El centenario de Felipe Gómez Alvarez

(Dedicado a los jóvenes y políticos del País)

Wilfredo Briceño.

Un día como hoy, 22 de octubre, pero hace 100 años nació, en Guanare, quien motiva las lineas que comparto a continuación.

Aclaro: nunca le llamé Doctor -y, mire que lo era cómo pocos-; simplemente, desde que le conocí en 1980, siendo  estudiante del séptimo semestre de economía agrícola en la Unellez, Universidad creada por Carlos Andres Pérez en 1975, con el exclusivo propósito de formar técnicos que transformaran al campo venezolano, institución de educación superior  que Gómez Alvarez concibió en forma y fondo, me acostumbré a llamarlo Rector -que lo era-  y, después de 1984 cuando le nombraron Ministro de Agricultura, puesto que fuí su secretario -director general de secretaria era la denominación en la nomenclatura administrativa- le llamé con tal sustantivo (ministro)… y jamás le llamé de otro modo; hice siempre uso de ese vocablo (ministro),  invariablemente, en un sin fin de veces que por mucho tiempo, por motivos diversos, en muchos lugares, nos encontramos, hasta 3 días antes de morir que le visité en condición de paciente  en una clinica en su ciudad natal.

Quienes tuvimos el honor y honra de conocer a éste insigne venezolano de todas las épocas, sabemos perfectamente quien fué, sus meritos, defectos, aportes y legado, pero quienes no le conocen, los más, sobre todo, los jovenes y, en especial, a los politicos se los presento en tres tiempos.

_….el primero_

Felipe Gómez Álvarez  completa los años de servicio en la administración pública que le acredita, conforme a la Ley, para ser sujeto de jubilación y que, por tal condición recibió ingresos por concepto de prestaciones sociales.

Venezuela era en ese entonces un país muy diferente al actual y por vía de prestaciones por servicios prestados, un funcionario público recibía una cantidad importante de dinero y, si se trataba de uno de alto nivel, pués, era considerable. ¿Qué hizo Gómez Alvarez con sus prestaciones sociales producto de más de 20 años de trabajo al Estado? Pués lo aportó cómo capital para una fundación que constituyó, de manera que con ingresos que por via de intereses que  devengaba el referido capital, se otorgaban becas a estudiantes de la Unellez que debían cumplir, básicamente dos requisitos: 1) ser socialmente muy vulnerable y 2) excelente estudiante; es bueno decirlo, siendo absolutamente irrelevante las ideas políticas que profesara el adjudicatario, si fuera el caso  que las tuviera.

  _Conociendo a Felipe en un segundo tiempo_

Al momento de la jubilación era el Rector de la Unellez, y de acuerdo al ordenamiento legal vigente le correspondía un salario de por vida equivalente al último devengado, ésto es, de Rector, pero cómo era profesor titular de la Universidad Central de Venezuela, pués optó por jubilarse como profesor de la UCV -con mucho menos sueldo, éste es el punto- y no cómo Rector fundador de la Unellez.

En una ocasión le pregunté la razón de esa decisión, pues si lo hacía como Rector no contravenía la Ley, respondiéndome, Wilfred -así me llamaba-, «es inmoral de mi parte cargarle a la Unellez, institución que recién comienza, esa carga, que legalmente me corresponde, pero no moralmente, pués yo a quien le trabajé bastante fue a la UCV y es ella quien debe jubilarme». Sonreí y me dije a mi mismo: ¿cuántos venezolanos «estarán hechos» con ese ADN? ¿Alguien duda que connacionales de esa estirpe es lo que requiere éste país, nuestro país, que se desdobla por las ansias de poder absoluto de una insensible minoría que ejerce omnímodamente el poder?

_(Conociendo a Felipe) a través  -de un- tercer tiempo_

Cuando Lusinchi lo nombra ministro, ya estaba jubilado y de acuerdo a la Ley vigente, podía cobrar el salario de ministro y el correspondiente por jubilado.

Así sucede en todo el mundo, puesto que, por concepto de jubilación el ingreso recibido es un beneficio que se le otorga a quien ha desempeñado cargos públicos durante un determinado lapso, que corresponde a una buena parte de su vida, y si despues de jubilado es designado ministro u otro cargo, pues, está ocupando una responsabilidad la cual debe ser remunerada.

Eso lo reconocía la Ley. ¿Qué hizo Felipe? Renunció al salario de docente de la UCV por concepto de jubilación y lo hizo, mediante oficio privado -para que nadie se enterara- al Contralor General de la República, conservando sólo el salario de ministro.

En una ocasión camino a inaugurar una exposición ganadera en Carora,  Edo Lara, con el propósito de apoyar ese extraordinario aporte concretado en una raza vacuna nacional -caroreña-, productora de leche y aclimatada a nuestros ecosistemas tropicales, le pregunté al respecto, guardó silencio un  un buen rato, luego, cuando ya creía que no contestaria, sólo dijo con su característica ronquera, propia de un contumaz fumador que fué durante un buen tiempo de su ciclo vital, por cierto, único vicio que tuvo: «con lo que me paga el Estado por ser Ministro es suficiente».

Existe, ¿un cuarto tiempo? O, conducta suya que lo defina como persona, ¿base para conocer quien fue Gómez Álvarez?

Ciertamente señale que serían tres, pero hay otros ejemplos del mismo o superior tenor, algunos de los cuales he contado en pasadas ocasiones sobre éste excepcional venezolano, pero repito, dije al comienzo, que serían solo tres, queriendo  destacar simplemente, con éste ítems que hay muchos otros.

El Ministerio de Agricultura en el País se creó en 1936.

Han pasado decenas de hombres y algunas muy pocas mujeres por tan alta responsabilidad.

No se ha inventado un método mejor para evaluar el desempeño de un funcionario, público o privado, que evaluarlo según los resultados de su gestión.

Estos se hacen a través se indicadores; en el caso del sector agrícola y aplicable a un ministro del área, hay 5 que destacan: 1) el comportamiento del PIBA, que es el valor de lo que produce en bienes y servicios el sector, 2) la tasa de crecimiento de la frontera agrícola o del área cosechada de agricultura vegetal, 3) la tasa de crecimiento del rebaño bovino y el volumen bruto de producción de carne y leche, por ser éste cómo agregado, el de mayor peso relativo en el valor bruto de la producción agropecuaria, 4) la tasa de incremento en los niveles de productividad, tanto a nivel agregado cómo de actividades específicas y, 5) el comportamiento de la balanza agrícola (exportaciones menos importaciones de alimentos) dado lo altamente dependiente desde 1950 que somos de las importaciones en la conformación de la Oferta Agregada de Alimentos.

Cuando se compara la gestión de todos los que han ocupado el cargo de Ministro de Agricultura desde 1936, Felipe Gómez Álvarez, de lejos, de muy lejos, es el mejor Ministro de Agricultura que ha tenido el País en su historia, tanto, que la magnitud del  incremento interanual en las tasas de desempeño de indicadores claves, fue base para que un Ministro de Agricultura peruano que visitó al País hablara de «milagro agrícola» a lo que Felipe solía decir: «ningún milagro sólo la respuesta del trabajo de los hombres del campo a  una política agrícola correcta».

_La vigencia de un pensamiento_

Felipe con la fuerza de sus argumentos persuadió al candidato Jaime Lusinchi de la importancia del sector agrícola como elemento vital para salir de la crisis que vivía la nación en 1983, bueno es decirlo, para nada parecida a la depresión que confronta el sector rural venezolano en la hora presente.

Luis Herrera Campins, hombre honesto, pero desconocedor de conceptos no tan básicos referidos al funcionamiento de una economía, se decidió, aconsejado por Diaz Bruzual y Luis Ugueto, sobre la conveniencia de una absurda política económica de «enfriamiento», vocablo que implica en la jerga de los economistas, contracción económica para desinflar presiones inflacionarias. Tal grave equivocación llevó que la economía venezolana cayera 7 % entre 1979-1983, coincidiendo dicho injustificable retroceso en la producción de bienes con el extraordinario boom petrolero de 1979-1981, después que la economía con CAP I había ganado 36 % entre 1974-1978 en capacidad productiva.

Jaime Lusinchi, influenciado, sin duda, por Gómez Álvarez, adoptó cómo lema de su campaña presidencial que haría de la agricultura su primera prioridad. Es bueno decir, que nunca candidato presidencial alguno había apostado electoralmente tanto por el sector. Así fue. Los números, con Felipe al frente del ministerio, dan testimonio de ello.

Por cierto, según mi modesta opinión, es la única área económica que aprueba y, con sobresalientes notas, el examen aplicado a la  gestión 1984-1988.

Jaime Lusinchi, al igual que Luis Herrera, manejó muy mal la economía del país, pesimamente, es más exacto calificar su gestión en esa área.1989 arrancó con un conjunto de desequilibrios macroeconómicos de tal intensidad que obligó a CAP II  adoptar un Plan de Ajustes y Estabilización, particularmente duro, con efectos múltiples para el venezolano común, que tuvo un éxito incuestionable, pero que la ceguera de AD y Copey, agrupaciones políticas dominantes en aquel entonces, más las intentonas golpistas de 1992 dieron al traste, muy lamentablemente, para todos los venezolanos de ese y éste tiempo.

Regresando al punto, si en 1983, la agricultura fue tema central en el diseño de la «política pública» para enfrentar la crisis de entonces, sin duda, lo es, más hoy, en ésta encrucijada histórica que nos desdibuja cómo sociedad, retrotrayéndonos a tiempos remotos con un arcaico discurso en la elite gobernante, cuando el mundo vive la más acelerada y profunda disrupción tecnológica que cambiará radicalmente lo que hoy se produce, cómo se produce y cómo llegarán los productos de todo tipo a los consumidores, refierome a lo que se conoce como sociedad 5.0 y sus profundas implicancias en lo económico.

Una agricultura con tintes definidos de modernidad, esto es, atravesada por los 4 costados por elementos transversales y verticales  propios de la agricultura 4.0, conectividad, big data, robotización terrestre y aérea, internet de las cosas aplicables a la producción de alimentos, hiper segmentación de mercados, energías verdes, productos ecológicos, todos aspectos centrales de  la IV revolución en marcha, refuerza  la prédica permanente de Felipe: la agricultura es base de la vida y fundamento de una vida mejor. Gobernantes de un país que quiera felicidad para sus connacionales debe conferirle el rol que le corresponde, más aún, cuando como nosotros contamos con tierras, agua y abundante energía solar, elementos principalísimos para impulsar la producción.

2 notas para finalizar:

Mi hijo, en lenguaje de un  joven recién cumplidos los 18 amante y practicante del futbol diría sobre Felipe, «…un crack, un tipo fuera de lote» y, -la otra nota-, es una confesión que camino a Barquisimeto, 1 dia antes del 22/10, fecha de la conmemoración que referimos en estas ideas sueltas, hablándole a mi «ayuda idónea», mujer virtuosa, por demás, sobre mis vivencias con Gómez Álvarez, le decía que, dado que conocí a Felipe rondando los 20 y el pasaito los 60, amén de un carácter difícil, bien difícil, que era su «marca de fábrica», pues me dio decenas, literal decenas de regaños, los cuales  recibí con agrado, si, con agrado por raro que parezca, siendo el motivo muy simple: siempre, siempre, Felipe, tenía la razón. Créanlo: no es un decir. Era así.

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