a turistas extranjeros y chilenos de alto nivel, es la consecuencia del flujo cada vez mayor de viajeros que llega a la zona. Según las cifras de Sernatur durante la temporada alta recién pasada, (octubre, noviembre, diciembre de 2007 y enero, febrero y marzo de 2008), 126.442 turistas visitaron la provincia de Última Esperanza, ello corresponde a un aumento del 18,6 por ciento respecto al número de visitantes de la temporada anterior.

La novedosa oferta de Patagonia Camp

En Patagonia Camp el alojamiento es en un novedoso sistema de “carpas”, equipadas con todas las comodidades. Son 18 “yurts”, un tipo de carpa originarias de Mongolia cuya base y estructura de madera dan una sensación cálida, a la vez que apelan a un estilo rústico y natural.

Según uno de los inversionistas del proyecto, Jorge Matetic: “Patagonia Camp tiene un valor agregado pues proporciona una experiencia muy diferente. Vinculada a la naturaleza, pero con todas las comodidades que ofrece un hotel 5 estrellas: los yurts están equipados con calefacción central y baño; su decoración y todos los productos son exclusivos y elaborados con materias propias de la Patagonia, lo cual además aportan un aspecto acogedor muy importante. Tenemos una propuesta única, pues nuestras instalaciones permiten que el pasajero siente la fuerza del viento, la lluvia, el movimiento de los árboles y el canto de las aves. Duerme bajo las estrellas del cielo de una de las maravillas naturales del mundo y cuando camina al comedor va por una pasarela que le permite tocar los troncos de los árboles milenarios: lengas, coigües y cedros entre otros”.

Brindar a las personas experiencias únicas y transformadoras producto del contacto pleno con la naturaleza fue el espíritu que inspiró a los gestores de Patagonia Camp. Para ello asimilaron los conceptos que hay tras la experiencia del servicio sofisticado y refinado de los Safaris de África y la arquitectura del pueblo mongol. Mientras los safaris se relacionan con servicios de primer nivel en medio de la vida salvaje y natural, la arquitectura mongoliana de los “yurts” aporta el rico concepto nómade de este pueblo.

Otra de las condiciones que dan valor y distinguen el lugar es su característica de confort amigable con el entorno y el medio ambiente, lo que en la práctica se plasma en la mínima intervención del lugar y en provocar el menor impacto. En este último aspecto es notable cómo el proyecto aplica la investigación y tecnología en el tratamiento de las aguas, por ejemplo, de modo de ser un real aporte en el campo del turismo sustentable.

Aunque la mayor parte de los turistas que han estado allí las dos primeras temporadas, cada día crece el número de chilenos que busca paisajes únicos, vida al aire libre y contacto pleno con la naturaleza.

Sobre los yurts

El modelo estructural del yurt aporta al proyecto de Patagonia Camp desde dos puntos de vista: contribuye con su forma circular y mediante la conexión con los pueblos originarios que dieron vida a este diseño.

En muchas culturas y a través de diferentes épocas, el círculo ha sido un símbolo de unidad que refleja la totalidad de la vida y todas sus interconexiones. Al tener esta forma los yurts tienen el potencial de acercar las cosas entre sí, hacer de todo los elementos una sola unidad y a la vez volver a conectar al ser humano a la naturaleza y a la vida misma. Los yurts inspiran una conexión sagrada entre el ser humano y su entorno, entre la vida humana y la naturaleza, entre la humanidad y las fuerzas que moldean nuestro mundo.

Los yurts se originaron en las altas estepas montañosas de Asia Central. Nadie sabe aún cómo surgió el primer yurt, ni quien fue su creador. Tribus nómades de Europa y Asia han usado estructuras redondeadas por milenios. Desde las rukas de los pastores finlandeses y nómadas turcos hasta los tipis siberianos, muchos refugios nómades han seguido la forma cónica o dómica.

Los yurts llevaron el concepto de refugio a un nivel más elevado al unir el domo o cono a una pared enrejada y así crear un espacio más amplio, habitable y manteniendo además los beneficios de la forma circular.

Después de las conquistas de Gengis Khan y el alzamiento del imperio Mongol en el siglo XII, el uso de los yurts se extendió a través de Asia, el medio oriente y partes de Europa. El pueblo húngaro de los magyares al reclamar que los yurts son parte de su herencia, refleja la amplia extensión de este tipo de construcción.

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