El problema argentino

Ya es suficientemente conocido que los tribunales norteamericanos fallaron a favor de los ''holdouts'' –también llamados despectivamente "fondos buitres"– lo cual es una y la misma cosa que decir, que fallaron en contra del Gobierno  argentino.

Si se acata ese fallo, Argentina debería pagar, a los tenedores de bonos que se negaron a renegociar, una cantidad cercana a los 1.500  millones de dólares, lo cual no es una cifra muy elevada, en el contexto de las magnitudes que se manejan en el campo de las finanzas internacionales,  ni en el contexto de las cifras de una economía como la argentina. Lo grave de la situación creada, es que los tenedores de bonos que sí renegociaron con Argentina en años anteriores -y que aceptaron recibir pagos menores a los que estaban estipulados en la condiciones iniciales de emisión de esos bonos- están en su pleno derecho a exigir que se les pague igual, como se les pagaría a los holdouts. Apelarían al principio del ''pari passu'', es decir, exigir que se les pague en igualdad de condiciones que a los holdouts.  Eso implicaría que  se vendría abajo la renegociación anterior y Argentina se vería obligada a pagar una cantidad cercana a los 15 mil millones de dólares, lo cual ya es una cifra que complica gravemente a la economía argentina. 

Frente a esta situación, todo el mundo ha actuado con prudencia, aun cuando los países y organismos internacionales más amigos de Argentina, han sacado declaraciones en que manifiestan “su pleno respaldo” a la nación rioplatense, sin que nadie sepa que significa exactamente aquello. Argentina, por su parte, ha optado por la cautela y por la búsqueda de soluciones negociadas. Nada de declaraciones iracundas ni rupturistas, pues el asunto es complejo.

La jurisdicción de los tribunales norteamericanos para decidir sobre estos asuntos, no es cuestionada por nadie, pues así estaba planteado en la emisión misma de los bonos. Y  Argentina, en esta coyuntura, ha aceptado pleitear en esos tribunales, para bien o para mal. Sería muy bueno, que en vez de recurrir a los tribunales de un país determinado –además, de un país con tantos intereses mundiales- pudieran existir  organismos internacionales con capacidad de decidir o de arbitrar en situaciones como estas. Cuando dentro de un país una empresa está en situación de quiebra, se suelen convocar a las juntas de acreedores, donde se toman decisiones vinculantes para todos los acreedores, aun cuando esas decisiones no sean del  agrado de todos. Pero en este problema, no existe una figura de ese  tipo, aun cuando sería bueno que los organismos internacionales -tan buenos para sacar declaraciones solidarias- hicieran algo para constituir figuras internacionales de esa naturaleza. También cuando los que están en dificultades de pago son los bancos, los gobiernos y los organismos financieros internacionales corren a prestarles ayuda, la cual asume muchas veces cantidades inmensamente más elevadas que las que están en juego en el caso argentino. No se recurre, en estos casos, al mero imperio de la ley, ni se lleva a los banqueros a ningún tribunal, sino que se hace gala del sentido común y se reconoce el peso económico y político de los organismos en dificultades.     

Tampoco nadie ha cuestionado la legalidad de los holdouts, aun cuando su moralidad pueda ser criticada. Compraron barato un bono que tenía un valor facial mucho más elevado que su valor de mercado y exigen que se les pague ahora de acuerdo a lo establecido originalmente por los emisores de esos papeles. Eso sucede bastante seguido en todo tipo de mercado.  Si como consecuencia de ese tipo de operaciones millones de argentinos tienen que apretarse el cinturón, eso es un problema  moral que no les afecta.  Más aun, la inmensa mayoría de los países solidarios con Argentina, pagan rigurosamente los valores comprometidos en los bonos que han emitido, sin preguntarle a nadie si compraron esos bonos en el mercado secundario a un precio más bajo o más alto que el valor facial. El riesgo está en la base del actual sistema financiero internacional y nadie se muere de la impresión por la palabra especulación, que es la palabra que técnicamente corresponde frente a las operaciones, consistentes en comprar a un precio barato para vender posteriormente a un precio más alto.

La situación es propicia, por lo tanto, para discutir en serio sobre la estructura y las posibles reformas del sistema financiero internacional y sobre la utilidad declarativa de los múltiples organismos internacionales existentes en la región.

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