El liderazgo se forja en los momentos de duda


El temor de perder confianza y poder le impide dudar. G. Hennessey

CEO de Hennessey Consulting.

Dudar está ligado al liderazgo y liderar es apostar. “No se trata de que el líder nunca falle. Se trata de conseguir un buen balance entre aciertos y errores. La experiencia ayudará a que la balanza se decante por los aciertos con el tiempo” que, ante la duda, un líder intente visualizar cómo será el día después a la adopción e implementación de la decisión.

La duda que distingue a los que están realmente comprometidos con una causa de aquéllos que están involucrados de ella misma. El líder que sirve y está comprometido con un proyecto siempre duda. Él está en lo cierto: tiene la respuesta y sabe exactamente lo que está ocurriendo.

El gran liderazgo nada tiene que ver con tener todas las respuestas. Con frecuencia, está más relacionado con tener el coraje de formularse una serie de pregunta esenciales.

Muchas personas piensan que los grandes líderes son personas simplemente bendecidas por un don natural que les hace aparecer siempre como quienes tienen las respuestas adecuadas a cada situación. Por pensar así, asumen que los grandes líderes han nacido con determinados talentos, carisma y un especial criterio que les hace diferentes a todo el resto.

Sin embargo, Robert Steven Kaplan (profesor de Harvard), tras más de 25 años de investigaciones, afirmó lo siguiente:

“A lo largo de todos estos años, he encontrado que -casi sin excepción- los líderes de mayor éxito han atravesado periodos significativos de tiempo en los que se sentían confundidos, desanimados e inseguros de sí mismos y de sus decisiones. Se sentían como si debiesen estar en algún otro lugar haciendo cualquier otra cosa. Se preguntaban por qué otros parecían tener facilidad para lograr sus propósitos. Navegaban por fases en las que ansiaban respuestas y se sentían fundamentalmente solos. Incluso, aunque proyectasen una imagen de confianza, mantenían profundos sentimientos de falta de certeza y dudas.”

Si eso es así, ¿cuál es la diferencia entre los grandes líderes y el resto de las personas? ¿Cuáles son las claves que terminan forjando líderes de excelencia?

La respuesta y la gran clave de todo se encuentra en cómo se manejan y se superan esos momentos de dudas, confusión y falta de certeza.

Quienes se enfrentan a esos momentos de dificultad con una mentalidad de reflexión, aprendiendo las lecciones y tomando esos instantes como los forjadores de su carácter y principios, son quienes terminan gestando un verdadero liderazgo de gran profundidad y calado.

Por tanto, la habilidad fundamental de los grandes líderes no es tener todas las respuestas, sino saber cuándo formularse las preguntas críticas que les ayuden a diagnosticar los conflictos y/o problemas, analizarlos, entenderlos en su complejidad, ensamblar (sintetizar: esquematizar) conclusiones, y trazar planes de acción efectivos.

Si el líder expresa dudas, ¿arriesga su liderazgo? Acaso, si el líder no duda, ¿pone en riesgo todo?

Una de las exigencias que han asumido -errada y equivocadamente- quienes tienen cargos de liderazgo en las organizaciones (empresas, conjuntos deportivos, condominios, familia, país, etc.) es… ¡no dudar!

“¡Ud. es el líder!”, suelen decirle sus superiores (que, a su vez, se supone: son otros líderes) o sus colaboradores. Entre éstos, alguno(s) con influencia en el conjunto humano, lo cual puede poner al líder entre la espada de la duda y la pared de la desconfianza. A quien está en el cargo de líder le pedimos que dude, pues si no duda, mostraría que no tiene capacidad de ponderar los riesgos y no es quien ha de dirigir al equipo humano de la organización: una persona que se conduce así no es digna de confianza ya que es uno más de quienes proceden temerariamente.

Con frecuencia, esta inquietud surge en las asesorías o los procesos de formación y entrenamiento; el mito del superlíder persiste.

Si duda, ¿puede seguir de líder? Sí; es un ser humano en el cargo de líder, no un superhéroe.

Si duda, ¿pierde poder? No; hay varias fuentes de poder, que no se afectan por dudar.

Entonces, ¿es recomendable que exprese dudas? Sí, por las siguientes razones:

1.- Aceptar que no sabe o ignora algo es el primer paso para aprender como persona y como líder; el aprendizaje es continuo;

2.- No lo puede saber todo, lo cual es imposible; es una oportunidad para generar el desarrollo de algún integrante del grupo o del equipo mismo para aprender sobre el tema;

3.- No puede tener la certeza siempre; ésta es otra oportunidad para retar al equipo a generar opciones de soluciones y comprometerse con la opción seleccionada;

4.- No lo puede resolver todo; si supiera de todo, no necesitaría colaboradores expertos en cada área. Así, motiva a lograr niveles de maestría en cada uno y al aprendizaje colectivo;

5.- Al expresar duda, facilita a otros a asumir el liderazgo, promoviendo la rotación del liderazgo dentro del equipo;

6.- Su principal tarea como líder es crear el vínculo que una e integre al individuo, el grupo o equipo, la meta y al líder. Expresar duda puede permitirle al conjunto humano reflexionar sobre sus principios, sus conexiones y vínculos y reforzarlos, o modificarlos; y

7.- Por gestión de emociones (gracias al aprovechamiento de la inteligencia emocional), debe poder expresar sus dudas; si no, estallará de tanto reprimirse, y lo hará en el peor momento.

Claro está que la duda constante puede llegar a ser un factor generador de desconfianza en el equipo, pero… también puede causar lo contrario: ser un factor generador de confianza, de seguridad. Téngase presente la Teoría de la Relatividad de Albert Einstein: ¿todo es relativo? Sí, sin dudas: lo es.

Es cierto, si se duda muy seguidamente, es posible que haya desconfianza en sí mismo, baja competencia para el cargo o bajas habilidades para dirigir, entre otros. Pero… también es cierto que… si se duda muy seguidamente, es probable que haya el conocimiento que obliga a dudar, lo cual es una gran competencia para desempeñar un cargo que exige habilidades extraordinarias para dirigir (un buen ejemplo de esto: quienes ejercen la profesión médica: ¡les toca dudar, dudar y dudar más!; por eso piden análisis laboratoriales, imagenológicos y más, mucho más; ¿por qué y para qué?: saben que un error puede pagarse con la vida y… por ello… antes de actuar… ¡deben reducir al máximo la incertidumbre!). Ahora, pensemos en otros líderes que deben dudar, dudar y dudar.

Las razones descritas arriba sirven de guía para saber cuándo poder expresar una duda. Incluso, cuando se asume que se tiene la respuesta, la solución o la decisión, o la confianza en el rumbo de acción, y… este momento puede ser una buena oportunidad para “dudar” y motivar a los integrantes y al equipo a su aprendizaje y su desarrollo. Esto es lo llamado “duda metódica”, pues… no es conveniente siempre dar algo por hecho. La prudencia pide ponderar, ponderar y ponderar.

Amigo empresario, existen organizaciones muy bien avaladas (como: P.F. Consultores, nuestro aliado estratégico) con amplísima experiencia que están dispuestas a apoyarle en su andar hacia el éxito: no dude en vincularse con ellas.

Foto de ICSA: https://www.pexels.com/es-es/foto/hombre-de-pie-delante-de-sillas-y-personas-1709001/

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