Las personas de edad que corren de forma regular desde hace varios años sufren menos minusvalías, tienen una vida activa más larga y reducen en 50% su riesgo de morir antes que aquellas que son inactivas, concluyeron médicos de la facultad de medicina de Stanford en California, (oeste).
Estos investigadores comenzaron a seguir en 1984 a 538 personas de 50 años y más que corrían varias veces por semana, y las compararon con un grupo testigo sedentario de la misma magnitud, según el estudio publicado en el ‘Journal of Internal Medicine’.
«Nos sorprendió porque los beneficios del ejercicio resultaron más importantes de lo que anticipábamos», indicó el doctor James Fries, profesor retirado de medicina de la Universidad de Stanford y principal autor de estos estudios.
Los investigadores usaron las estadísticas nacionales de mortalidad para determinar los decesos entre los participantes del estudio. Calcularon que 19 años después del inicio de la investigación, el 34% del grupo de sedentarios había fallecido, contra solo 15% del grupo que realizaba ejercicio regularmente.
Además, los que corrían regularmente comenzaron a sufrir minusvalías físicas debido a la edad 16 años más tarde que los inactivos.
«De lejos, los sujetos que corren se mantuvieron con buena salud», resumió Fries, de 69 años, él mismo corredor ferviente.
Correr retrasa no solamente la aparición de minusvalías sino que la distancia entre el estado de salud de los que corren y los sedentarios se incrementa con el tiempo, según los autores del estudio.
El médico también se manifestó sorprendido porque aquellos que corren siguen disfrutando de una mejor salud que los sedentarios cuando se vuelven nonagenarios.
Esta diferencia se explica probablemente por el índice de masa corporal menor de aquellos que realizan ejercicio así como por hábitos de vida más sanos en general, explicó.
Como era de esperar, correr regularmente reduce la mortalidad vinculada a las enfermedades cardiovasculares, pero otros estudios también mostraron un vínculo con una disminución de los decesos prematuros debidos al cáncer, enfermedades neurológicas e infecciosas.
Los sujetos de la investigación, la mayoría de los cuales son actualmente septuagenarios u octogenarios, respondieron anualmente a cuestionarios sobre su capacidad para efectuar tareas cotidianas como caminar, vestirse, lavarse, levantarse de una silla y agarrar objetos.
Al principio del estudio, el grupo que practicaba ejercicio corría en promedio unas cuatro horas por semana; 21 años después, lo hacía solamente 76 minutos semanales, pero los efectos benéficos para su salud se mantenían.
En el inicio de la investigación, una de las más largas realizadas sobre los efectos del ejercicio físico sobre el envejecimiento, algunos de estos investigadores temían que la locura de la época por el «jogging» en Estados Unidos provocara a largo plazo una gran cantidad de problemas de articulación.
Pero estas predicciones no se cumplieron. Fries y sus colegas publicaron un estudio complementario, en el ‘American Journal of Preventive Medicine’ de agosto, que muestra que no hubo incrementos de casos de artrosis, afección articular crónica, en las personas de tercera edad que habían corrido regularmente.
Fuente: http://noticias.latam.msn.com/