Los temas centrales que se pretendía fueran objeto de un acuerdo internacional eran los relativos a la eliminación de los subsidios a la agricultura en Europa y en Estados Unidos, la reducción de los aranceles a los productos agrícolas en ambas áreas económicas mundiales, el comercio internacional de servicios, la reducción de aranceles en los productos no agrícolas y en menor medida el problema de las patentes y los derechos de autor. Los interlocutores fundamentales, en los cuales se centró el debate y la posibilidad de llegar a acuerdos, fueron la Unión Europea, Estados Unidos y los países del llamado Grupo de los 20, en los cuales los líderes son básicamente Brasil, India, China y Sudáfrica. Todo parece indicar que las diferencias en los temas agrícolas y en lo relativo a la reducción de los aranceles a los productos no agrícolas fueron de tal envergadura, que no dieron ocasión a que los otros temas (servicios, patentes) llegaran a ser objetos de real tratamiento.
La propuesta de Estados Unidos, en el tema de los subsidios, consistía básicamente en una reducción de 53% en los subsidios que los productos agrícolas reciben actualmente en Estados Unidos y en Europa, lo cual permitiría incrementar sus precios, reducir su producción y generar un mayor espacio comercial para los productos provenientes de los países en desarrollo. La propuesta de Europa se centraba en una reducción de 46% en los aranceles actualmente vigentes para los productos agrícolas en Europa y en Estados Unidos, con lo cual los productos agrícolas provenientes de los países en desarrollo podrían tener un mayor acceso a esos mercados, con el consiguiente aumento de su producción. Pero, como en toda negociación, esas ofertas no eran de gratis. La compensación exigida era que los países en desarrollo, en particular los cuatro mencionados – Brasil, India, China y Sudáfrica – redujeran en 60% los aranceles que actualmente imponen a los productos no agrícolas; es decir, a los productos manufacturados provenientes de los países desarrollados. La reducción del proteccionismo agrícola en los países desarrollados, tenía que ser compensada con una reducción del proteccionismo industrial en los países en desarrollo. No hubo acuerdo, lo cual implica, en alguna medida, que la comunidad internacional aparece ante si misma como incapaz, o al menos, con serias dificultades, como para llegar a acuerdos multilaterales, bajo el alero de los organismos internacionales creados para tales efectos, lo cual abre la posibilidad de que se refuercen las negociaciones bilaterales o regionales, menos amplias, con exclusión de regiones o de países que van quedando crecientemente marginados del comercio mundial, y con manifiesta ventaja para los países que tienen mayor poder de negociación o de imposición en el seno de esas tratativas no multilaterales.
*Doctor en Ciencias Económicas y Administrativas, Profesor de la Unellez
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